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Fotografía de Juan José Kochen.

Santa Fe a La Mexicana

Columna 10.01.2018

Juan José Kochen

Juan José Kochen reflexiona sobre la construcción del parque La Mexicana, un nuevo espacio público en la Ciudad de México.

Con el sismo de 1985 la ciudad se dispersó, creció y extiendió sus límites periféricos. El desarrollo político-urbano volteó al oriente.

Santa Fe es consecuencia de un borde excavado con explotación de minas, ocupación de barrios, desplazamientos y «hoyos negros» de basureros, tiraderos, lotes baldíos y fabriles en 850 hectáreas. En los ochenta, el Plan de Desarrollo Urbano de Santa Fe cambió los usos de suelo, y a partir de 1987 se creó una Zona Especial de Desarrollo Controlado (ZEDEC).

En 1989 se crea el plan maestro para un “nuevo modelo de ciudad” a cargo de Servicios Metropolitanos (Servimet) y se comisiona a Ricardo Legorreta, Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León para su realización. Tras muchos esquemas y formas de zonificación, litigios, expropiaciones, despojos y reconversiones ambientales, Santa Fe creció como un nuevo «centro de ciudad»; empresas multinacionales se mudaron con el Tratado de Libre Comercio (TLC), llegaron universidades, centros comerciales y torres residenciales.

En Santa Fe se instituye el Bussiness Improvement District como polígono de mejoramiento para la creación de un fideicomiso que promovería el cuidado y conservación de la zona, y en 1994 se conforma la Asociación de Colonos ZEDEC Santa Fe, A.C., hasta la fecha encargada de manejar los recursos económicos que otorga el gobierno de la Ciudad de México. Desde entonces, como en otras partes de la ciudad, el desarrollo inmobiliario ha reducido la cabida para áreas verdes y el equilibrio urbano. Los parques y jardines son cada vez más escasos y se reemplazan por estacionamientos y centros comerciales.

Fotografía de Juan José Kochen.

En lo que entonces fuesen los terrenos de la compañía de fundición y minería «La Mexicana» (tiradero de remoción de escombros tras el terremoto de 1985) se inauguró el Parque Público Metropolitano La Mexicana en un predio destinado en un 70 por ciento a áreas verdes y 30 por ciento a vialidades y 1,600 viviendas. La reconversión se logró a través de un fideicomiso público-privado por medio de un Sistema de Actuación por Cooperación (SAC) creado en 2016 para «dotar de espacio público y de infraestructura al poniente de la CDMX con un carácter metropolitano, que integre servicios urbanos, públicos y privados».

El proyecto —que será concesionado para su operación, conservación y mantenimiento, posiblemente a la misma asociación de colonos— ha sido motivo de polémica por los objetivos iniciales del fideicomiso, así como por la permuta, venta y entrega de los terrenos de propiedad pública por el precio por metro cuadrado negociado, luego de que en 2004 se enajenara el predio en el cual se pretendían construir 12 mi viviendas de interés social. No se trata de una mitigación urbana producto de un desarrollo inmobiliario privado sino de la venta parcial de terrenos públicos con alta plusvalía a cambio de un parque para la ciudad.

Fotografía de Juan José Kochen.

El parque incluye zonas de juego, ciclopista, skate park, pista para corredores, dos lagos, tres humedales, anfiteatro y locales comerciales. Grupo de Diseño Urbano —a cargo del arquitecto Mario Schjetnan— proyectó el área de 210 mil metros cuadrados de área verde y 2 mil árboles plantados con guiños y lecciones aprendidas de obras previas como el Jardín Natura Parque Bicentenario, Parque Tezozómoc, Parque Ecológico Xochimilco, Parque Metropolitano Oriente y la Rehabilitación del Bosque de Chapultepec, entre otros.

La propuesta de resiliencia se da en un sector urbano denso y voraz en donde la planeación ha legitimado decisiones para beneficio residencial y corporativo. Más allá de la redistribución de usos y potencialidad de la zona, el resultado urbano-arquitectónico del parque es plausible. Los vacíos y las áreas verdes revelan nuestra condición social por asirse y apropiarse en un desarrollo que nunca volteó a la banqueta ni a la utopía de Vasco de Quiroga. La apuesta por los SAC’s deberá evaluarse con el 30 por ciento restante, mientras las gestiones por transformar la ciudad requerirán de mayor claridad para consumar una visión compartida.

Santa Fe sigue siendo un fraccionamiento desigual y desarticulado. Como dice Jordi Borja, «faltante de espacios públicos y confrontada con su entorno, parece una ciudad amurallada para el uso exclusivo de sus residentes, acomodados y cobardes. Es una excelente operación económica para el gobierno de la ciudad y, según parece, una mala operación urbanística de promoción privada».

Mientras tanto, finalmente hay un motivo para darse una vuelta a Santa Fe.

 

[10 enero 2018]

 

—Las opiniones expresadas en Revista Codigo son exclusiva responsabilidad de los autores.

 

Juan José Kochen

Arquitecto y maestro por la UNAM con estudios de periodismo en la EPCSG. Escribió para Reforma, fue editor de Arquine, consultor del Infonavit y becario de la Graham Foundation, el Fonca y Conacyt. Es gerente general de Fundación ICA y profesor en la Universidad Iberoamericana y CENTRO.

TW: @kochenjj

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Fotografía de Juan José Kochen.

Fotografía de Juan José Kochen.