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Entrevista a Emiliano Godoy

17.07.2012

¿Cuáles son las principales fuentes de las que se nutre tu trabajo creativo?
Pues creo que de todo. Creo que en realidad se trata de un proceso interno en el que tú ves cosas, las interiorizas, y de alguna manera se reflejan en tu obra. Reviso con frecuencia temas urbanos y sobre la ciudad de México; aquí creo que es muy fácil encontrar temas de trabajo: hay tanto por hacer que de repente encuentras la inspiración o espacios donde aplicar estrategias de diseño. Además, leo muchísimo, tanto cosas de diseño como novelas y otros temas. Sin embargo, mi proceso creativo tiene más que ver con la investigación. En realidad no soy el tipo de diseñador que ve una cosa hermosa y simplemente se propone traducirla a diseño, sino que en todos mis proyectos hay un componente importante de investigación y de recopilación de información.

¿Cuál fue el camino que te llevó a decantarte por el diseño sustentable y a desarrollarlo como la ética fundamental de tu trabajo?
Más bien me resulta difícil entender cómo no se hacía en general, o sea, por muy poco que leas, investigues y demás, te das cuenta de que el diseño tiene un gran poder para generar bienestar. Realmente me sorprende muchísimo que el diseño sustentable no sea el común denominador, me sorprende que haya diseñadores que simplemente no piensen en esto o les parezca que no es importante. La verdad no sé si hubo un momento en que yo haya dicho: “Tengo que hacer esto o prefiero hacer esto”; no entiendo cómo no todos estamos en el mismo canal, ya que hay una emergencia ambiental, una emergencia social, estamos en un momento complicado en el mundo. Realmente me cuesta entender a los arquitectos y diseñadores que siguen haciendo cosas porque sí, utilizando materiales tóxicos, diseñando cosas ineficientes.

¿Cuál es la dialéctica de tu proceso creativo en Godoylab, tu propia firma, y el que desarrollas con otras firmas?
En realidad el proceso es muy similar, siempre involucra a la investigación y trata de identificar los focos rojos o las áreas de oportunidad donde se puede tener un mejor desempeño. Sin embargo, este análisis inicial resulta en que todos los proyectos sean diferentes: quizá en un proyecto la oportunidad de desarrollo esté en la parte del proceso de fabricación, en otro esté en el desecho, en otro esté en los materiales, en otro esté en el uso de energía. El proceso siempre empieza igual: hacer una investigación de caso, recopilar la mayor cantidad de información posible, identificar estos focos rojos o las áreas de oportunidad, y a partir de ahí el proyecto toma su propia naturaleza.

¿Cómo crees que se inscribe la propuesta del diseño sustentable en México en la actualidad?
Creo que hay cada vez más interés, sobre todo en la prensa y en los consumidores, y eso está forzando o empujando de alguna manera a los fabricantes y a los diseñadores. Mi impresión es que ahora hay una exigencia o una pregunta en los medios y en el público, y que los diseñadores y los fabricantes están empezando a ver cómo responder a ella. En cierto sentido, son buenas noticias porque implican que la sociedad está preocupada por el asunto, incluso más que los fabricantes o los que están dando las respuestas.

¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta el diseño sustentable en México?
Es muy difícil para los diseñadores en México obtener la información que necesitan. No hay métodos sencillos para buscarla y no hay leyes que impulsen u obliguen a las empresas a darla: si tú como diseñador quieres saber de dónde viene el plástico que estás usando o de dónde viene el aluminio que compraste en tal lugar, el proveedor no lo sabe y no tiene ninguna obligación de saberlo, por ley no tiene que decírtelo. El segundo tema difícil es que no hay capacitación y que la sustentabilidad no forma parte de la Academia, una carrera tradicional de diseño tendrá entre cincuenta o sesenta materias, entre las cuales a veces hay una materia obligatoria o una materia optativa de medio ambiente, lo cual no es ni remotamente suficiente para que los estudiantes se documenten y puedan responder. El entendimiento de cuál es el poder del diseño y cuál es su papel dentro de la industria y el impacto ambiental, tendría que ser subrayado tanto por la Academia como por las asociaciones de diseño. El tercer reto es que hay realmente muy pocos casos, completamente aislados, de empresas que solicitan esto: cuando una empresa solicita un servicio de diseño, prácticamente nunca es con un interés de sustentabilidad.

¿En qué situación crees que se encuentra el diseño mexicano dentro de la escena global?
Hay muchas respuestas a esto. La primera es que en el país no hay apoyos ni estrategias gubernamentales para que el diseño se vuelva una parte importante de la economía, cosa que sí hay en muchos otros lugares, y eso nos pone en una cierta desventaja. Por ejemplo, cuando vas a una feria internacional, ves que hay pabellones e instituciones de otros países que impulsan a sus diseñadores o a las industrias creativas. No obstante, nuestra ventaja es que tenemos una posición única que se deriva de dos cosas: no somos un país industrializado con una estructura de diseño estricta, y esto hace que el diseño en México cumpla muchas funciones. Lo segundo es que estamos en este punto medio en el que no somos un país completamente industrializado, pero tampoco un país maquilador como el sureste asiático; así, como todavía tenemos acceso a una mano de obra que no es excesivamente cara, podemos fabricar a costos razonables. Otra ventaja es que tenemos una población de diseñadores con una cultura visual que puede competir a nivel internacional y con una propuesta que es realmente diferente a la del resto del mundo y que utilizan procesos de fabricación a los que el primer mundo no puede acceder. Por esto creo que hay una situación interesante, aunque los resultados los veremos en unos diez años.

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