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Acciones para agitar la realidad. Entrevista con Cooperativa Cráter Invertido

07.10.2013

Cooperativa Cráter Invertido es un proyecto que se puede describir como un escaparate de reflexión creativa, pensamiento analítico y ejercicio colaborativo. Más allá de buscar su definición en los roles y conceptos comunes vinculados con la práctica artística, el colectivo ha encontrado en el arte una estrategia de vinculación social.

A un año de la fundación de la Cooperativa, Código platicó con sus integrantes sobre los fundamentos que rigen su práctica, sus intereses como una comunidad crítica y creativa y su relación con las prácticas dominantes del circuito del arte en México. Además, en Código 77 puedes encontrar un perfil de esta agrupación.

¿Cómo surge la iniciativa de formar una Cooperativa que funge como espacio de encuentro pero también como un proyecto artístico en colectivo?

Actualmente México atraviesa por una crisis sociocultural provocada por dos fenómenos críticos. Por un lado, el monopolio mediático ha agudizado la desintegración del tejido social. Por el otro, las instituciones culturales, tanto públicas como privadas, destinan recursos que además de ser escasos determinan la libertad creativa.

Durante las últimas décadas, en el campo de las artes visuales ha imperado un individualismo promovido por este tipo de estructuras y sólo recientemente se ha visibilizado la necesidad de gestar otras maneras de hacer, pensar y discutir el arte desde la sociedad misma.

La llamada Primavera mexicana acontecida en 2012 significó una repolitización de la comunidad artística que se sumó enérgicamente a las protestas estudiantiles y populares del año pasado. Los movimientos representaron una manifestación en contra de la imposición del entonces candidato presidencial y de la desinformación promovida por los medios de comunicación masiva durante la campaña electoral.

Dentro de esta coyuntura nace la Cooperativa Cráter Invertido, un proyecto integrado por catorce artistas que buscan articular una visión crítica frente a las problemáticas de nuestro contexto.

En el Cráter confluyen arte, política, activismo y sociedad para conformar un enunciado colectivo que dialoga de forma activa con el presente. Funciona como una plataforma eficaz para la generación de una cultura comunitaria dentro de la ciudad de México.

Dentro del espacio suceden pláticas, exposiciones, presentaciones de libros y revistas, conciertos, sesiones de intercambio, talleres, reuniones y asambleas. Somos un nodo de producción de obra y pensamiento que emplea estrategias del arte contemporáneo para analizar críticamente las problemáticas que atraviesan los contextos actuales, tanto a nivel nacional como internacional.

Nuestra propuesta consiste en crear una plataforma integral de autoformación, educación, politización y socialización del conocimiento, generando herramientas de manera colectiva a partir de la práctica y la experimentación artística. Buscamos, asimismo, generar vínculos afectivos y el desarrollo de plataformas independientes que sociabilizan el pensamiento y la acción constructiva.

Con base en nuestras necesidades —reflejo de las problemáticas y carencias sociales— encontramos en los procesos de autogestión, autoeducación y autoformación la posibilidad de potenciar nuestras capacidades para complejizar el contexto actual, presentando alternativas de acción.

¿Cuáles son los conceptos o ejes de acción que les otorgan identidad como colectivo y que, de alguna manera, reflejan sus intereses creativos, estéticos y conceptuales? 

Cooperativa, volcán, explosión, lava, afinidad, amistad, autogestión,   autopublicación, piquetes de ombligo, común acuerdo, discusión, diálogo,  presente, pasado, futuro, fanzine, intercambio. Compartir es bueno.

Trabajar en colectivo genera una energía única caracterizada por la multiplicidad de visiones, el diálogo y el intercambio. Privilegiamos la autoría colectiva por encima de la individualidad. Y socializamos la singularidad colectiva.

La creación de espacios independientes y/o colectivos artísticos ha incrementado recientemente. En la década de los 70 y posteriormente en 1990, un boom similar aconteció para hacer frente a la falta de apoyo institucional. ¿En su caso existieron circunstancias particulares —dentro del medio del arte en México— o vacíos clave que los llevaron a consolidar este proyecto? 

Compartimos afinidades con la llamada Generación de Los Grupos. Sus intereses eran similares a los nuestros: trataban temáticas políticas en su obra, se acercaron a su contexto e incidieron en lo social desde diversas prácticas. Recomendamos retomar y leer La perra brava, un estudio realizado por Araceli Zúñiga y César Espinosa, para comprender los vínculos y paralelismos entre lo sucedido en aquella época y lo que acontece hoy en día.

La experiencia de Los Grupos se suscribe a una década en la que México todavía navegaba en los estragos producidos por la crisis política de 1968. Esta generación sufrió las consecuencias que la supuesta apertura del aparato cultural estatal tuvo con los grupos «experimentalistas» y el consecuente deterioro que significó para muchos. Los desgastes internos, los despuntes de individualismo, la radicalización a favor de una marginalidad clandestina y la puesta en marcha del capitalismo neoliberal condujo a una crisis que debilitó contundentemente las estrategias colectivas surgidas en México durante las décadas de 1970-80.

Con respecto a los espacios surgidos durante 1990 no encontramos muchas afinidades. Existen ciertas influencias; sin embargo, los objetivos y las prácticas de creación que realizaban entonces distan mucho de las nuestras. Nosotros no buscamos ser solamente un espacio de autopromoción de prácticas artísticas, sean colaborativas o individuales.

El Cráter Invertido es un taller de colectivos que también funciona como un centro social donde diferentes estrategias de autoformación no convencionales buscan salidas editoriales al margen de un programa preestablecido.

