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Entrevista a Dr. Lakra

30.07.2012

Mejor conocido en las escenas del arte y del tatuaje como Dr. Lakra, Jerónimo López Ramírez habla con Código mientras prepara su primera retrospectiva en la ciudad de México. 

Tu experiencia cuando ingresaste al taller de Orozco, ¿cómo fue, ¿cómo influyó en tu forma de percibir el arte?

Fue cuando dejé de ir a la secundaria. Salí de la escuela y entré a este taller con Gabriel Orozco donde también estaban Damián Ortega, Abraham Cruzvillegas y Gabriel Kuri; ahí nos juntábamos todos los viernes a pintar, a compartir libros y música.

Más o menos por esa época frecuentabas mucho el Chopo…

Iba todos los sábados y ahí fue mi primer contacto real con gente que tatuaba. Para mí el Chopo fue muy importante, y no sólo por los tatuajes, sino por todo lo que había alrededor de ellos. En esa época, finales de los 80, principios de los 90, era mucho más mal visto estar tatuado o el tener aretes, los pelos parados, pintarse el pelo, o vestirse con chamarra de piel. El Chopo realmente era un lugar peligroso, no como ahora que está lleno de chavitos punk que ya nadie voltea a ver. En esa época te podía apañar la policía, y si estabas en un barrio en el que no te conocían te podían armar problemas. Había muchas cosas alrededor de este lugar, no solamente los tatuajes, había una estética, como la música, los conciertos, todo un mundo que influenció mucho mi trabajo.

¿Cómo fue tu experiencia en Berlín, ¿por qué te fuiste a esa ciudad?

Viví en Berlín de finales de 1991 hasta el 93. Fue una época muy particular ya que había mucho movimiento. Justo acababan de tirar el muro y había muchas casas vacías donde la gente se metía a vivir ilegalmente, a ocuparlas, y en todas estas casas había conciertos, exposiciones y gente de todo el mundo haciendo diferentes tipos de cosas. Había una libertad grandísima de hacer lo que quisieras.

En el barrio en donde yo vivía, Mitte, había como 500 casas ocupadas, y cada una tenía una característica en especial. Por otra parte, también me relacioné con otros artistas que eran más grandes que yo, a veces me contrataban para hacer proyectos a cambio de un estudio, y así los ayudaba a pintar algo y tenía un espacio para trabajar por algún tiempo. Estas personas estaban más involucrados con las galerías y el mundo del arte. En resumen, no sólo estaba metido en este rollo punk de las casas ocupadas, en el mundo más anarquista de activismo, sino que me moví por varios lugares.

¿Qué tipo de cosas producías durante en Berlín?

Pintaba un poco, casi todo por encargo, y tatuaba. Fue cuando empecé a tatuar más en serio y a ganar dinero por ello. También comencé a investigar muchísimo, y eso me cambió la perspectiva que tenía del tatuaje. Iba continuamente a la biblioteca y empecé a descubrir todo un mundo que no conocía. Investigué mucho sobre su rama antropológica y ahí fue realmente donde me entró una adicción al tatuaje. Alguien me enseñó un libro que se llama Ramos primitivos donde vienen una serie de entrevistas de gente clave de la que conocí su trabajo. Así que Berlín fue más de investigación y no tanta práctica. Sin embargo, hacía cómic y gran parte del tiempo me dediqué a hacer pósters y mucho dibujo.

Utilizas varios soportes, como el papel, muros, revistas, muñecos… personas ¿cómo te relacionas con estos distintos medios?

Obviamente es muy diferente trabajar con una persona que con un muro. En cierta forma, en un muro te enfrentas con una pared vacía; con una postal tomas algo que ya está hecho y haces una especie de comentario; y, con una persona, trabajas en conjunto con las ideas de alguien más. Sí hay una preocupación por el soporte en mi trabajo, pero no creo que exista una relación entre lo que hago con cada medio. Hay una iconografía en común y es la misma mano la que lo está haciendo, pero no se parecen. Si ves un mural, una postal o una revista intervenida, incluso un tatuaje, quizá te das cuenta de que está hecha por la misma persona, pero es otro lenguaje y son otras las dimensiones.

¿Qué es lo que te interesa de las imágenes viejas?

Además de las imágenes, me llama la atención el papel, la calidad de la foto, el tipo de impresión, las tintas, los métodos de trabajo que ya están descontinuados, la separación de colores, las plastas de color plano, y un conjunto de elementos que no cualquier imagen vieja te puede dar. Me interesa esta pátina que tienen los objetos manoseados, como una revista que sabes que ha estado circulando en una casa y luego alguien la tiró a la basura, la recogieron y la limpiaron, después otra persona la parchó para venderla, más adelante estuvo en el mercado cierto tiempo y se expuso al sol hasta que finalmente la encontré yo.

