Cn

Entrevista a selgascano

19.07.2012

En su estudio a las afueras de Madrid, los arquitectos José Selgas y Lucía Cano nos reciben para platicar del caos, lo vulgar y el uso de materiales y colores; conceptos y propiedades fundamentales de su obra.

Tienen su estudio en las afueras de Madrid, lejos del bullicio de la ciudad. Creo que eso es una decisión radical, casi un statement. ¿De que manera este entorno nos habla de sus intereses e intenciones?

José Selgas: Yo no diría radical, es decir, para el arquitecto es bastante habitual y necesario tener contacto permanente con el mundo natural. En este caso nuestro interés mayor radica en esa relación del hombre con la naturaleza. Lo que hacemos inicia siempre con un interés personal; en cualquier proyecto siempre estás tú o está hecho para ti, y nos interesa mucho que lo que hagamos esté hecho para nosotros mismos, porque nos consideramos unas personas bastante vulgares. Nos sentimos como de la medianía de la sociedad, y consideramos que por ello somos unos perfectos receptores e intermediarios para las demandas de la sociedad. Creemos que la arquitectura debe ser vulgar. Es decir, nos interesa que la arquitectura no tenga una cualidad académico ni demasiado intelectual, que por supuesto siempre la tendrá, pero no queremos venderlo como tal. Queremos que la arquitectura sea asequible para cualquier ciudadano promedio.

Sí, he escuchado que describen su arquitectura como vulgar…

JS: Hay muchos términos que vienen de la literatura y nos parece muy interesante trasladarlos directamente a la arquitectura. Desde el siglo xx, los escritores más interesantes han usado la vulgaridad, han recuperado el lenguaje callejero, el lenguaje pop; retoman el lenguaje cotidiano para trasladarlo a la literatura. Podríamos usar el término pop, pero nos gusta más la palabra vulgarismo, porque es una palabra exquisita; tiene acepciones muy interesantes. Nos parece que el mundo del vulgarismo es el mundo más rico, es el que está proponiendo, el que está haciendo avanzar al lenguaje y a la sociedad en todos sentidos.

Una de las grandes preocupaciones de los arquitectos ha sido y sigue siendo la ciudad, la viven y se alimentan de ella, pero ustedes ponen distancia

JS: En el sentido de huir de ésta…¿a eso te refieres?

Sí, desconectarse de la ciudad…

JS: Creo que la dinámica mayor de la ciudad es la desconexión de la misma, el flujo mayor en las grandes ciudades lo representa la salida a otros sitios; en las vacaciones o en cualquier momento, la gente escapa inmediatamente de la ciudad.

Nos interesa mucho la naturaleza y como nosotros la hemos tenido siempre, creemos que la necesidad por ella sigue estando ahí en nuestro ser animal. En realidad también lo que pasa es que la arquitectura nos interesa muy poco, no nos interesa mucho lo provocado por el ser humano, digamos que tiene poca importancia dentro de lo que ocurre a nivel planetario.

Hablemos de sus procesos. El del diseño es uno generalmente lineal y a partir de una serie de condiciones se busca establecer un programa…

JS: Bueno, tenemos otro término que nos interesa mucho dentro de nuestro trabajo. Creemos que el caos es muy necesario y trasladamos este concepto a nuestro entorno, a la gente del estudio y fuera, a las obras. El caos nos abre la mirada, no nos deja centrarnos en ningún punto, sino que nos obliga a abrir totalmente nuestra mira a 360 grados casi diría, nos obliga a barrer todo. Entonces no hay ningún punto en donde nos estemos enfocando, ni nada que nos esté prohibido ni permitido.

Damos vueltas una y otra vez, no nos importa pasar por sitios que nos aburren, volver a decir: “Bueno, y esto por qué lo desechamos”, o “por qué no podemos ir por aquí”. Nos gusta la idea del carrusel, de estar siempre dando vueltas pero siempre con una mirada muy distinta, seleccionarte y dependiendo en qué pieza del carrusel estés montado, tu mirada va a ser distinta.

En la 12 Bienal de Venecia, curada por Kazuyo Sejima, pudimos ver una muestra de la gran variedad de objetos y materiales que han recolectado para analizar y posiblemente informar o incorporar a sus obras. ¿Cómo seleccionan y toman las decisiones de materiales?

JS: Nos gusta rodearnos de ciertas piezas, saber que tamaño tienen, cómo son, cómo reflejan [la luz], cómo responden, cómo reaccionan, cómo se pueden mezclar, cómo se pueden alterar; en fin, hay una infinidad de posibilidades dentro de cada elemento, de cada material.