Nuestra intención no es legitimar nuestra existencia desde un ejercicio expositivo —lo que no nos priva de organizar exposiciones con nuestro trabajo en un futuro—, sino crear un espacio para la experimentación de relaciones colaborativas y de enseñanza. Desde nuestra práctica, el arte representa una estrategia cultural, más allá de una mera operación mercantil.

Además del espacio —el Cráter— y sus proyectos en colectivo, llevan a cabo un Movimiento Editorial. ¿Cuál fue su principal detonante para incluir la vertiente editorial como parte de su práctica?

Como colectivo tratamos de entrelazar la práctica editorial con experimentos pedagógicos que involucren la puesta en común de conocimientos y experiencias.

En el medio editorial encontramos una plataforma que nos permite visibilizar, materializar y compartir el trabajo colaborativo y sus contenidos. Entendemos las publicaciones como un medio de sociabilización y difusión.

También nos interesan los nuevos medios como canales de transmisión de conocimiento. El ejemplo más claro es la Revista Cartucho, que se gesta desde el núcleo central de la Cooperativa. Cartucho es más que una revista enfocada en la investigación y la producción teórico-práctica. Es, asimismo, un laboratorio de contagio de conocimiento, de afectos,  de trazos por expandir, de preguntas y experimentación.

www.revistacartucho.com

La Cooperativa está conformada por artistas, pero su práctica también está relacionada con la gestión de proyectos/encuentros culturales que no están exclusivamente vinculados con las artes visuales. Su ejercicio se involucra con procesos que van más allá de la producción de obra. En este sentido, ¿cómo conciben el rol del artista o el ejercicio artístico tanto en la escena del arte como en su relación con la esfera social?

Consideramos que nuestro espacio se articula desde un lugar distinto al circuito del arte. Aunque todos los fundadores de la Cooperativa somos artistas de formación, el espacio ha servido como catalizador de relaciones sociales y políticas. A más de diez meses de su nacimiento, la Cooperativa Cráter Invertido comparte cuartel con tres colectivos más que no son actores de la escena artística: La furia en las calles, colectivo punk que desarrolla proyectos autosustentables y distribuye productos libertarios; El Rancho Electrónico, agrupación que trabaja desde plataformas virtuales compartidas, como software libre; y Astrovandalistas, que desarrolla proyectos tecnológicos con enfoques subversivos e interactivos.

La mayoría de las discusiones internas, aunque rozan problemáticas del así llamado “arte”, buscan incluir cuestionamientos preferentemente sociales que intervienen nuestra práctica más allá de la burbuja del circuito artístico. Gran parte de nuestra producción ha sido primordialmente gráfica, visual y editorial. Una de las dinámicas más activas dentro de nuestro colectivo es la mesa de dibujos, como provocación para abordar discusiones de todo tipo.

Hemos abierto el espacio para que sea una nave de encuentros e intercambios entre diversos individuos y colectivos. Los eventos han reunido a diversos grupos e individuos que han compartido sus trabajos desde la afinidad y el intercambio. Las complicidades se han entretejido desde la afectividad, sin evadir el desacuerdo y el conflicto.

No somos un espacio destinado a complacer públicos, como sucede con los espacios institucionales dedicados al arte, en su mayoría estériles. Dentro del Cráter la organización es experimental. No hay recetas, pero se discuten y ponen en práctica estrategias para organizar la cotidianidad del espacio.

En este sentido, entendemos la labor del artista desde su intercambio social y como un agente activo dentro de esta sociabilización. El artista no es un ente aislado de los problemas que acontecen día a día en la sociedad. Dentro de la esfera del arte su posición es otra. Aunque muchos colegas trabajan temáticas políticas, su vinculación con las problemáticas sociales es nula. Es por eso que nosotros desarrollamos plataformas en donde la intervención es activa e incisiva.

Su participación en redes sociales, principalmente en Facebook, es muy activa. El tipo de información que comparten no responde exclusivamente a un ejercicio de difusión de su labor, pero sí está vinculado a ella. ¿Consideran las redes sociales como un espacio de extensión de su ejercicio creativo? ¿Cuál es su relación con estos medios o plataformas? 

Las redes sociales han funcionado como espacios de difusión. Similar a lo que sucede en el Cráter como espacio físico, en las plataformas virtuales nos interesa servir como depositarios de acontecimientos que no se relacionan estrictamente con el arte. Buscamos difundir y compartir conocimiento relacionado con nuestra ideología política, replicando, de esta manera, la inclinación del colectivo por la vinculación e interacción con agentes sociales.

Las redes como Facebook están plagadas de información banal y superficial. Por ello, para nosotros es fundamental utilizarlas como plataformas virales con contenidos que puedan provocar reflexiones e interacciones más profundas.


Cooperativa Cráter Invertido

Miembros: Diego Teo (México DF, 1978), Andrés Villalobos (México DF, 1978), Dasha Chernysheva (Novosibirsk, 1979), Wayzatta Fernández (México DF, 1982), Juan Caloca (México DF, 1985), Maik Dally (Buenos Aires, 1986), Nicolas Wills (Buenos Aires, 1986), Víctor del Moral (México DF, 1987), Rodrigo Frenk (México DF, 1987), Jazael Olguín Zapata (Mexico DF, 1987), Natalia Magdaleno (México DF, 1987), Rodrigo Treviño (México DF, 1988), Yollotl Alvarado (México DF, 1989) y Erik Tlaseca (Bogotá, 1989).

www.craterinvertido.org


[7 de octubre de 2013]

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