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Entrevistas con Fernando Eimbcke, Amat Escalante y Gerardo Naranjo

Archivo 15.02.2021

Tatiana Lipkes

Las presentes entrevistas fueron publicadas con motivo del estreno en 2008 de las películas Lake Tahoe, de Fernando Eimbcke; Los bastardos, de Amat Escalante; y Voy a explotar, de Gerardo Naranjo.

[Publicado en diciembre de 2008 | De la edición impresa núm. 48]

 

Si algo tienen en común estos tres cineastas, es que se han convertido en un paréntesis dentro del sistema estético que hasta ahora ha dominado las pantallas de nuestros cines. Aquí no estoy hablando de una ruptura, en el sentido de destrucción, sino de una interrupción. No tratan de convencer al público, presentan una idea para que este reflexione sobre su propio punto de vista. El espectador tiene que hacer la mitad del trabajo, sin esperar que la película lo seduzca. Probablemente este sea el reto más grande de estas obras, que el espectador cambie su actitud.

Ya no existe la ilusión del cine como un mundo que hace olvidar, son películas que se forman ante nosotros y no un universo ajeno que se deja ver por un instante. Su tono se va construyendo, no está dado, por eso nos exigen un mayor esfuerzo, formar parte activa dentro de la historia: tenemos que decidir si llorar o reír, emocionarnos o rebelarnos. La indecisión es constante, no nos imponen ningún esquema conocido y por eso nos sentimos incómodos. Tal vez, estas películas nos muestren lo que hace del cine el cine.

Lake Tahoe, de Fernando Eimbcke (2008).

—¿Qué respondes cuando te preguntan cuáles fueron tus influencias?

Fernando Eimbcke (FE): Jarmusch, Ozu, Bresson y De Sica.

Amat Escalante (AE): Mi papá, que es pintor y músico, a quien yo veía crear enfrente de mí desde siempre. Luego están los directores de cine que me han afectado, como Stanley Kubrick, Werner Herzog, Fritz Lang, Luis Buñuel, James Benning y Robert Bresson.

Gerardo Naranjo (GN): La pregunta casi siempre tiene chanfle, una vez que la película está hecha, no hay nada que la pueda proteger más que ella misma. Colgarle santos como «influenciada por» es como querer darle un estatus de calidad automático, siempre se cae en el juego de ¿qué es homenaje?, ¿qué es robo?, ¿tú eres tú o quieres ser otro? Así que trato de no decir mis influencias cuando hay una función. Si todo fuera más serio, diría que nada me inspira más que una película de Leos Carax, y ya está.

 

—¿Es posible que uno de los temas principales sea la falta de pertenencia de los personajes?

FE: Sí. Esta falta de pertenencia está principalmente en Juan, el protagonista, quien trata de escapar del lugar al cual realmente pertenece, su hogar.

AE: No. Para mí es la confrontación del personaje ante la vida (el amor, la violencia, el sexo y la muerte). Falta de pertenencia me suena a película de adolescentes.

GN: Sí. Voy a explotar trata de algo más o menos así: dos chicos que se definen por decir «no» antes que decir cualquier otra cosa. Pero eso no lo digo yo, lo dijo un señor francés, que define al rebelde como aquel que antes que nada se niega a pertenecer y eso lo define.

Amat Escalante, Los bastardos (2008)

—¿Cuál es el papel de la memoria en la película?

FE: La memoria hace escapar al personaje principal, que quiere escapar de cualquier tipo de recuerdo. Al contrario, el hermano menor del personaje intentará construir con la memoria ese lugar imaginario llamado Lake Tahoe.

AE: El pasado que forma parte de la actitud de una persona.

GN: El pensamiento de Maru, la protagonista, lleva la película, así que la memoria aquí lo es todo. Ella ve lo que quiere ver, entonces nos lleva esta memoria inventada, para mí esto es lo único que dirigiría la emoción, un punto de vista subjetivo

 

—¿Es importante que exista una moraleja o mensaje explícito en la película?

FE: Más allá de no ser importante me parece que es dañino.

AE: No. Mi teoría es que ya hay suficientes mensajes en nuestras vidas. Cuando hago cine me imagino un lugar sin anuncios y sin propaganda. Un lugar libre. Aunque lo que termine diciendo la película esté fuera de mi control.

GN: Lo del mensaje está medio peligroso. Lejos de moraleja o lección final, traté de hacer chocar algunas ideas contradictorias, que provocan algo.

 

—Para ti, ¿es cierto que las películas que recorren el mundo de los festivales

responden a una especie de fórmula?

