Las residencias para artistas no son iniciativas novedosas en el panorama del arte. Se pueden recordar la Residencia Yaddo (1900) en Nueva York, fundada en Fundada por el financiero Spencer Trask y su mujer Katrina, o la Residencia de Estudiantes (1918) en Madrid —donde estuvieron Salvador Dalí y Luis Buñuel. Pero en el presente han tomado un nuevo giro: mientras que en la primera mitad del siglo XX nacieron como una nueva forma de patronazgo, en los últimos 15 años han buscado promover un modelo educativo para establecer una relación directa y efectiva con su entorno.

En este contexto se encuentra uno de los proyectos más recientes emplazados en territorio mexicano: Fundación Casa Proal. No es sorpresa que nuestro país sea uno de los principales destinos para ejercer la práctica artística: desde la década de los noventa la escena del arte ha tomado una fuerza extraordinaria que, a pesar de sus tensiones naturales, ha ofrecido tanto a artistas locales como internacionales un panorama amplio de diversidad creativa. Y éste es, quizás, el momento propicio para impulsar un proyecto de su tipo.

Ubicada en el municipio de San Rafael, en el Estado de Veracruz, la Fundación Casa Proal es una residencia para artistas con un programa de vinculación social. La razón de su sede está relacionada con la historia de la casa, pero aprovecha su contexto para generar iniciativas en una zona de amplio patrimonio aunque con baja oferta cultural. Alejarse del centro del arte en México para hospedar artistas en una zona natural, rodeada de lagos y vegetación abundante tiene como propósito vincular el arte con la naturaleza con fines creativos y educativos, cuyos resultados sean de mutuo beneficio entre los artistas y la comunidad de la región.

La Fundación Casa Proal fue fundada en junio de 2015 por Carlos Couturier, su actual director, con el objetivo de ofrecer un espacio de producción a artistas de diferentes países de habla francesa interesados en explorar la relación entre el arte y la naturaleza. El programa invita a desarrollar un proyecto in situ a lo largo de cuatro meses mientras los artistas se hospedan en una casa decimonónica de herencia francesa y tradición mexicana.

Aunque su historia apenas comienza, el espacio que la alberga tiene un legado y una belleza arquitectónica distintivos que datan de finales del siglo XIX. La antigua casa donde los artistas residentes se pueden hospedar fue construida en 1896 por la familia Proal, formada por colonos franceses de la Costa de oro que se establecieron en San Rafael para dedicarse a la agricultura y la cría de ganado. En ese entonces, la construcción se caracterizaba por un soberbio estilo clásico-colonial acoplado a las necesidades del campo: techo en formas de pagoda, galerías cubiertas con columnatas en el segundo piso y muros de arcilla local. Por su parte, la planta baja se distinguía por sus columnas a manera de pórtico y su suelo con baldosas de arcilla.

A más de un siglo, Couturier restauró la casa —sin intervenir la estructura arquitectónica original— y la acondicionó para albergar a jóvenes artistas. La actual disposición se adapta a las condiciones del entorno y genera zonas de convivencia entre los residentes y la comunidad local. Además, como parte del programa de renovación, y con el objetivo de generar la identidad del proyecto, la fundación colaboró con el estudio Sociedad Anónima para el diseño de imagen.

Los ejes rectores de la Fundación Casa Proal son el arte y la educación, concebidos bajo un esquema de experimentación artística e intercambio interdisciplinario. Si bien las operaciones de la Casa están basadas en las residencias para artistas, el proyecto no se enfoca exclusivamente en la producción de obras, sino también en las posibilidades creativas, de investigación y diálogo, que puede detonar la relación entre arte y naturaleza. Sus objetivos principales son contribuir al contexto cultural de San Rafael, colaborar con artesanos locales en una dinámica de mutuo aprendizaje, proporcionar becas de producción in situ a artistas francoparlantes y establecer en escuelas primarias de la región el programa de educación artística denominado Las clases de arte y naturaleza.

Con base en ellos, la primera fase de la Fundación, de julio de 2015 a julio de 2016, busca desempeñar funciones a través de tres programas: 1) Residencias de artistas: convocar a artistas jóvenes y emergentes para recibir una beca y realizar una estancia de producción durante cuatro meses, 2) Clases de arte y naturaleza: programas educativos-artísticos realizados en colaboración con maestros para inculcar el respeto a la naturaleza a estudiantes de nivel primaria y 3) Creación en lugar: invitará cada seis meses a un artista mexicano y/o norteamericano de talla internacional para crear una obra monumental basada en el contexto natural, histórico o arquitectónico del lugar.

El primer programa de residencias de artistas tuvo lugar de julio a octubre de 2015 con la participación de Flora Vachez, que desarrolló el proyecto Un mundo flotante, relacionado con el Río Bobbo, y Liza Trottet, que con Prisma levantó una «arquitectura de la mente» que funcionaba tanto como cámara de abstracción como un espacio abierto a la naturaleza.

Realizadas cada cuatro meses, buscan ofrecer a los artistas y a los locatarios nuevas lecturas del paisaje natural y social de la región. Los resultados de cada proyecto se presentarán tanto en una exhibición en Casa del Lago como en un espacio al aire libre en Casa Proal. Las próximas residencias se realizarán de febrero a mayo y junio a septiembre a través de una convocatoria abierta en línea.

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Realizadas cada cuatro meses, buscan ofrecer a los artistas y a los locatarios nuevas lecturas del paisaje natural y
social de la región. Los resultados de cada proyecto se presentarán tanto en una exhibición en Casa del Lago como
en un espacio al aire libre en Casa Proal. Las próximas residencias se realizarán
de febrero a mayo y junio a septiembre
a través de una convocatoria abierta
en línea.