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Entrevista a Alberto Villarreal, un diseñador mexicano en ascensot

23.07.2012

Platicamos con Alberto Villarreal, un diseñador industrial mexicano que tiene una propuesta clara en la escena del diseño: la tecnología y la responsabilidad social como diferenciadores de su trabajo.

Cuéntanos un poco acerca de ti.

Soy Diseñador Industrial por la UNAM. Al terminar la carrera, hice una maestría en diseño de vehículos en Suecia y después hice prácticas en Italia y Alemania. Trabajé varios años en San Francisco, en Lunar, uno de los despachos mejor consolidados de Estados Unidos. Más tarde, motivado por el trabajo de personas como Héctor Esrawe o Héctor Galván, regresé a México.

Mientras estaba en el proceso de reintegrarme a la cultura y a la industria del país, llegó la llamada de Michel Rojkind, quien me invitó a ser su socio como parte de Agent, una empresa que acababa de fundar. Agent cumplió dos años en octubre pasado. Hemos aprovechado la red de colaboradores con la que ya cuenta Michel y mi aprendizaje en Europa y Estados Unidos. Quisimos darle a la empresa un approach muy estratégico: no simplemente diseñar un sillón, por ejemplo, cuando el cliente así lo pide, sino hacer un estudio más holístico de la empresa, de su identidad y de su portafolio, para saber si lo que realmente necesita es un sillón, toda una línea o un producto diferente. Tratamos de ofrecer algo que vaya más allá de lo que nos solicitan.

Una parte importante de la empresa son los proyectos que llamamos push: son iniciativas nuestras para resolver problemas o necesidades que identificamos, sin que sean solicitadas por el cliente. La parte más difícil viene después: negociar, ofrecer el producto a otras empresas o hacer alianzas y ver cómo se desarrolla.

¿Cuál crees que sea tu aportación al diseño mexicano?

Siempre he buscado que los productos que diseño tengan una carga tecnológica importante. En México hay pocos despachos desarrollando productos que vayan más allá de la tecnología que hay en el país.

También he visto que aunque el enfoque social le interesa a muchos, no todos lo ponen en práctica. En mi trabajo, trato de atacar los tres ámbitos de impacto del diseño: el económico, el social y el ambiental. Creo que en México un diferenciador grande sería el aprovechamiento de la tecnología y de la parte social.

¿Cómo percibes el diseño mexicano actual?

Creo que va muy bien, cada vez se ve más el impacto internacional. Fue uno de los factores que me animaron a regresar a México: vi que había un nuevo grupo de diseñadores muy propositivos en cuestiones de sustentabilidad y con una propuesta estética muy contemporánea, mucho más sólida. Cada vez es más frecuente ver nombres de diseñadores mexicanos en revistas internacionales. Lo veo muy bien, pero muy cargado a la parte de mobiliario, porque se trata de tecnología bastante accesible. El desarrollo de producto, que implica mucha investigación, se ve muy poco. Además, hace falta promover el diálogo con la industria manufacturera para que estén al tanto de las propuestas y del talento que hay.

¿Qué importancia tiene en tu trabajo el diseño sustentable? Cuéntame acerca del proyecto-herramienta The designer’s field guide to sustainability.

Mucha; desde hace unos cinco años, o un poco más, he estado explorando el tema de la sustentabilidad. Una de las cosas que buscamos desde que estaba en Estados Unidos fue hacer la información más accesible. Las evaluaciones de ciclo de vida, por ejemplo, estaban muy orientadas a la ingeniería; eran muy complejas y se necesitaba tener el producto terminado para poder evaluarlo. Con la guía The designer’s field guide to sustainability quisimos crear una herramienta que pudiera usarse durante el proceso de diseño, que facilitara la toma de decisiones y que permitiera ofrecer una metodología para pensar en el diseño como un ciclo. Antes se pensaba sólo en una parte de ese ciclo: que el producto fuera ergonómico, estético, funcional y que vendiera bien. Se dejaba de lado todo lo que tiene que pasar para que el producto exista y todo lo que sucede después.

