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Museo Nacional de Energía y Tecnología (MUNET), imagen vía CFE
Museo Nacional de Energía y Tecnología (MUNET), imagen vía CFE
Museo Nacional de Energía y Tecnología (MUNET), imagen vía CFE
Museo Nacional de Energía y Tecnología (MUNET), imagen vía CFE
Museo Nacional de Energía y Tecnología (MUNET), imagen vía gob.mx
Museo Nacional de Energía y Tecnología (MUNET), imagen vía gob.mx
Museo Tecnológico CFE-MUTEC. @Eduardo Terrazas
Museo Tecnológico CFE-MUTEC. @Eduardo Terrazas

Opinión: El MUNET y la corruptela de las obras públicas en México

08.09.2016

En materia de museos, este sexenio ya tiene cita para su tradicional y fastuosa ceremonia de corte de listón: el Museo Nacional de Energía y Tecnología (MUNET). De acuerdo a un artículo publicado por El Universal, “el plan que la CFE presentó a autoridades hacendarias el pasado 5 de agosto considera un costo total de 8 mil 917.2 millones de pesos, y las instalaciones deberán estar listas en septiembre de 2018.”

Las cifras pueden ser sólo aparatosas. Para dimensionarlas, quizá sea útil una comparación: según la memoria publicada por el Instituto Politécnico Nacional en diciembre de 2009, durante la gestión del doctor José Enrique Villa (2003-09) “la obra física ejecutada agregó al patrimonio institucional un total de 261,891 m² de nuevos espacios educativos, científicos, culturales y deportivos, sumando un 26.7% al total histórico de lo realizado en 73 años de vida de la institución. La inversión realizada alcanzó cerca de 5 mil millones de pesos, tanto en obra como en equipamiento y mantenimiento.” En aquellos metros cuadrados se cuentan un nuevo campus en Guanajuato, al menos una docena de centros de investigación, además de escuelas superiores, centro de educación continua, áreas administrativas, deportivas y un largo etcétera.

En números gruesos, la inversión estimada para el MUNET equivaldría a casi la mitad del patrimonio construido por el IPN en siete décadas ¿Se comienza por fortalecer instituciones para crear conocimiento y tecnología o por inaugurar museos? La nota de El Universal añade que entre las justificaciones para incluir al MUNET en el Paquete Económico 2017 se afirma que “busca despertar las vocaciones técnicas y profesionales que necesita México para desarrollar sus vastos recursos energéticos”. Aquel cuarto de millón de metros cuadrados construidos por el IPN en un período de seis años representa el esfuerzo de una institución educativa fundamental, que año tras año debe rechazar a la gran mayoría de quienes aspiran a estudiar en ella.

Como en muchos concursos públicos, sabemos poco del proyecto arquitectónico a cargo de TEN Arquitectos, la oficina encabezada por Enrique Norten. ¿Podemos esperar como en otras obras de la misma firma que la sofisticación técnica no pase de las imágenes a la ejecución? Los calendarios limitados de cierre de sexenio —lo que en nuestro contexto es sinónimo de irracionales— aumentan esta posibilidad. Si el elefante futurista además gotea, la tragedia será doble. A la desafortunada gestación del MUNET se añade que PEMEX y CFE, empresas designadas por el gobierno federal para asociarse con el necesario capital privado, atraviesan crisis estructurales enormes, que ponen desde hace tiempo en grave riesgo su viabilidad financiera. México es ya un importador neto de hidrocarburos, porque su riqueza petrolera gastada, no invertida, no alcanzó siquiera para heredar un porvenir sólido en materia de energía.

Tal vez aquel decrépito museo tecnológico de la CFE debió ser conservado como recuerdo de los pendientes en políticas públicas, incapaces ahora de promover y sostener la generación de tecnología, la construcción de un aparato productivo que asegure vidas decorosas para la mayoría y la preservación integral del medio ambiente. Cuando sea inaugurado, el MUNET mostrará un futuro que no nos pertenece ¿Cuántas patentes mexicanas formarán parte de la exhibición? Las justificaciones para dedicar un museo al futuro energético que es incierto, ¿son las mismas que aquellas por las que se dedica un museo al barroco que carece de colección y que puede usarse indistintamente para exhibir autos? Las razones tácitas de estas obras sí podemos sospechar que son compartidas: apostar por el efecto del evento inaugural, por la placa conmemorativa confundida como legado. Y muy probablemente por la oportunidad de la asignación directa disfrazada y su respectivo cobro: la corruptela que con demasiada frecuencia acompaña la carísima obra pública mexicana.

La viabilidad tecnológica de un país no se crea con museos. Sí se destruye desvalijando empresas estratégicas, sofocando aulas y laboratorios. Y no se transforma con obras grandilocuentes ni certificaciones LEED platino o metros cuadrados de pasto en la azotea. Los cortes de listón de infraestructura cultural de dudosa prioridad, una costumbre nacional a la vez vistosa y corta de vista, se vuelven escandalósamente intolerables en manos de gobernantes cretinos y corruptos. Hay obras grandotas que empequeñecen aún más a quienes las imaginan.

 

Víctor Alcérreca (@vicpolar) es arquitecto. Maestro en Cultura Urbana por la Universidad Politécnica de Cataluña, es profesor en la Universidad Iberoamericana y en CENTRO de Diseño, Cine y Televisión. Es miembro de la fundación de Arquitectura Tapatía Luis Barragán.

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