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Liquid Crystal Environmet(1965-2013). Detalle. © Blaise Adilon. Cortesía del mac Lyon

Debemos convertirnos en idealistas o morir, de Gustav Metzger

24.09.2015

Andrea Ancira

 

En el Otoño Caliente de 1969 el rechazo al trabajo se convirtió en una estrategia que el obrerismo italiano colocó en el campo de batalla de la lucha anticapitalista. A decir de Mario Tronti, fue una especie de revuelta herética frente a la fuerza conformadora de subjetividades y socialidades subordinadas al capital de la explotación laboral. No producir, no vender, no exhibir, fueron algunos de los principios con los que en 1974 —en resonancia con el operaísmo italiano— Gustav Metzger (Núremberg, 1926) invitó a la comunidad artística a participar en un paro general de actividades durante tres años (Art into Society-Society into Art).

Según el artista alemán, frente a la creciente trivialización y comercialización del trabajo artístico que el capitalismo del siglo xx trajo consigo, una huelga acompañada de discusiones que problematizaran el lugar del artista en el capitalismo podría trastocar sus sofocantes mecanismos de producción, distribución y consumo, y restituir la potencia del arte como bosquejo de lo visible y decible, de los modos de ser, decir y hacer.

Más que objetos terminados, la primera exposición de Metzger en México exhibe procesos, proyecciones, registros de eventos, maquetas y escritos atravesados por un compromiso político radical. Algunas de las piezas se vinculan con el tema de la crisis global, pero también critican la producción artística en la actualidad (RAF / Reduce Art Flights, 2007).

A pesar de que las obras constituyen apenas una pequeña parte del trabajo del artista alemán, su disposición construye una narrativa que le permite al espectador entrever la relación entre la autodestrucción y la autocreación, dos ejes conceptuales en la producción de Metzger que critican la violencia y la destrucción en las sociedades industriales.

Por un lado, el arte autodestructivo recrea la impronta devastadora que la ciencia y la técnica modernas le imprimen a sus productos (Stockholm June, 1972); por otro, el arte autocreativo (Liquid Crystal Environment, 1965-2013) apuesta por la tecnología capaz de favorecer las transformaciones socialmente constructivas y afirmativas para la humanidad y su entorno.

A diferencia de lo que apunta Rancière respecto al viraje ético en el arte, para Metzger el encuentro entre la ética y la estética no expresa necesariamente un apaciguamiento de los disensos del arte en un orden consensual, sino la posibilidad de oponerse a la idea moderna de crecimiento ilimitado, donde la creación ha devenido destrucción.

Museo Jumex, ciudad de México. Del 19 de julio al 25 de octubre

Andrea Ancira

Es escritora e investigadora independiente. Le interesa analizar las prácticas artísticas experimentales contemporáneas y su papel en la configuración de identidades, sensibilidades y discursos sociales. Explora estos fenómenos desde el marxismo, la historia de la cultura y la política contemporáneas, el feminismo, los estudios decoloniales, entre otros.
Actualmente es Coordinadora editorial de Buró–Buró y curadora asociada del Centro de la Imagen para la exposición del cineasta experimental Teo Hernández. a-a-g.me

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