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Fotografía de Tania Patiño, cortesía Ladrón Galería.
Fotografía de Tania Patiño, cortesía Ladrón Galería.
Fotografía de Tania Patiño, cortesía Ladrón Galería.

Ensuciándose las manos. Una reflexión social y estética en Ladrón Galería

13.02.2018

Viridiana Zavala

Diariamente una gran cantidad de personas se trasladan del Estado de México a la CDMX. Cada mañana emprenden recorridos largos, en los cuales tienen que invertir más de dos horas para llegar de sus hogares a los empleos y viceversa. El comercio informal y el empleo en talleres de distintas índoles es el destino común. La exhibición Ensuciándose las manos va más allá del arte y abre paso a nuevos discursos alrededor del nomadismo temporal que vivimos en la actualidad.

El imaginario de la colonia Buenos Aires, donde el comercio de autopartes y reparación de automóviles es el principal sustento de la economía de la zona —y la convivencia social en la misma—, es retomado por Emmanuel Albarrán, curador y museógrafo, como tema fundamental. A partir de este panorama, Albarrán reflexiona en torno a la población flotante que habita la colonia de la Ciudad de México. Cuando cae la noche, este barrio pierde la vivacidad y el ajetreo (característicos durante el día), porque el grueso de la población proviene del Estado de México, misma que se desplaza a sus lejanos hogares cuando la jornada laboral finaliza, dejando así un vacío. En los trayectos, los mexiquenses observan espacios desolados o sufren algún tipo de violencia. Israel Meza Moreno (Moris) se vale de estos elementos, y de la convivencia de primera mano con la colonia de la ciudad, para realizar una visión global del día a día entre la urbe y el área metropolitana, donde se vislumbra la búsqueda de legitimación por medio de la intimidación o los códigos entre quienes habitan de manera aleatoria el barrio.

Como explica Albarrán, la labor de Moris se desprende de la experiencia propia, pero compartida con un gran número de la población: «Moris llevó a cabo una actividad flotante desde la periferia hasta esta zona comercial. Su estudio está instalado en Tenayuca en el Estado de México, desde donde realizó desplazamientos para hurtar los materiales de las obras con las que invade ahora Ladrón Galería».

Fotografía de Tania Patiño, cortesía Ladrón Galería.

El trabajo de Moris puede percibirse en términos de un proceso sociológico con una salida estética, una estética de violencia —no una de carácter explicito sino a manera de sugerencia, donde logra mostrar la complejidad social de una colonia de oficios y tradiciones. La potencia de la obra y el discurso curatorial logran impactar al visitante inmediatamente, pues de esto se desprende el imaginario de una vida que no es la propia, pero es cercana; la del limpiaparabrisas, el mecánico, los encargados de comercios —es decir, se evidencia la cotidianidad de miles de habitantes. Por otro lado, Moris también es capaz de revivir por medio de un trabajo de abstracción el paisaje físico; por ejemplo, aquel observado por los trabajadores día a día desde las ventanillas de las combis suburbanas.

De las diversas obras presentadas, la pieza Los apartalugares y el mapeo de los lugares donde se encontraron los elementos se convierten en referencias de un hábito mexicano que ha transformado el orden de colonias de distintos estratos sociales, las cuales son recorridas por la población flotante. Las piezas robadas, dispersas en la primera sala de Ladrón Galería, asumen el rol de objetos encontrados en distintos puntos y, a la vez, el de las formas de apropiación de espacios en la Buenos Aires; dejan de ser objetos de uso común para encontrar en ellos detalles visualmente estéticos.

Como parte de la idea de habitar el lugar en su totalidad, se vinculó el exterior y el interior del edificio con la obra Blindaje tipo 24; de las ventanas sobresalen largos y puntiagudos polines de madera, se mimetizan con el paisaje externo y en ningún momento contrastan con éste, se encuentran en constante relación con las autopartes exhibidas en las fachadas de los comercios. Por dentro, las mismas estructuras sostienen un parabrisas con huellas de la violencia de un arma de fuego, un suceso repetitivo en la zona de la Buenos Aires. Así, de la obra se desprenden distintas lecturas que van desde la reproducción de una manera de exponer y comercializar las autopartes y refacciones, hasta las muestras de violencia que imperan en el barrio.

Fotografía de Tania Patiño, cortesía Ladrón Galería.

El equipo de Ladrón Galería ha logrado, a lo largo de su estancia en la colonia, trabajar de cerca con rotulistas de la zona, generando un contacto entre la comunidad artística profesionalizada, externa a ésta, y los habitantes interesados en la pintura sobre muros. La exposición Ensuciándose las manos no fue la excepción. Para la obra las putipobres, Albarrán y Moris comisionaron un muro del espacio independiente para reproducir el rótulo de la casa vecina; Moris intervino la pared con el imaginario femenino que circula en los distintos talleres de la colonia. En la obra es posible observar el estrecho límite entre la fantasía y la realidad, entre lo posible y lo imposible, llegando incluso a reflexiones más profundas como la trata de blancas.

Nuevamente la violencia cotidiana, pero velada, toma el papel principal del trabajo de Moris. Sin embargo esta vez, a diferencia de los trabajos anteriores del artista, se da en términos de reflexión de paisaje y hábitos de convivencia. La elección del espacio y el tema resulta afortunada gracias al trabajo de investigación curatorial y artística que hay detrás. Se explora así una faceta renovada en la obra de Moris, y le otorga al espacio independiente una visión reflexiva del lugar habitado, es decir, el arte y el espacio hacen mimesis.

 

Viridiana Zavala

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