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Entrevista a Damián Ortega

17.07.2012

Barbican Art Gallery presenta actualmente The Independent, de Damián Ortega, uno de los artistas mexicanos con mayor proyección internacional. Coincidiendo con su exposición, nos platicó acerca de la misma.

Toda la exposición parte de anuncios vistos en The Independent, ¿qué tiene de especial este periódico para que recurras a él?


Es un periódico clásico, en un sentido formal, y tradicional. Eso me interesaba. Lo elegí como periódico guía para el proyecto porque no es tan sensacionalista como otros. Me gustan varios de sus articulistas, como Robert Fisk.

Las noticias que elegiste son de un periodo temporal determinado (del 29 de agosto al 27 de septiembre), ¿qué te llevó a elegir precisamente esas fechas para la creación de las obras?

Quería que fuera en un mes completo. Comencé antes de lo planeado porque me sorprendió mucho la noticia de los mineros en Chile, y al día siguiente, la masacre de inmigrantes en la frontera de México con EEUU. Así que arranqué el proyecto unas semanas antes de lo planeado. La idea original era terminar el día anterior a la inauguración.

¿No te resultaba arriesgado crear tan cerca de la fecha de inauguración de la exposición, o te gusta trabajar bajo presión?


Mi padre trabaja en el teatro todos los días, mi madre fue maestra en una escuela y trabajaba a diario; de alguna manera quería que esta disciplina ordinaria y común también la tuvieran los proyectos y trabajos diarios en la muestra. Hace algunos años trabajé haciendo caricatura en un periódico y había cierta presión de tiempo y compromiso que hacían los días muy interesantes. Quería recuperar esa inmediatez y reconocer la necesidad de no sobreproducir, tratar de ir al grano y buscar soluciones. Había algo muy importante para mí, y era enmarcar la obra como un periodo de tiempo, como toda una experiencia de acción. No quería llegar con mis obras y montar una instalación supuestamente in situ, realmente quería que se desatara ahí mismo todo el proceso de trabajo. Lo importante no era solamente hacer una obra, sino también entenderla en un tiempo y en un lugar determinado. Me parece que la obra es todo el proyecto junto.

Casualmente, en una de las primeras obras, Immigrant song, propones unas “barreras” bastante rígidas y, al mismo tiempo, sensibles (sobre todo para el panorama mexicano). ¿Qué tiene esa obra en particular?


Es una gráfica muy estricta del flujo de inmigrantes ilegales que cruzan la frontera cada año para EEUU. La estadística viene desde 1982 hasta 2004, la escalada es enorme y de los tres millones sube a casi 11. Es una empinada brutal. Quería hacer un retrato de un flujo migratorio. La gráfica está dispuesta en el piso y sobre ella construimos un muro de tabicón gris, algo muy seco y árido. Evidentemente hace referencia a la frontera norte y cómo el espacio se reduce en un lado y se amplía en el otro lado. Algo básico, como un positivo y un negativo.

Has declarado sentir pena al no terminar la exposición con una obra sobre la salida de los mineros de Chile, ¿qué te hubiese gustado crear?


Me hubiera gustado concluir con la misma noticia como un final de la historia, una vuelta al principio como una narrativa circular. Creo que toda la exposición funciona como una especie de odisea o novela con episodios, el recorrido de la sala invita a esa relación como una curva dramática. No tengo una pieza clara que proponer, pero supongo que algo fantástico de volver a nacer, salir a la luz, una especie de dignidad valorada, ése era mi sentimiento. Algo completamente opuesto a lo que pasó en México con Pasta de Conchos en que los pobres mineros quedaron sepultados, aunque no se encontraban ni siquiera tan abajo como los chilenos. En esos días leí una noticia que me despertó otra posición, decía que el impacto mediático había sido tan importante y la forma en que manejaron la esperanza y la unidad de Chile, con los momentos de nacionalismo e independencia, que fue un acierto valiosísimo para el gobierno chileno. Al final me sorprende porque siempre es una molestia el cómo se saca partido político de cualquier situación.

El derrame de crudo en el Golfo de México, la visita del Papa al Reino Unido o las inundaciones en Pakistán, ¿qué otra noticia te hubiera gustado que saliese en el periódico y que pudiese estar representada en esta muestra?


Estaba alerta a ver qué más podía salir, creo que en esos momentos también hay algo de perversión, de querer más desastres o más tragedias para poder hablar de ellos. Sin embargo, no es poca cosa. Fue un mes con cientos de hechos que ocurrían en todo el mundo.

México sigue estando presente en tus obras, pero ahora estás asentado en Berlín, ¿qué es lo que esconde esa ciudad que tanto adoran los artistas?


Hay algo inacabado y que sigue en permanente construcción o reconstrucción. No es una ciudad terminada y eso le da un carácter constructivo e informal. Supongo que me atrae su pasado comunista y su especie de isla que formó una cultura menos comunista. Ahora es austera y bastante horizontal. Es simple, no es tan pretenciosa ni cara ni turística como París, o tan acelerada y basta como Londres. Aquí se tiene buena vida en el día y cerveza fría en la noche.

The Independent, de Damián Ortega
Del 15 de octubre al 23 de enero de 2011.
The Curve. Barbican Art Gallery, Londres.
[www.barbican.org.uk]

 

 

Imágenes: Eliot Wyman, cortesía Barbican Art Gallery

 

 

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