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Jorge Diego Etienne, Línea 02, 2014. Fotografía de Alejandro Cartagena. Cortesía de Jorge Diego Etienne Estudio.

Hacia un diseño crítico. Entrevista con Jorge Diego Etienne

Entrevista 29.06.2018

Manuel Guerrero

Uno de los diseñadores más prometedores de la escena en México, nos concede una entrevista donde nos habla sobre su formación, perspectiva y proyectos recientes.

Jorge Diego Etienne inició con su carrera profesional como diseñador y consultor de proyectos hace seis años con la apertura de su propio estudio que, a través de este relativamente breve pero intenso trabajo, ha consolidado su práctica como una de las propuestas más innovadoras a nivel nacional; no por un estilo o marca reconocible, sino por la solución de problemas específicos relacionados con el consumo y la apreciación cultural y simbólica de un objeto.

Con la mudanza a su nueva sede, Jorge Diego Etienne se encuentra en un momento crucial para realizar un balance sobre las ideas que ha gestado a través de los años sobre el diseño, la misión y visión de su estudio consolidada por la experiencia, la urgencia de una perspectiva crítica en el diseño, así como las ideas en torno a la figura del autor en los proyectos que ha realizado; todo esto en un año crítico para México también en distintos aspectos, una cuestión que no puede pasar por alto para su grupo de trabajo.

 

—Tu formación en distintos países como Italia, Inglaterra, Estados Unidos y Japón, ¿de qué modo ha enriquecido la conceptualización de cada proyecto y tu idea de lo que es el diseño?

Creo que esto lo que ha hecho es forjar la visión del estudio. Siempre he dicho que trabajamos con una perspectiva global del diseño con los pies en México, y cuando el proyecto requiere pensar en el contexto, sociedad, cultura y economía mexicana lo hacemos, pero siempre viendo un poco más allá por eso mismo que señalas: hemos estado involucrados también en distintas partes del mundo y nos gusta pensar que somos jugadores de esta escena global del diseño, que todo lo que estamos haciendo debe trascender a esa escala. Somos parte de esa conversación.

La cuestión es no cerrarse a pensar que la producción sólo va a tener una repercusión en México. Puede llegar más lejos y esto «sube la barra»: trabajar con esos estándares de diseñadores… de alguna forma nos estamos empujando a pensar hacia dónde debe ir el diseño mexicano.

Me importa mucho liderar con el ejemplo y es algo que podrás ver en cada uno de nuestros proyectos: más allá del objeto, ¿qué estamos haciendo en cuestiones culturales, económicas y sociales? ¿Cómo estamos ayudando a México a ser un mejor país a través de estos productos que van a repercutir en la vida diaria de las personas? Todo eso lo fui viendo con cada una de las experiencias. Estamos en un país donde antes no se apreciaba tanto el diseño; somos un país de industria, de manufactura, pero si tú hablas con los empresarios o con las compañías, sus metas son hacer más, más rápido, más barato, vender más —lo cual está perfectamente bien, al final es un negocio, pero lo que nosotros estamos tratando de hacer con nuestro trabajo es que el diseño sea un catalizador para hacer mejores productos, mejores negocios… No sólo pensar en escala; pensar en valor. Y creemos que el diseño aporta este valor, en esta economía, en el país.

Justamente —regresando a la pregunta— el estar en todos estos lugares me hizo darme cuenta de qué es lo que no funciona en México. Cuando yo abrí el estudio hace seis años, pensé que querer trabajar de la misma forma que en Holanda —donde estuve un tiempo— o hacer diseño como las personas de Japón, no era coherente ni pertinente ni iba a funcionar como negocio. Lo mismo: al estar visitando e interactuando capitales del diseño como Nueva York o Milán, vi que no se puede hacer diseño en México de la misma forma —lo que no significa que no se pueda hacer diseño en absoluto.

