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Ocarinas para La vida en los pliegues (2017). Fotografía de Abigail Enzaldo. Cortesía de Estudio Amorales y kurimanzutto.

Entrevista con Pablo León de la Barra

Entrevista 15.05.2017

Daniel Montero

Daniel Montero entrevistó a Pablo León de la Barra, quien será curador del pabellón de México en la 57 Bienal de Venecia.

Después de participar en la 50 Bienal de Venecia como parte del pabellón nacional de Holanda, Carlos Amorales representará a México en la edición 57 de la exposición de arte más importante a nivel internacional. Pablo León de la Barra fue el curador detrás del pabellón mexicano, en entrevista con Código comparte los detalles sobre esta colaboración con el artista.

— ¿Cómo ha sido el trabajo con Carlos Amorales para este proyecto?

Para la Bienal de Venecia de este año hubo un cambio importante en la convocatoria: seleccionaron primero a los artistas y, después, ellos escogerían al curador con el que querían trabajarían. Yo tuve el honor de ser invitado por Carlos Amorales. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y siento que esta colaboración es parte de una relación que hemos tenido en diferentes momentos de nuestras carreras. Hace aproximadamente trece o catorce años hicimos un proyecto juntos en Londres y, más recientemente, en 2016, formó parte de la exposición del Under the same Sun en el Museo Guggenheim.

Respecto al trabajo de curaduría, es diferente realizar una exposición temática o histórica que el trabajo uno a uno con un artista. El proceso es diferente y mucho de lo que haces como curador, en estos casos, es acompañar. Es como estar en un juego de ping-pong, donde se establece un diálogo en torno a sus ideas, la relación de su propuesta con trabajos anteriores, y cómo se puede desplegar el proyecto en diferentes direcciones.

Por su parte, la Bienal de Venecia se caracteriza, en general,  por presentar a un solo artista para las representaciones de los pabellones nacionales. Y es el artista el que está al frente del proyecto, el curador lo acompaña, dialoga con él, esclarece el contexto y ayuda a articular lo que el artista está haciendo. Desafortunadamente, y es importante mencionarlo, se continúa seleccionando al artista cinco meses y medio antes del evento. Es un aspecto en el que se ha insistido en las diferentes ediciones de la bienal, pero aún no se ha solucionado. Al menos se debería contar con un año de preparación, porque sólo tienes cinco meses y medio para hacer la producción y el envío. Amorales es una persona increíble que juega en equipo con muchos colaboradores, y cada quien pone lo mejor de sí para producir el mejor resultado. Sin embargo, si el artista elegido tiene más tiempo para producir, obviamente eso se verá reflejado en el trabajo y en la presentación. Como Amorales es una máquina, en cinco meses hizo lo que se tendría que hacer en un año, pero con un poco más de tiempo todos se beneficiarían.

—¿Cómo caracterizarías el trabajo de Carlos Amorales?

El trabajo de Amorales es un caso muy particular en la escena mexicana. Desde que vivió en Holanda, ha desarrollado su propio macrocosmos de intereses y de formas. También es independiente de grupos y escuelas. Desarrolló una voz que es extremadamente articulada y creó un cuerpo de obra total donde cuestiona los límites de las artes visuales y las intersecta con muchas otras disciplinas, como el diseño gráfico, la música, la animación, el cine y el cómic. Es alguien que siempre está empujando los límites de lo que entendemos como artes visuales y del mismo trabajo artístico. El proyecto que presenta en la Bienal de Venecia representa todo esto: es una obra completa que funciona a diferentes niveles que, a su vez, están en constante diálogo, tensión o produciendo reverberaciones. Se trata de una obra de arte bastante compleja, se relaciona con muchas cosas que están sucediendo hoy, toma una actitud política sin ser meramente política y se enfrenta a la idea de la oscuridad del ser humano de una forma muy interesante. Además, confronta la idea de la otredad, de cómo nos relacionamos con el otro, que aún está muy vigente.

Daniel Montero

Investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es autor del libro El Cubo de Rubik: arte mexicano en los años 90.

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