Mujeres en la arquitectura: Fernanda Canales, Gabriela Carrillo, Gabriela Etchegaray, Ana Cecilia Garza y Paloma Vera
Especial 16.03.2016
Consultamos a 5 destacadas arquitectas mexicanas sobre su experiencia en esta profesión a propósito de un reporte del Instituto Americano de Arquitectos.
En 2016, el 8 de marzo, fecha oficial del Día Internacional de la Mujer, el Instituto Americano de Arquitectos (AIA, por sus siglas en inglés) publicó el reporte «Diversidad en la Profesión Arquitectónica», que documentaba los resultados de una encuesta realizada a más de 7 300 estudiantes y profesionistas de la disciplina para analizar el estado de la inclusión y la representación por género, etnicidad y raza en el campo. En el apartado dedicado a la subrepresentación de las arquitectas, saltaron algunos datos: 64% de las mujeres han percibido que, al distanciarse temporalmente de la práctica para ocuparse de la familia, al volver no encuentran oportunidades significativas para reincorporarse (sólo el 37% de los arquitectos opinan lo mismo). Además, 59% de las mujeres señalaron que la mayoría de ellas obtienen pagos menores que sus colegas varones.
¿Por qué dedicar texto de opinión a la cuestión de género en la disciplina? Algunas pensarán: “No importa el género: sólo quiero ser buena en mi trabajo”. La frase “mujeres en la arquitectura” es, por sí misma, intimidante. Su enunciación conlleva múltiples tonos, desde la inspiración hasta la condescendencia. Si bien las condiciones laborales de género están subordinadas a sus contextos socioculturales y políticos, la revisión es necesaria.
Código hizo a cinco arquitectas (Fernanda Canales, Gabriela Carrillo, Gabriela Etchegaray, Ana Cecilia Garza y Paloma Vera) los mismos cuestionamientos sobre su práctica. Te invitamos a conocer sus respuestas. El orden es estrictamente alfabético.
—Crees que en México, ¿las mujeres aún viven una batalla en el campo de la arquitectura?
Como en cualquier otro campo, en la arquitectura se reflejan desigualdades de género que existen en México. Que haya una decena de nombres de mujeres destacadas no implica ninguna mejora de la situación marginal cotidiana. El nulo reconocimiento de socias, maestras y directoras de despachos sí da cuenta del desequilibrio.
—En un artículo de 2014, Maria Smith recoge las tres respuestas : ¿por qué las mujeres dejan la arquitectura? Son las siguientes: a) «Ser arquitecto es horrible — largas horas de trabajo, poco pago, estrés y poca satisfacción salarial». b) «Es muy difícil balancear arquitectura con maternidad». c) «La arquitectura es sexista y está atrapada en otra época cuando se trata de discriminación sexual y cultura machista. Es desigual en cuanto a remuneración y oportunidades». ¿Qué piensas al respecto?
Coincido en que es una profesión desigual en cuanto a remuneración, oportunidades y en relación a las responsabilidades familiares.
—En la actualidad, ¿es pertinente la existencia de un premio de arquitectura (o de cualquier disciplina, en realidad) dedicado exclusivamente al género femenino? ¿Por qué?
Creo que la competencia no debería incluir nociones de género, y eso mismo debería reflejarse también en los premios. No creo que sirvan para marcar un equilibrio, pero de momento es la única manera de reconocer el trabajo de quienes por lo regular quedan al margen.
—Crees que en México, ¿las mujeres aún viven una batalla en el campo de la arquitectura?
Hacer buena arquitectura en este país, en sí mismo, es un campo de batalla, en el buen sentido de la palabra. No creo que esto aplique de manera exclusiva para hombres o mujeres, aunque sí para quien está interesado en ejercer.
—En un artículo de 2014, Maria Smith recoge las tres respuestas : ¿por qué las mujeres dejan la arquitectura? Son las siguientes: a) «Ser arquitecto es horrible — largas horas de trabajo, poco pago, estrés y poca satisfacción salarial». b) «Es muy difícil balancear arquitectura con maternidad». c) «La arquitectura es sexista y está atrapada en otra época cuando se trata de discriminación sexual y cultura machista. Es desigual en cuanto a remuneración y oportunidades». ¿Qué piensas al respecto?
Pienso que hacer buena arquitectura, efectivamente, tiene que ver con muchas, muchas horas dedicadas a ella. Es un arte y un oficio que, como muchos otros, requiere mucho tiempo que no es mensurable en la simple ejecución de un plano. Cuando se lleva a cabo con rigor y disciplina, y por la complejidad de sus procesos, conlleva mucho estrés y desgaste emocional. También, de manera muy desafortunada, es mal remunerado, sobre todo porque el tiempo invertido pocas veces es «evidente» en un universo consumista donde se paga por tamaño o cantidad. Cada vez más, particularmente ahora que soy madre […] y arquitecta, creo más que las ciudades mismas son entes concebidos por estructuras sociales pasajeras que todo el tiempo está mutando y en transición, por lo que corren el riesgo de ser obsoletas muy rápido. Hoy discutimos si están preparadas para recibir a arquitectas-siendo-madres, pero también hoy mismo estos sistemas se enfrentan a arquitectos-siendo-padres, con responsabilidades similares o complementarias. En el presente mi pareja y yo nos enfrentamos a este dilema de manera paralela, agotadora y, eso sí, muy gratificante.
El último concepto de los tres, sin duda, creo que en algún momento fue vigente, y en muchos casos y lugares lo sigue siendo, desafortunadamente. Yo jamás me he enfrentado a ello, por suerte.
—En la actualidad, ¿es pertinente la existencia de un premio de arquitectura (o de cualquier disciplina, en realidad) dedicado exclusivamente al género femenino? ¿Por qué?