Parte de la clave de nuestro trabajo fue pensar cómo se puede hacer diseño industrial en México, y me di cuenta de que —para empezar— teníamos que hablar un lenguaje diferente, de industria, de economía, y el approach del estudio siempre ha sido cómo podemos hacer más y mejores negocios con los clientes utilizando el diseño como un medio estratégico: quitarnos de la mente hacer una pieza bonita, entendiendo que esas son cuestiones implícitas. Hay que trabajar más allá de esa noción del diseño.

Jorge Diego Etienne, Línea 02, 2014. Fotografía de Alejandro Cartagena. Cortesía de Jorge Diego Etienne Estudio.

 

—En los últimos años, como mencionaste, el diseño ha tenido un impulso reciente y considerable en México. Quisiera preguntarte por tu perspectiva sobre esta circunstancia, precisamente porque tu trabajo profesional ha crecido en este boom.

Te seré muy honesto, porque soy muy crítico de lo que está pasando: creo que el diseño se puso de moda. Eso es muy malo, porque las modas pasan de moda. Pueden ser un poco superficiales. No estoy hablando de que todo el diseño es superficial, pero sí creo que hay una falta de crítica en los medios, en las exposiciones que vemos, en lo que consumimos, y esto nos pone en un punto muy interesante, donde surge lo que mencionaba antes de «elevar la barra». Queremos que el diseño se conozca más, pero pienso que esto se está desbordando y nos producirá un backlash con este tema: la parte crítica y la parte de calidad.

Todo el mundo está muy contento porque hay muchas cosas pasando, pero pienso que lo que sigue es que pasen mejores cosas.

 

—Respecto a la parte crítica del diseño, me parece que es un asunto relativamente nuevo, pues es algo que no se discute realmente cuando se habla del tema. Sí, tenemos crítica de arte, y hay varios autores, textos, etc. Pero concuerdo contigo: son escasas las referencias teórico-críticas en lo referente al diseño. ¿Cómo crees que una perspectiva crítica en el diseño podría impactar las condiciones del mercado?

Estaría bien comenzar con el diálogo, alentarlo. Hay poca gente haciendo [crítica]: yo lo intenté con Designaholic, pero una de las razones por las cuales el proyecto concluyó es que la crítica no es bien percibida. Pienso que también es un tema cultural: como mexicanos no somos buenos recibiendo crítica… nos lo tomamos muy personal. Soy el primero en decir que me encantaría que las personas criticaran mi trabajo y no mi persona.

Hay un proyecto en Guadalajara llamado Emerge, liderado por Kassim Vera, que está haciendo un papel increíble en cuanto a crítica —y no precisamente de diseño o del objeto, aunque siempre hay una crítica general en todos temas en los que desenvuelve el diseño, porque vuelvo a lo mismo: sí, necesitamos crítica… pero, ¿vamos a criticar el vaso, la silla, la mesa…? No, no va por ahí. Hay que analizar el mensaje, el proceso, las repercusiones que va a tener. Hay cuestiones más relevantes que tenemos que tocar, tomando en cuenta el contexto de México. El impacto del diseño en las elecciones, por ejemplo… nadie está hablando de eso; o el impacto del diseño en los procesos de construcción tras el terremoto. Hay muchos temas.

Mi trinchera actual es la práctica y la docencia: imparto algunas clases en el Tec de Monterrey y muchos de los colegas y amigos que tengo están involucrados en ello. Nuestras pláticas van sobre esa línea: cómo podemos nosotros «diseñar» diseñadores y reforzar el tema de dar y recibir crítica, así como generar diseño que vaya más allá de la superficie. Con nuestros clientes también es un tema de conversación.

 

—Sigo pensando en la tradición que existe en la crítica: la crítica kantiana no era precisamente esta perspectiva negativa —o destructiva— sino una especie de conocimiento sobre cómo suceden las cosas, cómo están constituidas…

Sí, y abordar otros ángulos. Cualquier persona que esté trabajando sobre un tema o sobre un proyecto y reciba una observación o crítica de alguien más, puede enriquecer su planteamiento. Porque ese es el punto: aquí, como no tenemos una cultura de la crítica, tomamos a mal cuando nos critican y destruimos cuando criticamos.

