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Teresa Margolles, La sombra (2016). © Panic Studio LA. Cortesía del Departamento de Cultura de la ciudad de Los Ángeles (DCA). Obra comisionada por DCA para CURRENT:LA Water
Teresa Margolles, La sombra (2016). © Panic Studio LA. Cortesía del Departamento de Cultura de la ciudad de Los Ángeles (DCA). Obra comisionada por DCA para CURRENT:LA Water
Teresa Margolles, La sombra (2016). © Panic Studio LA. Cortesía del Departamento de Cultura de la ciudad de Los Ángeles (DCA). Obra comisionada por DCA para CURRENT:LA Water
Teresa Margolles, La sombra (2016). © Panic Studio LA. Cortesía del Departamento de Cultura de la ciudad de Los Ángeles (DCA). Obra comisionada por DCA para CURRENT:LA Water
Teresa Margolles, La sombra (2016). © Panic Studio LA. Cortesía del Departamento de Cultura de la ciudad de Los Ángeles (DCA). Obra comisionada por DCA para CURRENT:LA Water

La sombra, de Margolles: el espectro de la muerte en Los Ángeles

17.08.2016

La sombra de Teresa Margolles —un gran refugio de concreto que es en partes iguales un porche brutalista y una escultura minimalista a gran escala— destaca austeramente en el borde del beatífico Echo Park Lake. A lo largo del día, la gente se sienta bajo su dintel y estira las piernas y el cuerpo sobre sus muros antes de continuar corriendo alrededor del perímetro del lago. La escena, sorprendentemente bucólica, está perforada por las palabras en español e inglés que Margolles (Ciudad de México, 1963) grabó a un costado de la estructura: «De los 975 asesinatos que se han cometido en la ciudad de Los Ángeles del 1 de enero del 2015 al 1 de julio de 2016, se señalizó con agua cada lugar donde se han localizado los cuerpos de las víctimas. El agua utilizada en las acciones se mezcló con cemento y se construyó la estructura que genera esta sombra».

La sombra es parte de la bienal de arte público Current:LA cuyo tema este año es el agua. Margolles es una de las artistas —junto a Mel Chin, Rirkrit Tiravanija y Edgar Arceneaux, por nombrar algunos— que forman parte de la iteración inaugural del evento. Cada proyecto es ambicioso a su manera. Pero mientras muchos de los otros artistas se enfocaron en el agua por sí misma como un material con carga política y en su escasez al sur de California, generando maquinaciones políticas de poder y debates sobre derechos de tierras, Margolles es una de las pocas artistas que utiliza el agua para señalar otra cosa. A saber: la corriente continua e implacable de homicidios en Los Ángeles.

La sombra es una extensión de la práctica a largo plazo que Margolles ha desarrollado con el agua involucrada en las proximidades de diversos escenarios de muerte. Los procesos de Margolles se malinterpretan comúnmente como una especie de transformación alquímica, pero lo que esto —y muchos otros de sus trabajos destacan— es que la mano que comete el asesinato es el verdadero actante alquímico, siempre transformando una pequeña porción de tierra o agua en un lugar caduco y de luto. Las familias de las 975 personas asesinadas en el último año y medio siempre recordarán el lugar en que sus parientes murieron: la calle, la banqueta, el estacionamiento o un parque. Encendido o apagado, la gente pasa por ahí sin tener idea de su significado. Generosamente, Margolles traslada temporalmente el espacio de dolor y ofrece a los familiares de los fallecidos —y quizá a todo Los Ángeles— un refugio en el que continúe la aflicción, la acción y el descanso.

Pero el valor de La sombra no sólo está ligado a las personas cuyas vidas han cambiado para siempre a causa de la violencia de Los Ángeles. Margolles insiste en que es la sombra, y no la estructura, la que debe ser considerada como la obra de arte propiamente hablando. La estructura de cemento no es más que una máquina rudimentaria que hace a la pieza —todos los días en constante colaboración con el omnipresente sol de Los Ángeles. Como movimiento conceptual, es una negación directa de las cualidades abiertamente monumentales de la obra, se parece a lo que nos han dicho que es un monumento: su pesadez abstracta y su forma rígida de cemento de tamaño sobrenatural es el vehículo perfecto para la proyección de un espectador. Sin embargo, como en sus trabajos tempranos en los que vaporizaba agua, La Sombra hace primero lo inmaterial (el lugar de la violencia) material (por medio del agua) y luego lo desmaterializa de nuevo (al hacer la sombra de ésta). Al hacer el trabajo inmaterial —tan común como la sombra de un edificio o un árbol—, Margolles nos pide pensar en la violencia de todos los días, que forma parte parte de nuestra jornada, incluso, y sobre todo, cuando buscamos un respiro del sol.

El segundo aspecto y más literal de La sombra es un video de seis horas que documenta las 100 lavadas que Margolles y su equipo llevaron a cabo, y que se proyecta en siete sitios diferentes alrededor del parque: un café, una tienda de segunda mano, un salón de belleza, una lavandería, un centro de películas, una tienda de tatuajes y una casa de botes —un conjunto de lugares que sustenta la vida. Cada acción documentada es precedida por una tarjeta que enlista el nombre de la persona asesinada, su edad, sexo y raza, así como la ubicación, causa de muerte (herida de bala y puñaladas son las más comunes), y la agencia reportada en el homicidio (en su mayoría, el Departamento de Policía de Los Ángeles). El video complementa perfectamente la pieza: a diferencia de la sombra cambiante y amorfa, insiste en la especificidad de las muertes —representa el pequeño parche de la acera o estacionamiento junto a la intervención realizada por Margolles. Las acciones duran sólo algunos minutos, pero se tratan de poderosas visualizaciones de la actividad política de la atención. Una y otra vez se observa a un voluntario atravesando el encuadre con dos largas palas color naranja para después agacharse, sacar una toalla de una cubeta y pintar un área del piso con el paño húmedo. Pronto, la tela se escurre y el agua es reabsorbida del piso y depositada en otra cubeta. Los autos pasan a toda velocidad y, a veces, la gente también.

En su libro Frames of War: When is Life Grievable?, Judith Butler señala que una concesión de humanidad ocurre cuando una vida en particular, o grupo de vidas, se considera lamentable. La autora expone los afectos particulares que están vinculados al duelo: «el duelo abierto está ligado a la indignación. Y la indignación frente a la injusticia, o incluso la pérdida insoportable, tiene un enorme potencial político». Este es el potencial político que Margolles golpea y redirecciona sutilmente, fusionando un cambio en la ontología del objeto de arte (privilegiando la sombra, no la estructura) con la coloración del afecto (la audacia radical de presentar el confort junto a la indignación). Al hacerlo, La sombra no elude el dolor real experimentado por los sobrevivientes y, con suerte, por la población de Los Ángeles. Por el contrario, la artista lo refiere al emplazar estos sitios cargados de muerte en terrenos políticamente más fértiles.

Postdata: en la primer semana que La sombra se levantó como centinela en el Echo Park Lake, un hombre fue apuñalado a pocos metros. Llamarlo una cruel ironía sería un gran prejuicio a la vida de los difuntos y al propósito del proyecto de Margolles. En su lugar, llamémoslo como lo que es: innecesario, horrible.

Andy Campbell es profesor adjunto de Estudios críticos en la USC Roski School of Art and Design en Los Ángeles, California. Su trabajo se centra en la política de la identidad visual dentro de las comunidades internacionales, junto a las ricas potencialidades de prácticas basadas en el archivo. Sus escritos se han publicado en Artforum, Pastelegram, Art Lies, The Austin Chronicle y Syllabus.


[17 agosto 2016]

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