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Entrevista: Gabriel Sierra en kurimanzutto

20.11.2013

A través de intervenciones a objetos cotidianos e instalaciones que precisan la interacción con el espectador para adquirir sentido, Gabriel Sierra explora el lenguaje arquitectónico —desde una perspectiva antropológica— y el potencial de los códigos de comunicación. Su formación como diseñador industrial y su interés por el arte y la arquitectura lo han llevado a conjugar las posibilidades de las tres disciplinas para cuestionar las percepciones que tenemos de la vida cotidiana y las relaciones que establecemos con nuestro espacio circundante. Para Sierra existen fronteras difusas entre la función, la utilidad y el pensamiento subjetivo, así como sucede entre el diseño, la arquitectura y el arte.

Código platicó con Gabriel Sierra a propósito de su primera exposición individual presentada en kurimanzutto, para la que realizó un intervención que invita al espectador a transformar su interacción con el espacio.

¿Cuáles son las principales dificultades que has tenido al abordar la práctica artística desde tu formación como diseñador industrial?

Desde mi perspectiva, la gran diferencia es que la arquitectura o el diseño —con respecto al arte— tienen un compromiso social, responden a una serie de factores que se deben tomar en cuenta porque de alguna u otra manera afectan la vida de las personas. Si los ejercicios y resultados de estas disciplinas los relacionamos con el arte, no tendrían una función específica.

Eso no significa que carezcan de importancia. Al contrario, precisamente la dificultad y el misterio del arte residen en que éste no tiene una función. Y eso es justamente lo que me gusta.

Siempre trato de conectar mi trabajo con eventos reales: con momentos de la historia o experiencias personales. Cuando se tienen experiencias vinculadas con el trabajo de un arquitecto o diseñador, la relación con la práctica artística es diferente. Aunque actualmente el arte es tan complejo que quizá me equivoque. Pero la responsabilidad como artista o como diseñador es la misma; no obstante, si una obra sale mal no tiene las mismas consecuencias que un edificio o una silla mal planeada: nadie se muere ni se enferma. En cualquiera de los casos la responsabilidad es lo que cuenta. Son demasiados factores que hay que tener en cuenta.

En mi trabajo, por ejemplo, existe una idea patente de la relación que se establece entre los espectadores y la obra, tanto desde la perspectiva visual como de la psicológica. Normalmente trabajo con arquetipos y me interesa mucho el lenguaje: cómo nos relacionamos con la realidad y cómo construimos las cosas. No sólo las palabras o los libros contienen información. Una silla, un muro de piedra, una pared, todo tiene códigos. Las formas y los materiales con los que están fabricados comunican. Nosotros nos comunicamos con el mundo a partir de las cosas que construimos y que han sido construidas por alguien más. Se trata de relaciones complejas a las que no le damos suficiente importancia.

En el pasado era más trascendental la información que podía contener un edificio, un vestido, o cualquier objeto: estaban mediados por el animismo, la religión, etc. Actualmente es un fenómeno que está más ligado a la apariencia de las cosas: no importa el contexto o la procedencia, sino las cualidades estilísticas que desentonan con las necesidades y expectativas de la gente. La arquitectura, en este sentido, no ha evolucionado excepto en su acercamiento con la tecnología y los materiales. Estructuralmente, la función es igual: el techo, la puerta, la ventana, la calefacción… La arquitectura hoy en día  está obsesionada con la imagen, se preocupa por cómo debe lucir en las revistas o cómo se ve desde el exterior. Pero a nadie le importa las experiencias de quien habita un edificio. Mi trabajo está muy relacionado con estas preguntas: ¿Por qué la arquitectura no ha evolucionado?, ¿por qué nuestras ideas obedecen más a lo técnico que a lo psicológico o ideológico?

