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Santiago Ydáñez, vista de la exposición Las cenizas del ruiseñor (2017). Imagen cortesía del Centro Cultural de España en México
Santiago Ydáñez, vista de la exposición Las cenizas del ruiseñor (2017). Imagen cortesía del Centro Cultural de España en México
Santiago Ydáñez, vista de la exposición Las cenizas del ruiseñor (2017). Imagen cortesía del Centro Cultural de España en México
Santiago Ydáñez, vista de la exposición Las cenizas del ruiseñor (2017). Imagen cortesía del Centro Cultural de España en México

Destacado: Santiago Ydáñez. Las cenizas del ruiseñor

15.02.2017

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Las cenizas del ruiseñor es la primera exposición individual del artista español Santiago Ydáñez en la Ciudad de México y forma parte del programa Reinterpretadas, que invita a los artistas a hacer una relectura de las obras de la colección del Museo Lázaro Galdiano.

“Yo ya venía interviniendo ciertos objetos para una exposición que hice en la galería Invaliden1, en Berlín. Intervine libros de poesía alemana del siglo XIX y otros objetos que fui comprando, así que cuando Rafael Doctor Roncero me invitó a reinterpretar la colección del museo —que tiene todo este tipo de objetos, entre otras cosas—, fue un proceso muy natural”, afirma Santiago Ydáñez. “Mi primera idea era basarme en un cuadro de Brueghel que se llama La entrada en el Arca de Noé —un paisaje con árboles y completamente lleno de animales— y eliminar a todos los animales, dejando un caballo solo, pero después empecé a pintar cuadros grandes con animales de perfil, como si fueran una fila de animales entrando a un paisaje de salvación, al Arca”.

Las obras de esta exposición implican una reflexión sobre la adaptación y la reinterpretación e invitan a realizar un ejercicio contextual, ya que generan un diálogo con el pasado y obligan al espectador a hacer nuevas lecturas de otros momentos históricos. Ydáñez se acerca a estas cuestiones con dos procedimientos: “No son copias, evidentemente, yo las pinto con mis pinceladas, mis colores y mis gestos. El primer tipo de acercamiento consiste en elegir una pieza y pintarla a una escala mayor o menor; el otro procedimiento se trata de seleccionar un tipo de pieza, pintarla en pequeño e incrustarla en un objeto, lo que da resultado una cosa distinta porque el propio objeto tiene una relación con la pieza elegida y con mi manera de pintar”.

En esta muestra Ydáñez fija su atención en paisajes y animales, además de la pintura de rostros, que es un elemento común en su trabajo. “Sobre rostros trabajé mucho tiempo en distintas variantes”, apunta el artista. “Trabajaba con el miedo, el éxtasis, la alegría —ligada en ocasiones a la locura—, y al trabajar con animales era lo contrario, digamos que los humanizaba, los pintaba como seres vivos casi con la misma entidad que la nuestra. Quería trabajar con esa idea, llevar a cabo una especie de personificación”.

“Quería dar una imagen romántica, no sólo por el paisaje sino por lo utópico de que un animal sea humano; los animales tienen esa mirada un poco melancólica, por la falta de comunicación o de amor casi. Y quería fundir lo humano con lo animal para que hubiera una unión mayor”.

El título de la exposición parte de la Urna cineraria de un ruiseñor. Es la réplica de una pequeña urna funeraria romana, tiene inscrita la leyenda en la que está basada, según la cual fue construida para depositar la cenizas del ave cantora —se cree que un ruiseñor— de una noble romana. Ydáñez pintó esta un formato mayor (casi 3 metros), pero en lugar de un ruiseñor puso un cuero albino, un animal que, a veces, como las urracas, repite lo que oye. “Como la exposición giraba en torno a la réplica y la reinterpretación, coloqué ese pájaro como un elemento entre lo espiritual y la réplica”, afirma el pintor.

En un momento en el que la pintura parece haber quedado relegada por la proliferación de nuevos medios en el arte contemporáneo, la postura de Ydáñez es de resistencia: “para mucha gente la pintura es algo del Paleolítico, está mal vista”, señala. “A mí precisamente ese mundo tan sencillo y visceral, el hecho de que sea un elemento primitivo y esencial, utilizado por todo el mundo, es lo que me interesa de la pintura. Y esto entraña una dificultad añadida, porque trabajas con un medio que ha utilizado mucha gente durante miles de años; yo pinto porque es una manera de trabajar muy simple, sin mucha pretensión.

 

Las cenizas del ruiseñor
Del 9 de febrero al 23 de abril
Centro Cultural de España en México


[15 de febrero de 2017]

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