Supongo que es pertinente como lo sería un premio exclusivo para arquitectos en sociedades en vías de transformación. Me parece que hoy, cada vez más, la lucha no debería de estar en la igualdad de género (inexistente), sino probablemente en potenciar las diferencias que suman y complementan.
—Crees que en México, ¿las mujeres aún viven una batalla en el campo de la arquitectura?
Considero que en el gremio de la arquitectura mexicana esa batalla ya no se vive. Podría asegurar que si no llegamos a alentar a alguien a iniciar la carrera, no sería por una cuestión de género. Sin embargo, sí considero que en nuestra sociedad el rol de la mujer aún no está en equidad en los ámbitos profesionales, y esta responsabilidad recae tanto en los hombres como en las mujeres.
—En un artículo de 2014, Maria Smith recoge las tres respuestas : ¿por qué las mujeres dejan la arquitectura? Son las siguientes: a) «Ser arquitecto es horrible — largas horas de trabajo, poco pago, estrés y poca satisfacción salarial». b) «Es muy difícil balancear arquitectura con maternidad». c) «La arquitectura es sexista y está atrapada en otra época cuando se trata de discriminación sexual y cultura machista. Es desigual en cuanto a remuneración y oportunidades». ¿Qué piensas al respecto?
Me parecen extremas las alternativas, probablemente porque en mi experiencia aún no me he identificado con ninguna de las opciones. De tener que seleccionar alguna, me parece que la opción de balancear arquitectura y maternidad podría ser la más común, sin embargo no es razón suficiente para dejar la arquitectura, ya que vemos casos de exitosas arquitectas que son madres.
—En la actualidad, ¿es pertinente la existencia de un premio de arquitectura (o de cualquier disciplina, en realidad) dedicado exclusivamente al género femenino? ¿Por qué?
Me encantaría que no existieran este tipo de reconocimientos, siempre y cuando la razón fuera que no son necesarios, pero al día de hoy me parece que reconocen el desarrollo profesional de mujeres e inspiran equidad y respeto en la profesión.
—Crees que en México, ¿las mujeres aún viven una batalla en el campo de la arquitectura?
La batalla en la arquitectura en México siempre ha estado y existido porque la mayoría de las construcciones que se realizan en la ciudad son autoconstrucciones que prescinden de un arquitecto (hombre o mujer), y muchas otras son realizadas por constructores que no necesariamente tienen formación educativa en la disciplina sino empírica. Por estos motivos, siempre ha sido un ramo difícil y pequeño, pero los retos son iguales tanto para los hombres como para las mujeres involucradas en esta profesión.
—En la actualidad, ¿es pertinente la existencia de un premio de arquitectura (o de cualquier disciplina, en realidad) dedicado exclusivamente al género femenino? ¿Por qué?
No lo creo así. La creación y el pensamiento arquitectónico no tienen género, y realmente son equiparables las obras diseñadas por hombres y mujeres. Realmente no creo que tenga mayor trascendencia hacer un premio por género frente a la relevancia que tienen actualmente los premios de gremio. En la historia de la arquitectura existen ejemplos de obras destacadas e independientes del género del autor.
—Crees que en México, ¿las mujeres aún viven una batalla en el campo de la arquitectura?
Yo no creo que desempeñarse en la arquitectura sea más o menos difícil que en el campo de la medicina o en la ciencia. Si yo hubiera participado en esa investigación, en definitiva hubiera contestado que sí alentaría a otra mujer a iniciar una carrera en la disciplina. No considero que esos resultados revelen que la arquitectura, en sí, juega un rol esencial. Me parece que los porcentajes serían muy similares, si se comparan con los de otras profesiones. Desde ese punto de vista podríamos decir que el género cuenta más que la profesión.
¿Cuántas mujeres hay en el congreso o directoras de orquesta?, ¿cuántos premios Pritzker? Eso definitivamente revela que sí existe una batalla y que el problema no es la arquitectura o las características de la profesión, sino que se trata de algo mucho más extendido.
—En un artículo de 2014, Maria Smith recoge las tres respuestas : ¿por qué las mujeres dejan la arquitectura? Son las siguientes: a) «Ser arquitecto es horrible — largas horas de trabajo, poco pago, estrés y poca satisfacción salarial». b) «Es muy difícil balancear arquitectura con maternidad». c) «La arquitectura es sexista y está atrapada en otra época cuando se trata de discriminación sexual y cultura machista. Es desigual en cuanto a remuneración y oportunidades». ¿Qué piensas al respecto?
Yo preguntaría: ¿porqué las mujeres dejan sus profesiones? En definitiva existe una cultura machista en el mundo y la maternidad es otra causa real. En México las mujeres tienen tres meses de baja laboral y los hombres nada; son patrones mucho más rígidos. En Canadá se les da un año en el que ambos padres se alternan, y en Suecia es un año y medio. Eso habla de estructuras sociales que quieren hacer mucho más igualitarias las condiciones laborales, y que mandan un mensaje muy claro a sus ciudadanos, diciendo que el trabajo profesional de los dos géneros cuenta por igual y que la maternidad no es un rol únicamente femenino.
—En la actualidad, ¿es pertinente la existencia de un premio de arquitectura (o de cualquier disciplina, en realidad) dedicado exclusivamente al género femenino? ¿Por qué?
Desde mi punto de vista los premios son a la obra de una persona, sin importar su género sino por su aportación a la humanidad. ¿A quién le importa si Arvo Part es hombre o mujer cuando escucha su música? Es absolutamente irrelevante hacer y promover esa distinción. ¿Vamos a tener los premios Nobel para hombres y otros para mujeres? ¿o Pritzker? Es absurdo.
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