En Estructuras para transición intento demarcar a través de diferentes objetos los desplazamientos de un lugar a otro. Generalmente nadie le da importancia a este tipo de acentos arquitectónicos dentro del espacio de las galerías. Por ello comencé a trabajar en esta serie. En kurimanzutto hay dos de estas estructuras: ambas son una interpretación de la escala antropomórfica Modulor —diseñada por Le Corbusier—, basadas en las medidas del arquitecto alemán Ernst Neufert. Todos los objetos que están en la exhibición están colgados en las paredes siguiendo las proporciones de Modulor, cuyo objetivo es redistribuir la información y los elementos de la arquitectura en forma general. La muestra también incluye una serie de cajones de apariencia bidimensional —como si fueran pinturas—, pero al entrar en contacto con las personas develan sus cualidades tridimensionales: el espectador descubre que son objetos reales. Todos los objetos están colocados como las alturas de Modulor, pero desde una perspectiva irónica: exagero un poco las cosas porque en ocasiones esta información no funciona en determinados contextos. Generalmente pienso que la acción de crear una pintura o un dibujo es un acto creativo puro. Mientras que en el diseño o en la arquitectura se deben seguir determinados patrones, a menos que sea algo subjetivo.

¿Cómo consideras el espacio al momento de plantear una obra?

Me interesa mucho que los objetos habiten un lugar. Que inciten a dudar si eso estaba ahí o no. Si pones una botella en cualquier espacio puedes pensar: «alguien puso una botella aquí». Pero en una galería surge la duda: «no es una botella, es una escultura». En el caso de mis piezas, me gusta cuando el espectador confronta un objeto. El trabajo del artista funciona cuando el objeto está dentro de la mente del espectador, cuando la lógica de tus ideas habita la cabeza de quien observa. No importa si no entiende lo que tú propongas, cada quien tiene su propio contexto e interpretaciones.

En relación al espacio, la distancia entre las cosas me obsesiona mucho. Me interesan las formas y los materiales de los objetos, porque nuestro cuerpo actúa como coreógrafo: nos movemos según las proporciones del espacio. Lo que hace a un lugar auténtico es la percepción y la conexión que se establece con él. Es la atmósfera y no el edificio en sí mismo: la luz natural, el olor de los materiales, toda la fenomenología que define un lugar. Lo que yo  intento es inducir al espectador a que se comporte de una manera particular.

Muchos de los materiales que utilizo en esta exposición son madera, piedra y paja. Hay algunos rectángulos de paja que hice con la intención de que parezcan pinturas. La paja, por ejemplo, es un material muy interesante: el hombre sobrevivió y se adaptó a su medio usando paja desde el principio de la civilización. La utilizaban para hacer fuego, dormir, rellenar muebles, empacar y transportar cosas. Los materiales tienen códigos y simbolismos. Pero desde que toda la atención se centra en la superficie, ya no importa lo que significa un material.

¿Cuál es el juego presente en el nombre de la exposición ggaabbrriieell ssiieerrrraa?

Generalmente la gente siempre le pone un título a su exposición. Recuerdo que las primeras exposiciones de arte no tenían títulos, sino el nombre del artista. Lo que yo quise fue fusionar el título y el nombre del artista en una sola frase.

La idea surgió a partir de un sello que hice para marcar mis dibujos. Mi nombre no alcanzaba a dar la vuelta sobre el soporte y dupliqué las letras hasta cerrar un círculo. Me gusta porque se modifica la estructura morfológica y fonética: toma más tiempo leerlo, su sentido se transforma y al pronunciarlo se expande. Es más un sonido que una cosa.

Así como en el título, la expansión funciona con los objetos: exagero algo y trato de cambiar su función, como si fuera una broma que al mismo tiempo no lo es. Es un ejercicio similar al de Estructuras de transición: reinterpreto y distorsiono el concepto de Modulor, como en mi nombre. Se trata de bromas en cuanto a la funcionalidad de un objeto. Es una manera de hacer efímero lo temporal.  En general me gusta mucho el humor, es un lenguaje universal, casi un lujo. Las cosas más serias suelen decirse entre bromas.

www.kurimanzutto.com


En paralelo a la exposición de Gabriel Sierra, kurimanzutto inaugura la primera exhibición individual en México de Marieta Chirulescu. Lee aquí la entrevista que le hicimos.


[19 de noviembre de 2013]

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