Cn
Ren Hang (Jilin, China, 1987- 2017). Imagen tomada de kleinsungallery.com
Ren Hang, 2012. Imagen tomada de alaiskmurasaki.cl
Ren Hang, 2014. Imagen tomada de welkermedia.com
Ren Hang, 2014
Ren Hang, 2010
Ren Hang, 2016
Ren Hang, 2011
Ren Hang, 2012
Ren Hang, 2012
Ren Hang, 2015
Ren Hang, 2013
Ren Hang, 2015

La partida de Ren Hang: el infinito en dos dimensiones

27.02.2017

José Acévez

A unas semanas de cumplir los 30 años, el prolífico y transgresor fotógrafo Ren Hang decidió quitarse la vida. Esta última decisión bien podría verse como el acto conclusivo de una carrera adjetivada desde la rebeldía implícita y la honestidad como atrevimiento. Y más cuando se encontraba en la cúspide de su consolidación como artista: de visita por algunas ciudades europeas para promocionar la monografía de su trabajo, editado por la prestigiosa editorial Taschen, y para inaugurar la exposición en solitario que se exhibirá en el Foam de Ámsterdam, uno de los museos de fotografía más reconocidos a nivel mundial.

Originario de Changchun, capital de la provincia de Jilin, en el noreste de China, Ren Hang comenzó a hacer fotografía en 2008, mientras estudiaba publicidad en Pekín. Desde entonces, su apuesta fue contundente, radical y provocadora: jóvenes desnudos (hombres y mujeres) retratados en situaciones que asemejaban actos performativos, e incluían elementos orgánicos (animales, flores, fluidos corporales) en escenarios donde lo privado y lo público se diluye: grandes bosques, recámaras mal iluminadas, azoteas de inmensos y anónimos edificios.

Su propuesta fotográfica no sólo es potente, vital y provocadora; es un elogio a la rebeldía en un contexto sociopolítico autoritario. En su país natal, la obra de Hang muchas veces fue censurada y criticada —de forma similar a lo que ocurre con su coterráneo Ai Weiwei.

Además, en su trabajo se reflejaron maneras mucho más poéticas, reales y honestas de retratar la sexualidad en Oriente sin recurrir a lo hentai o al exotismo. Con sus fotografías, Ren Hang fue capaz de incluir a China en las estéticas de la posmodernidad hiperconectada. Al mostrar las formas de vivir la sexualidad en la contemporaneidad, desmitificó, a su vez, la estereotípica imagen rígida y estéril de la vida afectiva en China, e hizo retratos entrañables de la homosexualidad y la bisexualidad —temas tabú o poco explorados en las estéticas orientales.

A pesar de que aseguró en varias entrevistas que su mirada no era política, es inevitable ver en sus fotografías una postura que cuestiona las formas en que nos relacionamos afectivamente en este tiempo. Su trabajo nos permite imaginar el sexo fuera de la idílica pornografía, del amor romántico, de los parámetros de belleza dominantes o del género como categoría binaria. En cambio, nos invita a imaginar una realidad donde las parafilias no necesitan una explicación clínica, donde los deseos no tienen una contraparte biográfica, donde el cuerpo es la única propiedad privada legítima cuyo despliegue y exploración son tan infinitos como la voluntad.

Fuimos testigos de su depresión y de los diarios poéticos que publicaba en su página web. Su suicidio revive la constante duda del vínculo entre la sensibilidad artística y los desniveles de serotonina. Su legado, para la generación a la que pertenecía —y a la que apelaba—, es invaluable. Es triste e injusto perdernos de su trabajo: tan ávido, tan humildemente rebelde, tan nuestro.

José Acévez cursa la maestría en Comunicación en la Universidad de Guadalajara. Escribe para el blog del Huffington Post México y colabora con la edición web de la revista Artes de México.

[27 de febrero de 2017]

José Acévez

siguiente

Newsletter

Mantente al día con lo último de Gallery Weekend CDMX.