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© ELEMENTAL - Nina Vidic

Centro de Innovación UC - Anacleto Angelini, de Alejandro Aravena

26.08.2014

En 2010, bajo la iniciativa y patrocinio del consorcio empresarial chileno Grupo Angelini, comenzó a gestarse la idea de un centro de innovación donde las inquietudes de las compañías, los empresarios y los consumidores pudieran converger con la investigación y la producción de conocimiento —generado desde el sector académico— de la Pontificia Universidad Católica de Chile. El objetivo: contribuir al proceso de difusión y transferencia del conocimiento que permita identificar nuevas oportunidades de mercado, revalorizar los recursos existentes, o regularizar los registros de patentes y, así, mejorar la competitividad y desarrollo económico del país sudamericano.

ELEMENTAL —empresa de servicios de arquitectura dirigida por Alejandro Aravena (Santiago de Chile, 1967). En asociación con la Universidad Católica de Chile y la empresa petrolera COPEC, tra­ba­ja en pro­yec­tos de in­fra­es­truc­tu­ra, transpor­te, es­pa­cio pú­bli­co y vi­vien­da— fue la encargada de desarrollar el proyecto del Centro de Innovación UC – Anacleto Angelini, ubicado en el campus San Joaquín de la UC, en Santiago de Chile.

Partiendo del supuesto de que la interacción entre las personas (investigadores, en este contexto) es crucial para generar y difundir el conocimiento, el diseño del edificio promueve la generación de encuentros casuales y fortuitos entre los usuarios: desde una banca donde sentarse en el vestíbulo del elevador, para encontrarse con algún colega y compartir información de interés, hasta el núcleo transparente del edificio que permite ver lo que los demás hacen mientras se recorre verticalmente.

Conscientes de las necesidades de continuo cambio y renovación que supone un centro de innovación de dicha envergadura, en ELEMENTAL pensaron que una forma limpia, directa y sencilla, era la mejor manera de garantizar la flexibilidad del diseño a futuro. «Con una geometría estricta y un material monolítico resistente fue como pensamos contrarrestar tendencias estéticas por atemporalidad», declaró la firma.

Una de las mayores preocupaciones de ELEMENTAL se centró en la amenaza primordial para un centro de innovación: la obsolescencia, tanto funcional como estilística. Para ello, se buscó diseñar el edificio de tal forma que resista —en buen estado— el paso del tiempo. Así, la estrategía para contrarrestar el desuso y posibles daños, según la visión del equipo conformado por Alejandro Aravena y Juan Cerda, consistió en diseñar el edificio como una infraestructura y no como un mero objeto arquitectónico.

En lugar de recurrir a la común –y poco sostenible— fórmula del edificio genérico de fachada acristalada, la respuesta provino más del sentido común que de las ciencias duras: se dispuso la masa del edificio al exterior en una envoltura de concreto aparente, remetiendo considerablemente las ventanas para evitar la radiación solar directa. En respuesta al clima semi-desértico de la ciudad de Santiago, se optó por iluminar cenitalmente el núcleo del edificio, y disponer de sólo algunas —aunque monumentales— entradas de luz y de aire en el perímetro, procurando siempre ventilaciones cruzadas a lo largo de la estructura. Así, se evitó despilfarrar grandes cantidades de energía en aire acondicionado e iluminación artificial. El resultado no sólo es totalmente funcional y adecuado a las condiciones ambientales de la capital chilena, sino que, en su claroscuro discurso, confirma que «la arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz», a decir de Le Corbusier.

Para conocer más acerca del trabajo de ELEMENTAL, puedes consultar esta entrevista que publicamos recientemente.


Fuente: ELEMENTAL


[26 de agosto de 2014]

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