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James Bridle, Drone Shadow. Cortesía del diseñador
James Bridle, Drone Shadow. Cortesía del diseñador
James Bridle, Drone Shadow. Cortesía del diseñador
James Bridle, Drone Shadow. Cortesía del diseñador
James Bridle, Drone Shadow. Cortesía del diseñador
James Bridle, Drone Shadow. Cortesía del diseñador
James Bridle, Drone Shadow. Cortesía del diseñador

Drone Shadow, bajo la sombra de un dron

09.06.2014

En la entrevista “Vigilar a los vigilantes”, publicada en la edición Código 79, el autor de El ojo absoluto, Gérard Wajcman, afirmó que el arte y los artistas representan la cultura de la mirada omnipresente: “El arte muestra lo que no vemos, pero queremos que se vea”. Siguiendo sus palabras, el proyecto Drone Shadow, de James Bridle, cumple con la principal función del arte de hacer visible lo invisible. Vivimos en un época que ve con entusiasmo el potencial de una tecnología que, como la mayoría, surge en el contexto militar. No obstante, su discurso enfocado en la protección civil esconde la perversión de su diseño y su poder. Bridle no sólo expone la presencia de los drones en el espacio, también dirige nuestra atención a tres aspectos clave de estos dispositivos: su invisibilidad operativa (son prácticamente imperceptibles al entrar en acción), su capacidad de vigilar (grabar) todo lo que sucede a su alrededor y su suficiencia para atacar sin previo aviso. Las “buenas intenciones” siempre esconden algo.

La idea de desarrollar Drone Shadows surgió después de un plática de Bridle con el diseñador gráfico Einar Sneve Matinussen. Ambos analizaban, en un ambiente informal, el diseño y las funciones de los vehículos aéreos no tripulados —mejor conocidos como drones. Del asombro por un nuevo objeto en el mundo, el tema los llevó a un estado de incomodidad (¿miedo?) por desconocer sus alcances. El sentimiento era el que puede experimentar cualquier ciudadano que se siente amenazado, pero decidieron trasladar el debate al terreno de lo público. Bridle y Matinussen tomaron un gis de color blanco para trazar la silueta de un dron sobre el piso, el primero dibujado en 2011 en el estacionamiento de su estudio en Londres, el segundo en la Bienal de Diseño de Estambul de 2013. Desde entonces, el artista y el diseñador han proyectado la presencia de los drones, los han hecho visibles para la mirada y la consciencia pública, y los han puesto bajo la lupa, dispuestos para ser sometidos a discusión.

Las imágenes de Drone Shadows resultan inquietantes, recuerdan la escena del crimen. Por su parte, la elección del material de dibujo es totalmente simbólica: con el gis, Bridle y Matinussen ponen en evidencia el cuerpo y el delito. Además, desde su perspectiva, la silueta nos devuelve el poder: “Aquellos que no puede percibir la red son incapaces de actuar efectivamente en ella, pierden su poder. Nuestro trabajo es hacer esas cosas visibles”. Entonces, si el sistema del orden ha convertido su práctica en una falacia, ¿le corresponde a la sociedad civil vigilar al sistema, exponer la vigilancia secreta y desafiar la violencia?

Recientemente el Design Museum de Londres reconoció a Drone Shadows con el premio Diseño del año 2014 —en la categoría de Diseño gráfico— tanto por su propuesta formal como por lograr entablar un diálogo con aspectos urgentes de la vida cotidiana. Asimismo, el MoMA sometió el proyecto a discusión a través de la exhibición en línea Design and Violence, donde se analizó cómo el diseño de los drones propicia inevitablemente una atmósfera de violencia. En este contexto, el ejercicio se vinculó con lo que James Bridle ha denominado como “Nueva estética”: una metáfora visual que revela la confusión entre lo real y lo digital, y lo físico y lo virtual.

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[9 de junio de 2014]

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