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1100 architect. Imagen tomada de archpaper.com
Tienda IKEA. Imagen tomada de curbed.com
Tienda IKEA. Imagen tomada de curbed.com
Rococo en Zona Maco 2015. Imagen tomada de coolhuntermx.com

Columna: El diseño intangible en el capitalismo tardío

22.03.2017

Renata Becerril

La debacle del sistema económico y la redundancia del sistema de los objetos[1] podrían estar compartiendo la misma temporalidad. Si queremos migrar de ser una disciplina que —mientras contribuye a la contaminación material y visual— afirma la existencia de una economía caduca a una disciplina que aporta soluciones estructurales, la toma de acción es imperante.

En nuestra sociedad de consumo la vida social se centra más en tener que en vivir y, con esto, el desgaste de todos los estratos —sociales, económicos, culturales— empobrece la calidad de vida. La relación social está mediada por las imágenes —como dijo el teórico marxista francés Guy Debord en su libro seminal La sociedad del espectáculo, de 1967—, y de esa manera es como las percepciones humanas son afectadas, hay una degradación del conocimiento y un empobrecimiento del pensamiento crítico.

Nos enfrentamos a un mundo nocivamente creado y adueñado por el hombre. «Nunca hemos tenido tantas posesiones como ahora, aunque hagamos menos uso de ellas», asegura Deyan Sudjic, director del Design Museum de Londres, en su libro El lenguaje de los objetos, donde se lee como subtítulo un mundo nadando en objetos. Podríamos complementar el título con un adjetivo: fetichista —que tras el tratamiento hecho por Karl Marx en el texto The Fetishism of Commodities and its Secret, devino verbo—. Explicando la fetichización, Marx remata con su aspecto socialmente nocivo: la enajenación de los objetos, no por su valor de uso, sino por su valor agregado como objetos sensuales, objetos del deseo insertos en un código social.[2]

«La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como un enorme cúmulo de mercancías y la mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza». Así comienza Marx el primer capítulo de El Capital. ¿Será entonces que hoy en día los diseñadores son los principales promotores de este modo de producción?

Se vuelve imperante analizar si además de hacedores, los diseñadores pueden influenciar activamente y transformar la manera en que la sociedad interactúa y experimenta el mundo. «El diseño no se trata de productos. El diseño se trata de relaciones», afirman las holandesas Hella Jongerius —diseñadora— y Louise Schouwenberg —crítica— en su manifiesto Beyond the New: a Search for Ideals in Design. Bajo esta óptica, el diseño como disciplina tiene el potencial de contribuir a transformaciones sociales significativas. Pero se necesita enfatizar la urgente necesidad de una agenda más idealista, que replantee constantemente el núcleo de la disciplina del diseño y sus posibilidades de injerencia en el mundo contemporáneo.

Dentro de la práctica, hay actores clave que han centrado su trabajo no en el hacer, sino en la reflexión y el debate, con efectos visibles en el mundo del diseño tradicional. El diseño crítico, término acuñado y acercamiento del trabajo del dúo de diseñadores ingleses Dunne and Raby, es ya de uso común en el lenguaje contemporáneo.

IDEO, la firma internacional de diseño y consultoría basada en Silicon Valley, se ha dado a la tarea de difundir el concepto Human Centred Design. El diseño basado en las personas está en la intersección de la empatía y la creatividad, en donde lo que se piensa y se hace con ello genera soluciones que se adaptan y que son acogidas. Tal vez pronto logremos revertir que Google arroje 330 millones de resultados para IKEA, 28 para Design Thinking y 5 millones para Human Centred Design.

En el centro del pensamiento teórico, la academia ha mostrado señales de cambio, apartándose del diseño como mera producción material. Algunos programas de posgrado —como Social Design de Design Academy Eindhoven, Speculative Design de UC San Diego, o Service Design del Royal College of Art en Londres— muestran los indicios de que la disciplina se replantea y se aleja de seguir siendo el servidor civil del capitalismo.

Al explicar por qué William Morris, el visionario socialista inglés y pionero del movimiento Arts and Crafts, se convirtió en un «socialista práctico», dijo en 1888: «Si las cosas se quedaran como están, la historia se tornará en un sinsentido inconsecuente». Responder a cambios y formular escenarios será el rol central que los diseñadores asuman si se busca tomar una postura crítica y activa ante la situación mundial y hacia el fortalecimiento de la propia disciplina.

 

 

[1] El sistema de los objetos es el título del libro escrito en 1968 por el teórico francés Jean Baudrillard, en él hace una crítica cultural de los productos de la sociedad de consumo.

[2] Adrian Forty, el crítico de la cultura material y profesor de la Bartlett School of Architecture, ofrece un extenso análisis de este tema en su libro Objects of Desire.

Renata Becerril es Maestra en Curaduría de Diseño Contemporáneo por Kingston University. Directora Ejecutiva del festival internacional Abierto Mexicano de Diseño. Ha colaborado en museos como Vitra Design Museum y el London Design Museum, del que es miembro del consejo de selección para su exposición anual Designs of the Year.

 

[22 de marzo de 2017]

Renata Becerril

Es curadora y crítica de diseño. Fue la Directora fundadora del festival Abierto Mexicano de Diseño. Ahora es directora y fundadora de CAPITALES, una galería itinerante de piezas one-off y Directora Creativa de la agencia Trendsétera. Tiene un maestría en Diseño Contemporáneo por Kingston University y el Design Museum en Londres, en el que trabajó y del que es asesora para su exposición anual Designs of the Year. Ha trabajado en Vitra Design Museum, escrito en varias revista y publicaciones y realizado exposiciones para el Banco Mundial y el London Festival of Architecture, entre otras.

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