Por las mismas fechas comenzó en Estados Unidos el movimiento The designers accord, que pretendía generar diálogo entre los despachos para poder enfrentar a los clientes de forma más adecuada. Ofrecimos la guía gratis en Internet para obtener retroalimentación y compartir con la comunidad.

Usando la herramienta te acostumbras a hacer ciertas preguntas en cada etapa del proceso de diseño; por ejemplo, cuestionar si es necesario que el producto tenga un empaque, si puedes hacer que dure más tiempo o si los materiales son biodegradables.

Aunque la guía contiene los principios fundamentales, estamos conscientes de que necesita ampliarse y actualizarse constantemente. Además, hace falta incluir la parte social, que debe ir de la mano con la cuestión ambiental.

Imagino que complementas ese aspecto con la asociación Razón Social.

Sí, está enfocada a proyectos de responsabilidad social. Trabajé en proyectos similares en Estados Unidos y quise hacer un grupo dedicado a eso cuando vine a México. Durante el primer año trabajamos con escuelas y hospitales públicos; en Monterrey hicimos un proyecto con el museo MARCO, además de muchas otras dinámicas interesantes. La perspectiva es completamente diferente; queremos que haya mucha colaboración, incluso tenemos proyectos open source en línea para que la gente los reproduzca. Aunque se ha generado una buena red, los proyectos se alargan mucho y no podemos dedicarle tanto tiempo y energía como quisiéramos porque la mayor parte de los que trabajan ahí son voluntarios.

¿Qué diseñador o empresa te ha influenciado?

Hay una pareja de diseñadores en San Francisco, Mike & Maaike, que tiene una propuesta muy interesante y un portafolio muy diverso. Me gustan los equipos chicos, como el de Matali Crasset, que trabaja con dos o tres personas y tiene una cantidad de proyectos increíble. También me gusta mucho el trabajo de Scott Wilson, o de gente con mucho más trayectoria como Ross Lovegrove, o despachos grandes como IDEO. Pero hay cosas más allá del diseño y la arquitectura que me mueven y en las que encuentro inspiración, como la música, el arte y el cine.

¿Con qué proyecto has obtenido una experiencia valiosa?

Uno muy largo fue una suite de tratamiento de cáncer completamente robotizada. El reto fue muy interesante, porque teníamos que diseñar toda la suite a prueba de radiación. En cuestión de ergonomía era muy complicado porque el rango de talla era enorme: debían poder usarlo personas altas o chiquitas, gordas o delgadas. La silla tenía que hacer una serie de ajustes que en ocasiones intimidaban a los pacientes porque todo era robotizado. También había que cubrir los cables y las tripas de los robots pero sin impedirles el movimiento. Había unos 30 ingenieros tratando de resolver los retos técnicos. Fue un proyecto muy interesante en el que aprendí muchísimo de cáncer, medicina e ingeniería.

Otro proyecto interesante fue un lector de tarjetas digitales que, al contrario del anterior, me gustó por su simplicidad. El reto era reducir el impacto ambiental creando un producto longevo y más estético que el de la competencia. Para lograrlo, fuimos retirando cosas del producto, lo que permitió que fuera más elegante y que su huella ecológica se redujera. Le quitamos pintura, tornillos, tamaño y volumen hasta convertirlo en un producto mínimo.

El proyecto del balón también ha sido muy valioso por todos los retos que implica fabricarlo e implementarlo. Ha sido muy interesante ver la reacción del público; ha tenido más difusión que ningún otro proyecto.  Al principio nos contactaron empresas que ni siquiera tenían que ver con el fútbol, interesadas en aplicar la metodología que utilizamos en productos electrónicos o en otros ámbitos.

¿Qué viene para ti este año?

Están surgiendo muy buenos proyectos tanto de la alianza con Michel, en la cuestión arquitectónica, como con otras empresas de marketing, con proyectos estratégicos. He dejado de dar clases para meterme más al despacho, que es muy demandante. Me interesa regresar a dar cursos de capacitación, que son cortos pero muy intensos. También quiero reforzar Razón Social, pues es un ámbito que requiere mucha energía y en el que nunca se acaba la chamba. Dediqué el año pasado a generar alianzas, a sembrar mucho y a picar piedra para ver los frutos este año. Y así lo estoy viendo.
www.destroyafteruse.com

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