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Hillary Clinton y Anna Wintour. Imagen tomada de nymag.com
Michelle Obama y Melania Trump. Imagen tomada de aol.com
Portada de la revista Marie Claire México (2014)
Imagen tomada de marieclaire.com.mx
Angélica Rivera en el video Precisiones sobre la propiedad de Sierra Gorda 150 - Sra. Angélica Rivera de Peña, en Youtube.
Portada de la revista Vanity Fair (2015)

Opinión: ¿Qué papel juegan la moda y las revistas de moda en la política actual?

23.11.2016

“Menos es más”. Así, entre elogios, es como la coordinadora de Marie Claire escribió sobre el estilismo que la Primera Dama de México, Angélica Rivera, y su hija, vistieron para el número de portada de la revista en 2014. No fue la primera vez que la esposa de un presidente latinoamericano posara para la prensa de moda, pero sí con ese semblante; típicamente esos retratos tienden a tener un tono empresarial o familiar. Menos formalidad, más espectáculo. Más piel, menos política. En el sentido, claro, de que los sistemas políticos tienden a ser conservadores, porque ya se sabe: la moda siempre es política.

Crucemos la frontera (mientras podamos). En su primera aparición pública luego de su derrota en las elecciones presidenciales, Hillary Clinton presentó un discurso cuidadosamente urdido, no sólo desde la profundidad de sus palabras —”Más de una vez en esta semana no he querido salir de mi casa”, dijo— sino desde el discurso de su imagen personal. Mientras El País describió a una Clinton “visiblemente cansada”, medios como Vogue dedicaron titulares a aplaudir que prácticamente no llevara maquillaje: una extraña y eficaz forma de legitimación.

Por supuesto, que Vogue apoyara a la candidata presidencial no es un secreto. En octubre oficializó su apoyo a Hillary Clinton, un acto sin precedentes para la revista dominante de la industria. Así lo demostró con un contenido tras otro en relación con la excandidata, demostrando en ocasiones un agudo olfato en las implicaciones políticas del lenguaje del vestir. Es el caso de un artículo donde se describió el simbolismo del atuendo morado que Michelle Obama vistió en un encuentro en la Casa Blanca con Melania Trump. La hipótesis: fue una muestra de solidaridad con los Clinton. ¿Y qué hay de los silencios en la redacción? En apenas un renglón se describió en términos generales la ropa que llevó la esposa de Trump, sin marcas ni halagos.

Además de la clara postura de Anna Wintour, Elle y Glamour estuvieron del lado de Clinton. La moda entera en Estados Unidos estuvo de su lado, como lo afirmó el Consejo de Diseñadores de Moda Americanos. ¿Pero podrá aprender esta industria a aceptar y trabajar con la nueva Primera dama de Estados Unidos? En México la respuesta es un largo sí –monótono y desanimado–, síntoma de que no hay opiniones contrastantes entre las revistas de moda. No hay discusión. Ojalá me equivoque: hasta ahora no se ha visto ningún apoyo editorial abierto a protagonistas de oposición, por ejemplo a Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel López Obrador.

¿Las revistas de moda deberían tener una postura sobre las decisiones del gobierno? ¿Si la omiten es síntoma de desavenencias comerciales o simple desinterés político? De cualquier modo, ¿son capaces de despertar algo más que una frívola descripción de un atuendo llevado en un evento público?

Detrás de la portada de Rivera y su hija se promovió una alianza con la editorial en México y Latinoamérica para apoyar a fundaciones altruistas. Ese mismo año, una temporada después, se desató el escándalo de la llamada Casa Blanca, residencia con un valor de 7 millones de dólares que detonó nuevos comentarios respecto a la complicidad del Presidente con Grupo Higa. Más es más. ¿Habría aceptado Marie Claire el trato después de esta noticia? Sería interesante saberlo.

Cómo olvidar cuando en octubre de 2015, Margarita Zavala vistió la portada de Vanity Fair. La revista de estilo de vida, género siempre cercano a la moda, abrió sus páginas para que la exprimera dama hablara “sobre cómo se invertirán los papeles con su esposo ahora que ella es la protagonista”. La plataforma fue idónea para que Zavala se dirigiera a hombres y mujeres, con cierto nivel adquisitivo, que se interesan en las historias de actualidad de la sociedad mexicana y global. Y así lo dijo: “Quiero ser presidenta de México, sobre todo para salvar esa diferencia enorme [entre este país y aquellos en donde se aplican las leyes]”.

“Por necesidad, los editores y contadores de historias necesitamos crear estrellas. Tenemos páginas que llenar”, mencionó Nicole Phelps, directora editorial de Vogue Runway en un diálogo publicado en Vestoj. ¿Es posible imaginar que alguna revista de moda en México publique una entrevista o, mejor aún, dedique su portada a la candidata indígena que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ha anunciado que lanzará en 2018? La historia sería impresionante. La dificultad de vislumbrarlo reside, por una parte, en esperar que en México sean revistas como las de Condé Nast las que apuesten por ideas radicales. Tal vez sean esas grandes historias las que puedan hacer crecer a ciertas revistas pequeñas y autónomas que ahora circulan en la escena de la moda —en desarrollo— en México. Vale la pena notar que con pocos años en México, I-D camina por ese rumbo, donde incluso se han referido a los problemas sociopolíticos de la administración actual.

 

Carolina Haaz es comunicóloga por la Universidad de Sonora. Fue coordinadora editorial de la edición en línea de Código, actualmente es responsable de prensa y redes sociales en el Centro de la Imagen. Ha escrito sobre moda, diseño y ciudad en distintas publicaciones, entre ellas Folio, Vocero, Frente El Fanzine.

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