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Fernanda Laguna, Mareadas en la marea (2017). © Cortesía de la Galería Nora Fisch.

Fernanda Laguna: La revolución en un castillo de papel

Destacado 21.07.2017

Tania Puente

La artista Fernanda Laguna sorprende en su más reciente exposición con un castillo de papel que alberga obras dinámicas y creativas.

Sobre avenida Córdoba, en el barrio de Villa Crespo, en Buenos Aires, Argentina, se distingue a través de los ventanales de la galería Nora Fisch un enorme castillo de papel. Con formas curvas que semejan nubes y moños, esta edificación efímera y precaria envuelve la más reciente muestra individual de Fernanda Laguna (Hurlingham, 1972), En la galería de arte. Frente a su blanca fachada hay algunas piezas producidas a principios de la década pasada: personajes ensamblados a partir de conchas de mar, textiles con objetos cotidianos sonrientes, ornamentos que combinan la pintura, el mimbre y detalles de bijouterie, y un dibujo libre a muro —con anotaciones que acotan qué es lo que se exhibe ahí, así como el mensaje de Laguna para los visitantes—. Una vez adentro del castillo, se proyecta una serie de videos en los que la artista describe, en un inglés pueril y atropellado, las piezas que almacena y expone en sus lugares de producción, como su taller y su casa. Esta obra-registro es un ejercicio que propicia que sean la voz y la mirada de Laguna, y no las de alguien más, las que articulen un relato en torno a sus procesos creativos, su punto de enunciación como artista y el dinamismo en sus obras. Para quienes desconocen la obra de Laguna el primer acercamiento es, sin duda, desconcertante. Su exacerbada subjetividad, la manufactura lírica, económica y ocurrente, el juego y el desentendimiento. ¿De qué se trata esto? ¿Es acaso una tomada de pelo? ¿Un reto, un desafío? ¿Una fiesta a la cual no fuimos invitados? ¿La rebelión?

Fernanda Laguna. Exposición.

Fernanda Laguna, En la galería de arte(2017). © Cortesía de la Galería Nora Fisch.

Artista, escritora y gestora cultural, la carrera de Fernanda Laguna lleva tras de sí poco más de 20 años, en los que la consideración del presente, desde las vetas del impulso y de la subjetividad, ha sido rectora de proyectos y piezas artísticas. Esto se manifestó desde sus primeras muestras, para las cuales —ante la falta de un espacio expositivo inmediato— la autogestión se impuso como emergencia y necesidad. Para Laguna, hay obras que no pueden postergarse: «hablo de cosas que pasan hoy, quiero que se digan hoy, no dentro de cinco años». Fue un sendero equivalente el que atravesó su primera editorial, nacida en 1998, Belleza y Felicidad, un derrotero en el que podía publicar poesía sin intermediarios ni largas esperas: «Era algo que se escribía en la mañana, se editaba a la tarde y a la noche ya estaba listo para poder llevar». La distribución ocurría en reuniones y fiestas de amigos, pero con el tiempo su circulación cobró dimensiones más grandes.

Un par de años después, el nombre de Belleza y Felicidad se haría extensivo a una galería de exhibiciones, fundada en conjunto con Cecilia Pavón. Ahí tuvieron lugar muestras artísticas, lecturas de poesía y performances. Brindaba una alternativa libre para expresiones que no encontraban cabida en las estructuras institucionales. Si bien ahora es recordado como mítico, este espacio trajo consigo una serie de críticas machistas que desacreditaban el trabajo de Laguna y Pavón. La estrategia para combatirlas fue el humor, un recurso discriminado en el mundo del arte pero que, para Laguna, «te pone en un lugar en el que podés pasar inadvertido y meterte en lugares a los que nadie esperaba que vos llegaras».

Fernanda Laguna. Manta con mensaje.

Fernanda Laguna,
Mareadas en la marea
(2017). © Cortesía de la Galería Nora Fisch.

Fue ese mismo humor el que la llevó en el año 2003 a relocalizar el proyecto de Belleza y Felicidad (ahora en Villa Fiorito, un barrio pauperizado en los lindes de la capital). Éste se basa en tres ejes: el educativo, el expositivo y el de las acciones artísticas, actividades que se realizan periódicamente y que tienen como finalidad acercar y activar prácticas artísticas como motor de dignificación, creatividad y construcción identitaria y educacional disponibles para los habitantes y vecinos de Fiorito. Esta nueva etapa de ByF, la cual se mantiene activa hasta el día de hoy, nació desde el aprovechamiento de ese recurso humorístico: «varias galerías estaban abriendo espacios afuera y a partir de eso pensamos en hacer algo afuera pero adentro; en vez de ir a otro país, mejor a la periferia del lugar». No obstante, Fernanda Laguna sabe que este detonador no deshabilita la seriedad del trabajo que llevan a cabo en conjunto con la comunidad de Fiorito, sino que lo potencia y reafirma la fuerza disruptiva del momento.

De manera simultánea a su muestra individual, en el segundo piso de la misma galería puede verse la exposición co-curada con Cecilia Palmeiro, Mareadas en la marea. Este ejercicio expositivo conglomera las manifestaciones artísticas y políticas en torno al movimiento feminista «Ni una menos», un rastreo desde mediados del año 2015 hasta ahora. La marea, una poderosa fuerza física, asociada históricamente con rasgos y ciclos femeninos, está su- biendo para agitar el panorama sociocultural. Al visibilizar las redes colaborativas entre mujeres y otros colectivos que reivindican las minorías y disidencias sexuales, tejen un registro de la historia inmediata de las luchas feministas en Argentina. El planteamiento de Laguna y Palmeiro aboga por un cambio de paradigma —en el que se reposicione la valoración de la forma de accionar de las mujeres en los sistemas de producción—, que tienda hacia la horizontalidad. Asimismo, el montaje escapa de todo dejo aleccionador y apela, a través de la empatía y el despliegue de los afectos, a la integración. Como expresa Laguna sobre el movimiento, «la calle es una universidad. No es que te tengas que estudiar el manual del feminismo, sino ir a una marcha y aprender ahí, con la energía de otros, y construir en comunidad».

Fernanda Laguna. Dibujos en muro.

Fernanda Laguna, En la galería de arte(2017). © Cortesía de la Galería Nora Fisch.

Entre sus creaciones individuales y las redes creativas y comunitarias —que ensambla hábil y velozmente— discurre la agencia de Fernanda Laguna, una artista que ha volcado sus energías hacia un entendimiento de su región y de su momento, un aquí y ahora patente que le permite llegar a un nivel de profundidad sólo equiparable a la rapidez con la que se aboca de lleno a un nuevo proyecto. Esa capacidad de movimiento, el desplazarse entre sitios y conceptos, es la que permea su práctica artística: «El arte para mí es una estafa adorable. Es ridículo, pero esa ridiculez es la que lo hace genial a la vez. Sin embargo, si descartas ese ridículo, ya no sería genial».

 

Tania Puente

Es investigadora y crítica de arte. Actualmente cursa la maestría en Curaduría en la UNTREF, Buenos Aires, Argentina.

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