Desde el 2 de octubre y hasta el 25 del mismo mes, Galería Diéresis, ubicada en Guadalajara, presenta Habitación de oro de Javier Barrios y L.P. Laberintos y parábolas de Ana Quiroz.

En Habitación de oro, el artista (Guadalajara, 1989) reflexiona en torno al concepto de “progreso” como una conducta de autosabotaje en los distintos estadios de la humanidad. Son los medios de producción, la distribución de la riqueza, la división de labores y el consumismo los que han condenado al colapso a nuestra sociedad.

Dentro de esta reflexión, Barrios crea Habitación de oro para cuestionar las dinámicas de producción actuales y sus repercusiones ambientales dentro de una civilización que, a pesar de ser eficiente, también resulta ser susceptible ante estos cambios.

En las últimas décadas, los apicultores han sido unos de los grupos más vulnerables ante el desequilibrio de la naturaleza, generado por el dominio del ser humano. Grupos enteros de abejas han desaparecido abruptamente y, en consecuencia, la alimentación de todo el planeta se ha visto afectada.

Así es como en su obra, el artista dispone tres paneles que retratan campos de cultivo de maíz. Por medio de miles de casquillos de bala crea los panales construidos por abejas. Cada proyectil representa un elemento importante de la cadena alimenticia. Así, la violencia de la bala cobra connotaciones diferentes con significados que refieren a la digestión y la nutrición. De esta manera, el trabajo de Barrios también discurre sobre la dependencia de la sociedad de consumo a los monocultivos, como es el caso del maíz.

Por su parte, en L.P. Laberintos y Parábolas, Ana Quiroz (México, 1966) construye un diálogo sobre la historia. Las formas geométricas del laberinto y la parábola son utilizadas como recursos para realizar metáforas sobre el tiempo.

En la obra de la artista, el círculo tiene un papel predominante. Representa el devenir histórico del ser humano como un tiempo cíclico que siempre vuelve a sí mismo, el del eterno retorno de Nietzche que sólo es superado cuando se logra vivir sin miedo. En tanto que la parábola alude también a esta noción y al repetitivo movimiento de traslación que realiza la Tierra alrededor del Sol.

La incertidumbre que genera vivir es simbolizada por Quiroz a través de la idea del laberinto. Es un lugar diseñado para confundir a cualquiera que se adentre en él. Pero también representa el camino que forzosamente debe recorrer el ser humano en su acontecer.

De esta manera, distintos objetos como los caramelos Life Savers, un fémur, un espejo o un disco de vinilo adquieren nuevos significados, dentro de un contexto de crítica a las contradicciones y problemáticas que supone la condición humana.

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[9 de octubre de 2014]