Cn
Vasijas (impresión en 3D), Michaël Malapert, 2014.
Chaise longue (impresión en 3D y madera), Neri Oxman, 2014.
Gravity (tableta para dibujar bocetos en 3D), Royal College of Art, 2014.
Estructura arquitectónica (impresión en 3D), Estudio Smith Allen, 2013.
Voltage (impresión en 3D), Iris Van Harpen y Phillip Beesley, 2013
Vajilla (impresión en 3D), Barbara Busatta y Dario Buzzini, 2014.

Opinión / Diseño artesanal y de producción digital: diálogo en tensión

08.04.2014

El diseño se ha visto beneficiado en diversos sentidos por los avances tecnológicos. Especialmente en el ámbito artesanal, donde se producen piezas innovadoras creadas con procesos de producción que rompen con las técnicas tradicionales. Sin esas herramientas tecnológicas, sería muy difícil desarrollar nuevas aplicaciones o nuevos resultados para llegar a conocimientos frescos u originales que se puedan transmitir en la cultura.

Cuando las técnicas artesanales y las tecnologías digitales entran en un diálogo de colaboración, se crea un proceso interesante y singular: la interacción de la creatividad con el proceso de producción. El resultado es una experiencia que no sólo decanta en el producto final sino en la práctica del diseño.

 Vivimos en una época donde la tecnología advierte una revolución en el oficio del diseño con el objetivo de hacerlo más eficiente y competitivo. Actualmente las habilidades —o competencias— son la principal herramienta en el ejercicio de cualquier disciplina o rama. Por lo tanto, un oficio hábil, que no se estanca y que cancela la monotonía, es sinónimo de construcción. Pero vale la pena cuestionar: ¿qué beneficios o limitantes implica integrar a los procesos artesanales y las tecnologías digitales?

Una primera respuesta está relacionada con la práctica. La identidad del diseño y de sus productos —artesanales y/o digitales— se está redefiniendo. Es un proceso que surge como reflejo de las transformaciones por las que atraviesa el mundo, donde los paradigmas surgen cada vez más complejos. Así, los objetos adquieren un nuevo valor que trasciende la apreciación decorativa o estética: el sentido de su creación recae en la experiencia cultural. Por su parte, los procesos de producción  logran —o  se pretende que lo hagan— fusionar brechas tecnológicas con el objetivo de redimensionar el concepto de la artesanía tradicional y poder aplicarlo en el lenguaje de las nuevas herramientas tecnológicas.

Un aspecto importante durante estos procesos es el diálogo con disciplinas de diferentes áreas, que en apariencia son contrarias al diseño. Se trata del inicio de un concepto holístico —o integral— que representa la posibilidad de entretejer los sentidos y el intelecto en aras de un mayor nivel de creatividad y capacidad inventiva.

Respecto a los límites, uno siempre común frente a la emergencia de nuevas tecnologías es la frontera que existe entre lo tradicional y lo contemporáneo. La fisura entre ambos momentos obstruye la interacción y el intercambio de conocimientos que permitan optimizar las técnicas existentes (artesanales, en este caso) o adoptar otras alternativas de producción. En este escenario resulta pertinente visionar posibilidades y erradicar las líneas divisoras.

Con el triunfo de una nueva percepción basada en la reciprocidad técnica, el diseño industrial y la artesanía representarán una apuesta de transformación del entorno. Ambas se mostrarán cada vez más fructíferas en un futuro —expuesto hoy— para el diseño industrial.

l’Artisan Electronique from Unfold on Vimeo.


Erika Valenzuela es diseñadora gráfica y maestra en diseño holístico por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Ha colaborado en publicaciones como RevistaH+D Hábitat más Diseño, así como en los libros El arte de comprender(se) y El panorama holográfico. Actualmente forma parte del equipo editorial del centro de comunicación y diseño FOROALFA.

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