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Alighiero Boetti, Tutto (1988-1989). Colección CIAC
Ana Mendieta, Untitled (Silueta del laberinto (1976). Colección CIAC
Damián Ortega, Treme-Treme (2009). Colección CIAC
Fritzia Irizar Rojo, Sin título Sobre el desgaste (2006). Colección CIAC
Gabriel Orozco, Cementerio 2 (2002). Colección CIAC
Joseph Beuys, Diagramma terremoto (1981). Colección CIAC
Lawrence Weiner, Small Piles of Those Things that Fall Through the Cracks in the Floor (1989). Colección CIAC
Lothar Baumgarten, Antizipierte Gürteltiere (1969). Colección CIAC
Mona Hatoum, Twins II (2006). Colección CIAC
Pablo Vargas Lugo, Bonampak News (2006). Colección CIAC

Entrevista: Tatiana Cuevas sobre Rastros y Vestigios...

18.02.2016

El próximo 26 de abril será inaugurada Rastros y Vestigios. Indagaciones sobre el presente en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en la Ciudad de México. Bajo la curaduría de Tatiana Cuevas, la muestra corresponde a la tercera revisión de la Colección Isabel y Agustín Coppel. Abraham Cruzvillegas, Richard Long, Gabriel Orozco y Ed Ruscha son algunos de los artistas cuyas obras serán expuestas en la exhibición. Cuevas propone introducir al espectador en un debate sobre la autenticidad, las omisiones, los estereotipos o las ficciones que por la búsqueda de dominación o explotación, surgieron de la especulación arqueológica o de la interpretación equivocada de signos culturales en contextos ajenos. Código entrevistó a la curadora sobre esta aproximación metafórica al arte contemporáneo:

 

Rastros y vestigios llegará a San Ildefonso. Sabemos por su exhibición anterior en el Museo Amparo que la muestra propone un espacio incluyente donde los espectadores cuenten con las herramientas necesarias para indagar y comprender la exposición. ¿Hacia dónde va la reflexión sobre la obra expuesta?

La muestra surge a raíz de una consideración sencilla pero fundamental: los lenguajes y manifestaciones del arte contemporáneo siguen siendo un enigma para buena parte del público, de ahí que la exposición proponga un ejercicio que nos coloca a todos, desde los que nos dedicamos al arte contemporáneo hasta los que por primera vez se acercan a él, en una misma situación: enfrentarnos a un grupo de objetos que en primera instancia podrían presentarse como extraños o ajenos, para especular sobre lo que quieren decir.

A manera de un inventario de fragmentos culturales de los siglos XX y XXI, estas obras se ponen a consideración como testimonios de una amplia red de significados económicos, políticos, sociales, culturales e ideológicos que determinan la obra de arte. La exposición plantea un ejercicio de especulación para un observador ajeno a nuestro tiempo y cultura, un posible arqueólogo del futuro que se proponga explicar las problemáticas y contradicciones de nuestro tiempo. El ejercicio adopta uno de los procesos básicos de la indagación arqueológica, que subvierte la condición original de un artefacto haciéndolo pasar de ser un objeto mudo a testigo de todo un entorno social y cultural.

 

En cuanto a las herramientas que se desarrollaron para facilitar al público el acercamiento a las piezas, por un lado cada una de ellas está acompañada por un texto breve que ofrece información sobre sus procesos y contexto. Por otro, se preparó una App de descarga gratuita y una audioguía con declaraciones de los artistas e información adicional sobre las piezas.

 

¿Cuáles son los retos físicos para la presentación de esta muestra en cuanto a la configuración de otro espacio expositivo? 

Toda muestra itinerante sufre modificaciones al llegar a una nueva sede. Los diálogos establecidos entre las piezas generalmente se refuerzan a lo largo de la itinerancia, pero también se refrescan cuando la disposición arquitectónica de la nueva sede te obliga a replantear algunos vínculos. En este caso, incluso se renovó la selección de piezas incorporando adquisiciones recientes por parte de la Colección Isabel y Agustín Coppel que se integraban al discurso curatorial; por otra parte, algunas piezas tuvieron que salir de la exposición pues debido a un traslape de fechas estaban comprometidas para otra muestra de la colección que viaja a Bogotá. Los espacios del Instituto Cultural Cabañas, donde inició la muestra, del Museo Amparo, y del Antiguo Colegio de San Ildefonso, podrían parecer muy distintos pero ha sido interesante observar que un aspecto que las tres sedes comparten al ser edificios coloniales –la disposición de salas largas que se continúan una después de otra– y que considerábamos un reto en términos de distribución de obras y recorrido, ha potenciado la experiencia de la muestra como emulación de una visita a un museo de sitio en donde te vas encontrando las piezas aisladas, con suficiente espacio entre una y otra e incluso a veces solitarias en una sala, enfatizando su carácter de vestigio. Además, principalmente en el caso de San Ildefonso, las salas en sí mismas contienen vestigios de los distintos periodos de construcción del edificio, lo cual agrega un nivel adicional al discurso curatorial.

 

¿Podrías contarnos sobre alguno de los criterios de selección de las obras?

El primer criterio que determinó la selección fue la decisión de trabajar exclusivamente con el acervo de la Colección Isabel y Agustín Coppel (CIAC), es decir, el discurso curatorial se definió a partir de los límites de ese “universo” –evitando ampliar la selección con préstamos de otros acervos– pues me interesaba dar cuenta de la mirada de un coleccionista/una colección. Esta decisión evidentemente constriñe las posibilidades del discurso curatorial, pero al mismo tiempo revela la conformación de un acervo que ha logrado congregar no sólo algunas de las propuestas más representativas de la producción artística de las últimas décadas sino también un muestreo de los acontecimientos y problemáticas que el mundo ha enfrentado en estos años.

El segundo aspecto que determinó la selección fue la idea de transmitir un sentido de desolación a lo largo de la muestra, de manera que las piezas fueron conscientemente seleccionadas por constituirse como escenarios deshabitados u objetos en desuso. En ninguna de ellas está presente la figura humana, excepto una pieza de Jonathan Hernández (Vulnerabilia (water, fire, mass, ruins), 2005), que muestra un archivo visual de la prensa impresa que da cuenta de la manera en que se representa el mundo desde los medios y cómo estas imágenes –en estricto sentido no son personas sino ideas– se fijan en el imaginario colectivo. De esta manera, todas las piezas en la exposición se conforman como huellas o evidencias de acciones, acontecimientos, memorias de algo que ya no está ahí.

 

 


Rastros y Vestigios. Indagaciones sobre el presente será presentada en el Antiguo Colegio de San Ildefonso a partir del 26 de abril de 2016.

 

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