FE: El que una película esté en un festival no quiere decir que sea buena ni original. Habiendo tantos festivales y tantas películas se puede encontrar un patrón. Pero creo que es principalmente en los festivales donde aún se pueden encontrar las voces más originales, porque lo que más les interesa a los festivales es programar un cine de autor, un cine con voz propia.

AE: Las obras que se basan en fórmulas no trascienden mucho con el tiempo.

GN: Creo que hay más festivales de cine que películas. Si le añadimos que nuestro periodismo cultural está por los suelos, se relativiza todo. Habría que echarle más ganas a la prensa cultural. Supongo que sí se puede hacer una película para ir a un festival, pero no lo veo nada práctico, es demasiado trabajo, no creo que nadie haga cine sólo por eso.

 

—¿Crees que el hecho de usar actores no profesionales sirve para darle verosimilitud a la película o es sólo una herramienta que está de moda?

FE: En el cine hay muchos otros factores que hacen que una película sea verosímil. El guión, la puesta en cámara, el sonido, el montaje… Y no lo veo como una herramienta de moda, lo veo como un recurso que se ha utilizado mucho en la historia del cine y que se seguirá usando.

AE: No está de moda, ya que literalmente desde que se inventó el cine se han usado actores que no son profesionales. Tal vez esté de moda señalarlo. Creo que como ya todos estamos tan acostumbrados al culto del actor superestrella, ya no podemos creer en gente como uno mismo. Para mí, ha sido una forma más cómoda y emocionante de trabajar.

GN: No, ni por mucho es una herramienta nueva. Nanook no era actor, ni los pescadores que usó Visconti. Creo que el uso de no actores puede responder a la sobreexpresividad que domina en los actores de hoy en día.

Voy a explotar, de Gerardo Naranjo

¿Podrías hablar de un detalle personal dentro de la película?

FE: Podría hablar del génesis de la película —el cual comparto con Paula Markovitch, la coguionista—, que es la pérdida de alguien.

AE: Sangre, por ejemplo, está basada en mis temores y es una autocrítica.

GN: Si todo viene de la personalidad del director, todo es personal.

 

—¿Qué sentido le das a la muerte en tu historia?

FE: Es el centro de gravedad de la historia.

AE: El de consecuencia narrativa y punto extremo a donde todos vamos a llegar, muy misterioso, que temo mucho en lo personal.

GN: Para los protagonistas de Voy a explotar, la muerte es el precio que se debe pagar por «no ser normal», aunque uno de ellos se acobarde al final. En los dos casos es un entendimiento bastante ingenuo, pero la película era eso, una película de dos chicos ingenuos.

 

—¿Para ti qué es encontrar una voz propia?

FE: Charlie Parker murió sin haber podido tocar la nota que sólo él escuchaba.

AE: Hacer lo que viene de adentro sin miedo y sin contemplarlo demasiado.

GN: No querer hacer otra película que la que imaginé, y esto es un método, más que ser un dogma. Claro, es trabajar protegiendo lo imaginado, no pidiendo consejos a los amigos o a los sabios.

 

—¿Con qué otra actividad compararías el hacer cine?

FE: Nunca he corrido uno, pero me imagino que con un maratón. Aunque en el maratón sabes cuántos kilómetros te faltan para la meta y en el cine nunca.

AE: Componer música.

GN: Oír música, leer un buen libro también. Lo que sea que te haga imaginar. Hacer y ver cine es lo mismo.

 

—¿Qué aprendiste de la filmación pasada que aplicaste en esta y qué aprendiste en esta última que aplicarás para tu futura película?

FE: Cuando terminé Temporada de patos creí haber aprendido algo, pero cuando empecé Lake Tahoe eso que había aprendido me sirvió muy poco. Seguro pasará lo mismo con la tercera.

AE: No filmar en Estados Unidos.

GN: La misma lección —hay que mantener el drama en la pantalla—, pero parece imposible.

 

—¿Qué piensas de esta cita de Jean Luc Goddard: «Una película es como un diario personal, un cuaderno o un monólogo hecho por alguien que trata de justificarse a sí mismo ante la cámara»?

FE: Yo veo una película como un cuaderno en el que sientes la necesidad de hablar de un tema personal, pero en el que vas escribiendo con la ayuda de tus colaboradores. Sin ellos dicho cuaderno sería algo totalmente diferente o simplemente no existiría.

AE: Sí, creo que hacer cine de ficción puede ser muy egoísta.

GN: Sí, por supuesto, al filmar trato de crear un ambiente donde las cosas y los personajes que me interesan puedan sobrevivir, aunque sea por cien minutos. Así que en el mejor de los casos puede ser un diario, aunque sea inventado, al final quien lo inventa es uno. Pero hablando de películas, no creo que el cine en general sea un ejercicio de honestidad.

 

 

Tatiana Lipkes

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