En las obras cualquier material es válido. Una cosa que nos preguntan mucho es por qué usamos tanto el color. Nunca hemos entendido esa pregunta porque no nos importa el color; lo que ocurre es que no tenemos ningún prejuicio ni perjuicio contra éste, cualquier color nos puede valer, cualquier material nos puede valer [ser útil], cualquier mirada, cualquier percepción. Además, los edificios que vamos terminando, pueden tener un punto que los conecte, pero realmente no se parecen nada entre sí, no hay un tipo de arquitectura que puedas decir “ah! esto es de Selgas Cano”. Luego la gente lo ve y dice “ah sí, tiene su aire”, pero realmente los proyectos no se parecen, uno nos sale circular, el otro nos sale alargado.

Regresando al proceso, entiendo que les interesa estar muy presentes en todas las fases de la obra…

JS: Otro de nuestros puntos es que tenemos que estar muy pendientes siempre de todos los proyectos y de todas las obras, por eso intentamos hacer muy poquitas. Creemos que no debemos crecer más, tenemos un estudio pequeñito y lo queremos mantener de esa manera, más o menos está hecho para que estemos nosotros dos más otras diez personas, nunca más.

¿Están limitando el crecimiento del estudio?

JS: Nos dimos cuenta que hay un límite, otra gente tiene capacidad de llegar a 50, a cien, a los que sean. En una entrevista comentamos que queríamos seguir siendo como un estudio pequeño, nos contaban que eso ya lo habían oído muchas veces, nos dijeron: “Hablemos dentro de cinco años o diez y ya veremos a ver qué tal”.

El trabajo en un estudio de arquitectura involucra mucha gente, pero son ustedes quienes marcan la pauta, ¿como se distribuyen las decisiones creativas y prácticas entre ustedes?

JS: Nos horroriza que hablen de nuestros nombres, nos gusta que se hable del estudio, Selgas Cano porque el estudio no somos nosotros sino una serie de factores y una serie de gente que aporta lo mismo que nosotros a los proyectos.

¿Cómo puede la arquitectura comprometerse activamente para servir a la sociedad? Lo pienso por el proyecto de la Factoría Joven.

JS: A nosotros nos llegó una petición de gente joven que quería un centro donde reunirse; skaters, graffiteros, pequeños grupos urbanos que se organizan de determinada manera y practican unas actividades con cierta libertad. Nosotros lo único que propusimos fue continuar con esa idea, con esa ansia de libertad. El resto nació como una serie de peticiones suyas en las que intervenimos muy poco y dejamos que tomaran vida propia.

Cuéntanos sobre la idea de oído cocina y cómo lo integran a su proceso…

JS: El oído cocina es un término muy típico en lo bares de Madrid. La gente pide al camarero, y el camarero grita a la cocina: “me da una ración de calamares, una de chopitos, una de gambas” y el de la cocina para darse por enterado, responde: “oído cocina, oído cocina”, El oído-cocina nos parece que es un poco nuestra función, y cada vez nos gusta más. Por ejemplo, en el caso de la Factoría llegaban los skaters y nos pedían una cubierta para guarecerse del calor o de la lluvia, los futuros usuarios nos proponían una serie de necesidades, y empleamos ese concepto de oído-cocina para recibir ideas y opiniones de toda esta gente, ir recolectándolas y , al final, las poníamos en el proyecto sin que nuestra presencia se notara.

¿Pero los usuarios del espacio que no eran quienes pagaban el proyecto? Fue un ejercicio de participación ciudadana que me parece interesantísimo.

JS: Nos paso lo que a Antonioni con sus películas, que no soportaba verlas terminadas porque lo único que veía eran todos los defectos. Al ver terminada la Factoría vimos cosas que hubiésemos querido arreglar. Por ejemplo la zona skater y biker resultó muy pequeña y el colectivo es muy grande, más importante de lo que nos habían hecho saber. En este caso el cliente era el público. La reuniones con los representantes de cada colectivo (skaters, bikers, cirqueros…) eran muy divertidas, cómo planteaban sus necesidades. Nos parece que, en general, la gente siempre tiene razón con lo que pide, no piden estupideces, saben muy bien dónde quieren, cómo quieren patinar, qué les ocurre con el sol…

Los representantes de la localidad en las reuniones no hablaban, comentaban si veían algo muy disparatado desde el punto de vista económico. Es un proyecto muy restrictivo económicamente, muy barato. Su única preocupación era que no se pasara del presupuesto.

LC: A veces veían los planos y no sabían lo que estaban mirando, decían “Ah no esto aquí me sobra, esto hay que quitarlo”, se los quitabas y luego te decían “pero si aquí hacía falta no se qué” y había que volver a ponerlo…

JS: Pero ese es un error nuestro, ponerle nuestra herramienta para que ellos interpreten. Tuvimos que modificar bastante durante la construcción, porque los planos no estaban tan claros para ellos.

Parece que mantener los proyectos a una escala humana es importante para ustedes, y parte de lo que estamos platicando viene de ahí. Pensando en el Palacio de Congresos de Badajoz, el elemento de la memoria y de la historia ¿qué papel juegan?

