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Cortes aleatorios: Entrevista a Héctor Falcón

26.02.2013

A partir de cuadros compuestos mediante la yuxtaposición de lienzos y materiales, Héctor Falcón juega con la bidimensionalidad y desafía la distinción entre pintura y escultura en su muestra Taken, que exhibe actualmente la galería Enrique Guerrero. Tuvimos la oportunidad de platicar con él sobre la exposición y sobre su más reciente pieza corporal.

Lo que presentas en la Galería Enrique Guerrero puede verse como una espiral temporal: comenzaste en la pintura, te moviste y regresaste. Además, en muchas de las piezas utilizas cortes que dejan ver otras capas en la obra. ¿Cómo fue este proceso?

Inicio con pinturas sin temática específica; comienzo a crearlas de forma aleatoria y después, a partir de un proceso de selección y montaje, voy haciendo los cortes. En ese punto no tengo claro cómo será el resultado final. En la pintura se habla de lo profano: es todo aquello que no debes hacer. Por eso es muy interesante hacer cortes: ellos permiten asumir —al menos en parte— el rol del espectador e ir viendo lo que aparece conforme se hacen.

Esta exposición es una transferencia de mi trabajo con los libros a los cuadros, como en Seydou (2012). Los libros más grandes son de 60 cm; quería transferir los cortes a un formato vertical.

Para mi era importante tener esta exposición ahora porque el cuerpo de la obra se tiene que apreciar junto; hay que compartirla para tener retroalimentación. Con la exposición cierro esta etapa, presento lo que estoy haciendo y hacia dónde creo que me dirijo.

¿Cuántos tipos de pinturas presentas?

Hay dos tipos: las apropiaciones (los bodegones), en los que entran conceptos como el poder, la reinterpretación y el sarcasmo, porque sabemos que estas pinturas son un cliché. En los otros, lo que sucede es que no tengo control de la imagen que voy a obtener, porque hay veces que pinté un paisaje y solo se ve una pulgada, por lo tanto no tengo control de lo que se ve. Trato de moverme generando distintos tipos de pintura en diferentes niveles de representación: algunos gestuales, otros geométricos y otros más biológicos, hiperrealistas o expresionistas. Me interesa que haya varios niveles para que haya riqueza en los cortes y así podamos tener imágenes mucho más amplias. Pero no es una regla, también tomo decisiones inmediatas. La palabra clave es intuición; sí hay improvisación pero todo se mueve por la parte intuitiva. Mi trabajo está basado en eso.

¿Cuáles son tus proyectos para los próximos meses?

Hay una exposición colectiva, un gran mural y la presentación de la pieza del ombligo.

Para esa pieza corporal —aún inédita— mediante una intervención quirúrgica te quitaron el ombligo. ¿Por qué decidiste prescindir de él?

Creo que el ombligo tiene muchas connotaciones: el hecho de ser algo no nacido significa que hay varios niveles que no ha atravesado. El primer nivel es el de la muerte: si no naces no puedes morir. Después está la conexión con la mamá, con el mundo; luego, la conexión con la eternidad. Hay una amplia variedad de cosas que se tocan.

Estoy interesado en esas transacciones que son pequeñísimas pero que hacen mil estragos. Voy al gimnasio y nadie se da cuenta, nadie lo hace consciente. A veces alguien preguntará por él, pero no sucede constantemente. Es más una cuestión conceptual.

Me gusta llevar a cabo las piezas porque son vivencias y ésas me retroalimentan. Yo vine aquí a vivir principalmente y éstas son parte de las experiencias que he querido vivir. Son pequeños instantes que van más allá de quitar una cosa mínima y se vuelven amplificaciones tan grandes, que hacen que valga la pena dar una vuelta de tuerca para generar una pregunta.

La obligación entre el artista y el público es crear una visión. Sin las artes y todo lo que se interrelaciona, las piezas serían como la maqueta de un ingeniero en obra negra, sin finalidad alguna.


[26 de febrero de 2013]

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