La creación de Helen Escobedo (1934-2010) —una de las artistas más destacadas y versátiles de la segunda mitad del siglo xx en México— se vio influida por la búsqueda de la integración del arte y del espacio. Su constante desafío a los modelos culturales la llevó a emanciparse de la reglas para correr el riesgo de la experimentación. Su obra reflejó la preocupación por el ser humano y su relación con el entorno —calidad de vida, ecología, agua y derechos humanos— y se suscribió al plano conceptual y efímero, aunada al principio de utilizar materiales de reciclaje y naturales.

Entre sus trabajos más destacados se encuentra la colaboración en el diseño del espacio escultórico de Ciudad Universitaria, así como su participación —junto con el artista Mathias Goeritz— en la llamada Ruta de la Amistad de los juegos Olímpicos México 68. Fueron, sin embargo, las instalaciones las que caracterizaron su obra artística y las que le permitieron abrir puntos de exploración y reflexión sobre el proceso artístico para darle una nueva rúbrica al arte en México.

Determinada a trabajar in situ y con plena conciencia de la corta duración de la obra, Helen siempre se preguntó por el espacio en donde se encontraba, no por el espacio físico ni por el objeto sino por aquel donde se construye la experiencia y la memoria colectiva. La primera retrospectiva de esta figura clave en el devenir del arte contemporáneo en México es la exposición que presenta el Museo de Arte Moderno: Helen Escobedo. A escala humana, que incluye instalaciones, diseños arquitectónicos, obra gráfica, escultura y maquetas.