JS: En Mérida, donde construimos la Factoría Joven, la historia jugó un papel muy importante que no solemos comentar, y fue uno de los puntos importantes del proyecto. Mérida es una ciudad romana, entonces donde das una palada sale algo. El mayor tiempo que estuvimos en obra lo ocuparon los arqueólogos, haciendo excavaciones, viendo, acotando, anotando todo lo que tenían ahí debajo, porque cualquier sitio de Mérida tiene que pasar por un control por parte de arqueología. No apareció nada que interesara pero en cuanto nos dimos cuenta de que efectivamente teníamos ese contexto decidimos levantar todo el edificio metro y medio para preservar, para que la cimentación, no tocara nunca ese sustrato arqueológico. A pesar de que no aparecía nada, tocar esa capa de historia nos parecía un poco aberrante.

Pero igual sucede con no tocar la naturaleza, el programa de nuestra casa, nace de no tocar ni un solo árbol, y nada más, es tan sencillo como eso, no tiene muchas más historias.

Encontramos riqueza en cada hallazgo y en el caso. En Badajoz se trataba de un espacio que siempre había sido defensivo, estaba colocado como un baluarte defensivo de la ciudad. Cuando dejó de tener la función defensiva se permite que se abra el agujero del albero y se crea la plaza de toros, en ese momento deja de ser algo defensivo y se convierte en algo atractivo hacia la ciudad, los ciudadanos la convierten en suya. Trabajar con eso nos parecía una belleza, el acceso a la plaza por arriba, cómo se bajaba… eran virtudes que estaban en el sitio y tu no podías llegar y acabar con ellas, o con esas sensaciones y pasado que tiene la gente. No puedes tapárselo sin más, echar tierra sobre lo que sea y hacer tu cagada de arquitecto. Me parece que hay muchas cagadas siempre en los sitios que llegamos, entonces para recogerlas y no tener que aportar las nuestras, creemos e intentamos que nuestra aportación sea mínima. En este caso teníamos un baluarte con una plaza de toros, entonces recuperemos esa idea del vacío en el baluarte que nos parecía muy mítica y trabajemos con ella y ya está, es que estaba muy claro, siempre lo proponía la memoria. Hay una frase de Leopardi que dice que la principal virtud del saber está en darte cuenta de que lo que merece la pena estaba ya ahí.

Un buen termómetro para medir el éxito de los edificios es cómo son recibidos por las personas…

En Mérida uno de los valores fundamentales fue la gente. La Factoría Joven se encuentra en un barrio bastante marginal y la gente está encantada con que de repente se hayan ocupado de ellos, de su barrio que parecía tan perdido… No sabes qué maravilla, cómo les entusiasma, al final es su lugar, y lo adoptan enseguida como suyo.

A nosotros nos pasa una cosa rara, o tenemos éxito o la gente es muy educada, porque ahora el ultimo edificio que hemos terminado es el auditorio de Cartagena e igual que con Badajoz todo el mundo está encantado, desde personas de niveles sociales bajos hasta los académicos. Probablemente ese éxito venga de esa vulgaridad que reside en todos nosotros, no hay nadie que no sea capaz de verlo y percibirlo, son muy elementales, muy fáciles para casi todo el mundo.

Yo no creo que el éxito popular se deba obviar, tenemos que alimentarlo igualmente, al final estás trabajando para ellos, la obra que hacemos es pública, es pagada por esa gente que debe querer residir ahí, debe querer alimentarse de ello.

Y en el otro extremo, ¿piensan que la arquitectura-espectáculo demerita la escala humana?

Depende de a lo que llames espectáculo, para mí un buen skater, un buen biker, un artista circense urbano me parece un buen espectáculo. Quiero decir que el espectáculo de por sí no está mal, el problema es cuando el espectáculo sobrepasa los niveles de la escala, cuando se mete demasiado, cuando revienta, yo creo que el final del punto tal vez sea la economía del espectáculo. Cuando tienes formas que tienen un sentido no pasa nada, el problema es cuando esa forma no tiene ningún sentido, ninguna razón detrás de ser explorada ni de ser habitada ni de ser necesaria, entonces esa espectacularidad pierde total interés.

¿En que están trabajando ahora?

JS: Nos han invitado a un concurso en China, para hacer una nueva ciudad prácticamente, trabajar en unos barrios muy grandes que al final será una ciudad dentro de la ciudad. Nuestro planteamiento va a ser de adentro hacia fuera, hablar con gente, entrar desde abajo, desde la escala del ojo, desde el ser humano y ampliarlo, vamos a partir de lo pequeño a lo grande.

¿Cuáles son sus desafíos a futuro?

JS: Como arquitectos hemos vuelto a la ingenuidad más absoluta, nos ponemos cada vez menos límites y admitimos cada vez menos las limitaciones impuestas por otra gente. Como intermediarios sociales no admitir proyectos que creemos que no hay que admitir, no bajarte nunca los pantalones de cara a otros intereses que no sean los de esa sociedad, del que habitará la vivienda.

siguiente

Newsletter

Mantente al día con lo último de Gallery Weekend CDMX.