Jorge Diego Etienne, U–ERRE, 2013. Fotografía de Jorge Taboada. Cortesía de Jorge Diego Etienne Estudio.

 

—¿Cómo se relacionan tus reflexiones críticas con la práctica que desempeñas en el diseño?

Me gusta decir que somos consultores antes que diseñadores. Como todo consultor, empezamos con cuestionamientos, retos e hipótesis. A través de la investigación, vamos trabajando hasta un punto donde el diseño brota —en automático. Trabajamos en ese análisis con el fin de entender muy bien los problemas de nuestros clientes: Sí, quieres generar una nueva línea de mobiliario de oficina, pero ¿cómo podemos mejorar los espacios de oficina? ¿Cómo podemos pensar en el espacio de trabajo en México, con las peculiaridades de su mercado?

Lo que nos gusta hacer es comenzar desde un planteamiento, un reto, una investigación, y ser muy críticos con las soluciones que proponemos. Además de hacer más y mejores negocios, hay que aportar a la cultura, a la sociedad y al país: eso lo tomamos muy en serio. Lo que hacemos puede repercutir favorable o desfavorablemente.

Jorge Diego Etienne, vista de las piezas de Experiencias, 2017. Cortesía de Jorge Diego Etienne Estudio.

 

—Para acotar: por lo que veo, aquí el diseño no empieza ni termina con la producción del objeto. Sigue todo un proceso de investigación que, desde luego, tiene una consecuencia tangible en cómo se desenvuelve en la dinámica de vida de un usuario específico.

Sí, también tenemos la convicción de crecer con nuestros clientes. Muchos de ellos son de varios años, lo que nos permite mejorar en cada proyecto e ir teniendo esfuerzos más puntuales: a partir de ello, nos volvemos más conscientes de las áreas a trabajar o que no hemos abordado.

 

En ese aprendizaje que vas recabando en distintos proyectos, queda claro que tu estudio no tiene algún tipo de estilo, ya que la forma y los materiales se definen según las necesidades de cada problema.

Eso es exactamente lo que me encanta. Por todo este acercamiento sobre el que hemos hablado, estoy desapegado de un estilo y estoy muy alejado de los resultados —no en el sentido de que no les preste ninguna atención, sino que prefiero que el proyecto guíe a la estética. Me gusta que el producto sea realmente una respuesta de todos estos insights y traducciones que tuvimos en la tarea del análisis; no un capricho del diseñador. ¿Qué necesita este proyecto? ¿cómo se necesita ver para que tenga los resultados esperados? Nuestro estilo es no tener estilo.

Esto lo hace también muy divertido: al no tener una marca identificable, podemos experimentar con distintas máquinas y herramientas. Trabajar con las máquinas de nuestros clientes en diferentes productos nos mantiene muy entretenidos porque cada proyecto es una excusa para aprender y volvernos expertos en algo. Por ejemplo, actualmente estamos trabajando con clientes que utilizan la impresión en 3D como materia prima, ya como producto terminado; también trabajamos con clientes que usan el concreto aligerado reforzado con fibra de vidrio, que es un proceso increíble… Con esto, podemos trabajar en todos los materiales y categorías, lo que lo hace muy enriquecedor.

 

Jorge Diego Etienne, Mesas Candela, 2018. Fotografía de Concreteworks. Cortesía de Jorge Diego Etienne Estudio.

 

—Señalaba lo del estilo porque una idea que siempre está presente en el entendimiento cotidiano sobre el diseño —sobre todo cuando se habla de productos «de diseñador»— es la figura autoral aunada a una forma o estructura característica. Pienso que una buena parte del mercado está articulada de esa manera. ¿Cómo dialoga tu trabajo con esta lógica mercantil del diseño?