¿Qué es lo que te lleva a intervenir estas imágenes?

Al estar todo el tiempo rodeado de estas revistas termino por intervenirlas casi accidentalmente. En la exposición, por ejemplo, hay una revista de la que alguna vez le estaba copiando una imagen, y usando la portada para limpiar el pincel. La dejé, y luego, después de muchos años, la encontré y me gustó cómo se veía la mezcla de colores y manchas en el rostro de la mujer que aparecía en la portada. Así que en muchos casos ni siquiera lo hago conscientemente.

La música, ¿qué papel juega en tu trabajo?

Cuando estoy trabajando, la mayor parte del tiempo estoy escuchando música. Desde niño me gustaban mucho los discos, puede ser que esto ya no le haya tocado a la nueva generación de disco compacto o de mp3 donde la cuestión gráfica quedó en un segundo plano. Me gustaba que antes la gente sí se preocupaba por tener una estética, y todo esto del diseño gráfico que tenía el disco, que se ha ido perdiendo, ha influenciado muchísimo mi trabajo. También, me parece que está relacionado con el cómic, y no sólo por los dibujos; muchísima gente que hacía portadas, como Robert Crumb, hacía cómics. Yo creo que comencé a dibujar imitando esas portadas. Entonces, sí, es muy importante la música, pero no sólo en un sentido estrictamente auditivo, siento también en una cuestión gráfica.

La mujer, el cuerpo femenino, son una constante que siempre aparece en tu imaginario, ¿qué es lo que te llama la atención de esta iconografía?

Las piernas… Creo que hay varias condiciones, ya que no es cualquier mujer la que estoy utilizando, sino que una visión muy estilizada. No es la viejita que está pidiendo limosna en la calle, ni tampoco es una cuestión feminista ni social. Tal vez pueda ser un comentario de cómo la sociedad ha modificado esta figura femenina y cómo la mujer ha sido utilizada y explotada en anuncios o para vender algún producto. Al hacer este comentario, esta mujer deja de ser la que está tratando de vender cigarros y se vuelve un prisionero con tatuajes rusos de tal forma que se voltea el significado y la carga que la imagen pudiera tener. También me gusta la reacción que la gente tiene ante estas imágenes que pueden ser poco comunes o fuertes o pornográficas. En pocas palabras, se me hace interesante cómo fue concebida esta imagen, cómo la puedes transformar, y lo que provoca.

Leí que te interesa la antropología y la pintura clásica…

Son dos cosas muy diferentes. Por un lado siempre me ha gustado la pintura, yo creo que es lo que más me gusta, lo que más me conmueve, y hay varios periodos que me interesan, pero no me clavo tanto las cuestiones temporales, una temática o una técnica. No ceo que haya un periodo que sea mi favorito, sino más bien me gustan ciertas actitudes de los artistas, como el humor, el sarcasmo, la sátira o la burla.

En cuanto a la antropología, empecé a entrarle por mi mamá, que tenía varios libros del tema, y también por las ilustraciones que veía en los libros de tatuajes. Me llama la atención la representación romántica del salvaje, o esa clasificación científica de los seres humanos. Creo que es algo racista que tiene un lado muy misterioso, y me causa mucha curiosidad la forma de pensar de estos científicos europeos en la época victoriana en la que se catalogaba, por igual, los animales, las plantas y las razas humanas. Me interesa cómo todo este pensamiento ha influido en la manera en la que gente de ahora ve, por ejemplo, el tatuaje, o el concepto de algo salvaje o exótico.

¿Cómo reacciona el público ante tu trabajo?

Es curioso porque muchas veces causas cosas que ni siquiera era tu intención, y lo que le estás provocando a la gente termina por convertirse en algo muy subjetivo. Pienso que sí hay algunas obras de arte, en general, que tienen cierto enfoque, como el arte que está vinculado al activismo y cuestiones políticas que te hace pensar más o formar conciencia de algo, pero creo que lo que yo hago es bastante ambiguo, aunque sí un pequeño público que está más susceptible a ofenderse. En Monterrey varias personas me dijeron que a sus hijos les había gustado mucho la exposición. Yo creo que se les hace raro encontrarse con lo que les prohíben en sus casas en el museo, o también, que se enfrentan con cierta violencia que les atrae y les da curiosidad, así como la cuestión sexual que es más reprimida. Es increíble que todavía siga siendo tabú esta el tema del sexo, cuando es algo bastante cotidiano, o al menos debería de serlo. En cuanto a la idea de exponer a la mujer y la pornografía también es una especie de provocación, para que el público se espante un poco, para que se cuestione, o simplemente para que suceda.


Dr. Lakra
A partir del 7 de diciembre
Museo de la Ciudad de México

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