Fernando Llanos (México DF, 1974) es un artista experimental cuya obra deambula entre los territorios del video, el performance, el ciber-arte, la escultura y la robótica. En palabras de Cuauhtémoc Medina, “es uno de los nodos del arte y el video en México. Al mismo tiempo, productor y catalizador”.

Su trabajo ha sido expuesto en espacios como el Transmediale de Berlín, el Museo Guggenheim de Nueva York, el Festival de Nuevo Cine y Nuevos Medios de Montreal y el World Wide Video Festival en Ámsterdam.

¿Qué querías ser cuando eras niño?
Pintor.

¿Cuál es la principal virtud que encuentras en otra persona?
Que sea amorosa, generosa con su cariño.

¿Y defecto?
No saber compartir.

¿A quién admiras?
A los héroes que nos dieron Matria y que podemos ver todavía en algunos rincones del país: José Manuel Mireles de Michoacán, Las Patronas de Veracruz, Don Alejo Garza Tamez de Tamaulipas, Omar de los 43 de Ayotzinapa, etc. Todos esos agentes de cambio: mis respetos.

¿A quién repudias?
A la gente pedante y clasista, a los políticos que no saben escuchar ni dialogar, a los empresarios que piensan que el único valor son los pesos, a los «creativos» y publicistas que todo lo escriben en inglés y a Arjona.

¿Tienes algún artista preferido?
Sin duda, Juanga.

¿Y escritor?
Muerto: Jorge Ibargüengoitia. Vivo: Guillermo Arriaga.

Menciona una canción que haya sido importante para tu obra o tu proceso creativo:
«Bingi Bingi» de los Palestinos Olvidados de Ecuador, interpretada por Tétrico Benedicto y recopilada en el libro La lenta pero incesante degradación de las cumbias lunáticas de Ariel Goldsinger.

La pueden escuchar aquí.

¿Cuál es tu palabra favorita?
MÉXICO, así, en mayúsculas y negritas.

¿En qué época te hubiera gustado vivir?
Me encantaría vivir en la época de las máquinas del tiempo, así entonces podría viajar y conocer diferentes épocas y tener una respuesta más precisa y puntual.

¿Qué haces en tu tiempo libre?
No pienso mucho en términos de tiempos libres y ocupados, hago lo que me gusta y apasiona 24 x 7 x 52 = 365, y a veces es más talacha, otras veces es más recreativo, pero ambas actividades, productivas y relajantes, generalmente van conectadas por un eje, un interés que sigue nutriendo curiosidades por ciertos mundos e historias.

¿Cómo deseas morir?
Supongo que como me voy a la cama todos los días: cansado y con una sonrisa de oreja a oreja, tranquilo de haber hecho todo lo que tenía que hacer.

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[11 de septiembre de 2015]