Creo que al trabajar con empresas grandes se pierde un poco tu nombre. Entre mayor es la escala, más se reduce tu ego, lo cual me fascina.

Me encanta el diseño anónimo de esas piezas hermosas, muy normales, que no importa quién las hizo… creo que es la meta de cualquier proyecto. Al final —hay que ser honestos— es una herramienta de marketing decir que lo hizo tal persona, dependiendo del mercado al que te estés refiriendo. Si esto va para la galería o el booth de una feria, pues va a llevar el nombre. Pero siempre nos gusta más que el trabajo hable por sí mismo, no por la cara o el nombre.

 

—En estos últimos meses, ¿en qué tipo de proyectos han estado trabajando?

Presentamos en Milán, por tercera ocasión, en la feria del mueble del Salón Satélite. Me gusta mucho presentar ahí porque, al ser nosotros un estudio totalmente enfocado en trabajar con clientes en marcas —donde ya hay un proceso definido, así como ciertas expectativas claras—, nosotros podemos hacer un ejercicio interno, donde si hacemos algo por nosotros o vamos a ir al escenario más importante del diseño a nivel mundial es porque nos planteamos qué queremos decir y cómo queremos que nos conozcan y nos vean.

Cada uno de estos años en la ciudad ha sido un «Show me what you got» y nos importa mucho que lo que presentamos allá, con esta libertad de trabajar sin un cliente, tenga una línea narrativa basada en capacidades, materiales y enfoques. Ha funcionado muy bien porque hemos podido hacer cosas muy industriales que representan muy bien lo que hacemos en el estudio.

Jorge Diego Etienne, Versus, 2017. Fotografía de The Raws. Cortesía de Jorge Diego Etienne Estudio.

 

 

—En este ejercicio crítico del que hablábamos al inicio, en cuanto a procesos, ¿qué crees que sea necesario que tu estudio reconsidere para los próximos años?

Mucho. Pienso que cada proyecto es una oportunidad para replantearnos estas cosas. Tenemos ciertas directrices generales: una de ellas es el decálogo que te mencionaba al inicio, sobre ir más allá del diseño, lo cual lo puedes ver en nuestra página. Es muy ambicioso que un proyecto toque todos los puntos que lo conforman, pero siempre está muy presente en nosotros cómo el diseño tiene que contar una historia del tiempo en que estamos viviendo. Uno de los primeros diseños que hice hace muchísimo tiempo fue una lapicera que se llamaba «Choose your bullets», y hablaba de cuando la violencia estalló en México. Sí, es una lapicera, pero toca ese tema. Siempre está la línea de qué es el diseño que debemos estar haciendo para hoy: que trascienda, que no sea una moda. El buen diseño es timeless, pero tiene que permitirte reconocer el momento en el que fue realizado.

Es muy importante para nosotros mantener viva nuestra cultura como mexicanos a través del diseño —que, de una u otra forma, toque ciertas fibras de lo que es ser mexicano.

Hablabas de retos y planteamientos, y creo que es eso: cómo podemos trascender, generar más valor para nuestros clientes y para la gente que interactúa con nuestros productos.

Hay un término en japonés que me encanta: saikō, que significa «perfección inalcanzable» —y cómo, a pesar de su inaccesibilidad, todos los días te levantas para obtenerla. Esa es un poco la manera en la que operamos en el estudio; sabemos que estamos lejos de ser perfectos, pero cada proyecto es una misión de llegar a esa perfección que sabemos no vamos a lograr —pero aún así luchamos para conseguirla.

Jorge Diego Etienne, Choose your bullets, 2010. Cortesía de Jorge Diego Etienne Estudio.

 

 

 

 

Manuel Guerrero

Ha participado en más de quince exposiciones colectivas y encuentros de arte sonoro en México, Reino Unido, Japón y España. A la par de la producción artística, ha escrito para más de doce plataformas dedicadas a la reseña y crítica de arte.

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