El nombre de un nuevo espacio de arte en Guadalajara parece revelar su ánimo y las mentes que lo concibieron. Ladera Oeste es una variación del poemario Ladera Este que escribiera Octavio Paz entre 1962 y 1968, mientras era embajador de México en India, para comentar sobre determinados términos y aspectos de la cultura oriental. Como referencia literaria, recuerda los intereses de uno de sus fundadores, Jorge Méndez Blake, cuya obra se ha visto influenciada por la literatura desde diferentes aristas. El gesto, sin embargo, no es una referencia individual, sino una adaptación que sugiere un acercamiento a lo que se hace en términos artísticos en este lado del mundo, sin perder de vista nuestra condición global.

En julio de este año, Blake y la curadora Geovana Ibarra comenzaron una iniciativa que se suma a la apertura de espacios de arte y plataformas culturatoriales independientes, autogestionados por artistas y curadores con el propósito de generar dinámicas alternas para la exposición y discusión del arte. Frente a la proliferación de propuestas, no es suficiente con darles luz. Con cada surgimiento, vale la pena preguntar su pertinencia y las condiciones particulares que los han hecho surgir: “Más que una falta de espacios de exposición, [hay] una falta de confianza en el poder transformador de la cultura”.

Así, desde la perspectiva de sus fundadores, inaugurar un espacio independiente más en un escenario donde parecen brotar espontáneamente, no es una acción privativa del arte: “Hoy más que nunca, sumidos en una crisis política y económica, en una época violenta y de represión de las libertades individuales, el arte debe retomar su lugar fundacional. Queda en nosotros, la sociedad civil que formamos la escena artística nacional, tomar la iniciativa y generar tantas propuestas como nos sea posible. Estamos comenzando Ladera Oeste casi por obligación. No es suficiente, necesitamos decenas más”.

Se trata de un espacio de exposición y proyecto curatorial independiente y sin fines de lucro, ubicado en Guadalajara, una ciudad que ha sido clave para el arte en México, particularmente durante la década de los noventa cuando diversos agentes impulsaron activamente el desarrollo del arte contemporáneo en nuestro país. Como reconoce, Blake, “Ladera Oeste es heredero de una larga tradición de espacios independientes en Guadalajara. En 1998 cofundé el espacio 16/16 en un departamento que compartía como estudio con compañeros de la Escuela de Arquitectura del ITESO, de donde egresamos Geovana y yo. En ese mismo momento, existía el colectivo Incidental que hacían exposición pop-up y JALARTE A.I. con sus oficinas administrativas en la calle Vidrio. A principios de 2000, los integrantes de estos tres grupos crearon Ediciones El Chino y OPA en el condominio Guadalajara”.

Por su parte, Ibarra, que dirigió OPA y Central de Arte —un espacio independiente emplazado en un piso vacío del WTC en la Ciudad de México—, reconoce que existe una falta de vocación en las propuestas recientes: “Aunque [en Guadalajara] han surgido intermitentemente otros espacios como Clemente Jacqs o TRAMA, y más reciente Interior 2.0 o Artere-A, desde OPA no ha habido ningún espacio independiente con una vocación claramente internacional, en contraste con una fuerte globalización del público que ahora visita la ciudad.”

Ésta es quizás una de las características de Ladera Oeste: la inclusión de artistas contemporáneos internacionales en sus propuestas expositivas. Su muestra inaugural incluyó a artistas de diversas generaciones y latitudes, como Vito Aconcci, Pia Camil, Claire Fontaine, Karl Holmqvist, Fernando Palomar o Valeska Soares. Y aunque este es un aspecto clave en términos curatoriales, su programa no está basado en la generación de una plataforma de visibilidad: “No somos un museo que mide su éxito en el mayor número de visitantes. No nos interesa la espectacularidad ni los grandes públicos, sino las obras discretas e íntimas que atraen a cierto tipo de espectador fuera de los reflectores.”

La máxima de “Ideas complejas-Objetos Simples” define su proyecto curatorial: “creemos que se pueden hacer exposiciones de calidad con recursos limitados”. Además, como parte de una sociedad creativa, su dinámica es 100% colaborativa: mientras Ibarra se encarga de dirigir el espacio, Blake y su estudio están a cargo de la producción. Después de tener una amplia experiencia en la realización de proyectos, ambos coinciden que “lo interesante de juntar a una curadora y a un artista es que los problemas se ven desde perspectivas distintas que al final se complementan”.

Y siguiendo su vocación, ¿qué significa ser un espacio independiente de arte en el contexto actual del país? “Trabajar de manera independiente y sin fines de lucro en México en 20126, tienen todo el sentido… ¡Justo porque no tiene sentido!”.

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[4 agosto 2016]