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James Turrell, Encounter, (2015). Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Vista interior. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán
James Turrell, Encounter, 2015. Cortesía del Jardín Botánico de Culiacán

Encounter de James Turrell en el Jardín Botánico Culiacán

02.06.2015

Melissa Mota

Después de nueve años de planeación y un estudio meticuloso, el pasado 21 de mayo se inauguró la obra Encounter (2015) del artista estadounidense James Turrell (Los Ángeles, 1943) en el Jardín Botánico Culiacán. La pieza, que ahora forma parte de la Colección Isabel y Agustín Coppel, devela la naturaleza relativa de la percepción y el rol del espectador como cocreador de la realidad.

Así como otros sitios en el mundo como Inhotim en Brasil y Benesse Art Site Naoshima en Japón, el Jardín Botánico Culiacán se ha convertido en un espacio que, además de su valor botánico (recientemente acaba de ser considerado como uno de los diez jardines más importantes de América del Norte), busca fusionar de manera armónica el arte contemporáneo y la naturaleza para generar un diálogo bilateral que incite a la reflexión y a la contemplación.

En este contexto Turrell creó un skyspace, especie de observatorio con una apertura en el centro de la bóveda que permite ver parte del cielo al tiempo que una proyección cambiante de luces artificiales en su domo modifica la percepción del espectador sobre la realidad establecida. La pieza puede ser apreciada con mayor intensidad durante el amanecer o el atardecer, cuando el cielo experimenta los cambios lumínicos más intensos.

Desde lejos la obra se percibe como un montículo coronado por una estructura iluminada. Al ingresar y tomar asiento, la potente luz artificial obliga a mirar hacia arriba; a diferencia de otras obras de esta serie, el vano que permite ver el cielo tiene la forma de una elipse, una figura geométrica con la que convivimos inconscientemente día a día y que rige el transcurso de nuestro planeta alrededor del sol.

En la madrugada los colores proyectados acentúan el momento más oscuro del día, antes del amanecer. Paulatinamente, la gama cromática comienza a igualar la tonalidad del alba, logrando unificar el destello natural con el artificial. Instantes después, de manera casi imperceptible, los colores comienzan a cambiar nuevamente y también la forma de distinguir el cielo. La visión de nubes amarillas, moradas, rosas y tonalidades aún sin nombrar, se logran gracias al efecto óptico de los contrastes lumínicos. Por un poco más de una hora el espectador se enfrenta a un espectáculo en donde se difuminan las fronteras entre lo natural y lo humano, así como el afuera y el adentro, lo que induce a un estado meditativo, intensificado por el silencio y el paso fugaz sobre la elipse de las aves que emprenden el primer vuelo de la mañana.

En La interacción del color (1963) Josef Albers hablaba sobre el efecto inconsciente que causa la convivencia de diferentes colores en el observador, ya que el contexto determina la luminosidad y la tonalidad que capta el ojo humano. De esta manera, llega a la conclusión de que la percepción del color es relativa. A diferencia de Albers, el estudio de Turrell va más allá de la teoría y de la representación plástica, al trabajar directamente con la luz y el color, lo inasible, lo efímero y lo natural. Mediante su obra, convierte lo teórico en práctico y vivencial para crear lo que él llama una “arquitectura de la luz” donde desaparecen las dimensiones del espacio y hasta del tiempo, dislocando así la idea de una realidad dada para dar paso a la generación de una percepción personal.

En algunas entrevistas el artista ha mencionado que, así como en el Mito de la caverna de Platón, nosotros somos los creadores de lo que establecemos como verdadero. Encounter evidencia nuestras propias limitaciones perceptuales y nos hace conscientes de nuestro poder de incidir en la construcción de la realidad.

El interés del artista por el uso de la luz tiene su origen en diferentes eventos como el haber nacido en una familia cuáquera –para quienes tiene un fuerte simbolismo místico– o el haber estudiado Psicología de la Percepción. Sin embargo, quizás, el suceso más revelador ha sido su experiencia como piloto aviador, a tal grado que ha llegado a declarar que su verdadero estudio ha sido su avión.

Turrell explica que su inspiración se centra en los fenómenos lumínicos en la atmósfera que sólo pueden ser vistos desde la perspectiva aérea, como la neblina iluminada, la transición de la noche al día o la luz cegadora del sol a ciertas horas. Por casi cincuenta años ha buscado llevar esta experiencia a una escala menor aprehendiendo, controlando y moldeando la luz.

Además de su formación como psicólogo, cuenta con estudios en astronomía, matemáticas, física, química, cartografía y geología, disciplinas que ha hecho convergir y expresar en un mismo lenguaje a través del arte.  Así como un artista renacentistas, Turrell traspasa las barreras entre la ciencia, el arte y la naturaleza.

Encounter se une al paisaje del Jardín Botánico de Culiacán conformado por cerca de 40 obras de la Colección Isabel y Agustín Coppel de artistas nacionales e internacionales como Francis Alÿs, Teresa Margolles, Pablo Vargas Lugo, Olafur Eliasson, Dan Graham y Tino Sehgal, entre otros. La pieza se puede visitar gratuitamente durante el día, o hacer una cita para ver el amanecer o el atardecer desde su interior.

botanicoculiacan.org

 

 


[1 de junio de 2015]

 

Melissa Mota

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