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Reseña: Doce años esclavo, de Steve McQueen

20.02.2014

Sobre un tema vulnerable —la esclavitud tardía norteamericana en el siglo XIX— se cose una conducta dialéctica en cada personaje que cruza una aventura con Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), un hombre libre afroamericano víctima de una gran estafa por parte de dos supuestos promotores musicales que le prometen efectuar una gira como virtuoso violinista. Corte A: la oscuridad del sótano donde ahora amanece esposado y en grilletes.

Consciente de que no son pocos los admiradores de las tragedias derivadas de hechos reales, Steve McQueen (Londres, 1969) propone un filme cargado de proezas estéticas en el manejo del cuadro, que podríamos justamente calificar como la gran apuesta de la mise en scène. Los planos se sostienen, igualmente, con la interpretación excelsa de la actriz Lupita Nyong’o o en abismales escenificaciones de los deseos exóticos del personaje interpretado por Michael Fassbender.

La historia demuestra los intereses políticos y económicos que despertaban los terrenos sureños de los Estados Unidos en la época. También se muestran comunidades fincadas en la codicia y en un abuso descomunal sobre los oprimidos. La película traza la gráfica en descenso de la vida de Solomon, un hombre de destacada reputación que vive en libertad junto a su familia en Nueva York hasta que es vendido como esclavo. Los recuerdos de su esposa e hijos son el motor que le permite soportar los episodios castrenses que sus distintos apoderados le propinan.

Solomon Northup posee un espíritu involuntariamente estoico. La escena de los latigazos hacia Patsey, por ejemplo, manifiesta la paradójica moral de supervivencia, resaltada con sólo mostrar el dolo in situ desde su óptica, al ser el agresor de su prójimo.

Por si fuera poco, el filme establece un notable manejo del claroscuro en las escenas que acompañan la lógica desarrollada en el relato. Con inquietantes planos cerrados se ejecutan escenas enteras que permiten a los espectadores experimentar el montaje interno, donde se conjuga una coreografía entre la cámara y la interpretación actoral. Al evitar el contraplano, McQueen expresa sugestivamente las omisiones del misterio a resolver y genera imágenes sonoras para construir el poder del sistema opresor.

La participación de Brad Pitt devela la estrategia de producción. Con un papel sobrio de libertador y sui generis obrero blanco, el personaje contribuye a construir el momento climático y resolutivo de la odisea de Solomon, quien encuentra en él un punto de fuga para que sus allegados se enteren de su existencia, logren su reconocimiento y por fin su liberación.

La corta filmografía del británico McQueen ya deja huella, con una línea estética sofisticada tanto en los protagonistas que elige como en sus puestas en escena. Se trata de un cineasta al que no hay que perder la pista.


Armando Andrade Zamarripa (Aguascalientes, 1980) es cineasta, artista medial, músico, promotor y académico. Realizó el Festival Itinerante de cine y video latinoamericano En Transe Mx (2011) y coordina el Festival Internacional de Cine de Aguascalientes (2014).


[20 de febrero de 2014]

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