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Raúl De Nieves, vista de instalación de beginning & the end neither & the otherwise betwixt & between the end is the beginning & the end (2016). Whitney Biennial 2017, Whitney Museum of American Art, Nueva York, Marzo 17-Junio 11, 2017. Colección del artista; cortesía de Company Gallery, New York. Fotografía de Matthew Carasella

Bienal de Whitney 2017

Reseña 21.04.2017

Celeste Wilson

Mayor diversidad e inclusión, así como obras emotivas, intensas y oscuras, fueron los elementos característicos de esta edición de la bienal de Whitney

Nada acerca de la Bienal de Whitney 2017 sucedió por accidente. Desde los curadores —Christopher Y. Lew y Mia Locks, hasta los artistas y las obras presentadas, cada uno fue seleccionado no solo por su contenido, sino por quiénes son o qué son. La mitad de los artistas de la bienal son mujeres y otra mitad son gente de color, lo que sugiere que el creciente número de artículos cínicos, protestas de artistas y agudos hashtags, pueden haber hecho una diferencia para presionar a la institución a tomar una dirección más inclusiva. La diversidad de artistas son capaces de posicionarse, abordar problemáticas, y compartir experiencias personales que son urgentes para nuestros tiempos.

El nuevo edificio es utilizado de forma brillante con obras como beginning & the end neither & the otherwise betwixt & between the end is the beginning & the end (2017), de Raúl de Nieves, o The Meat Grinder’s Iron Clothes (2017), de Samara Golden que utilizan los grandes espacios con ventanas, las esculturas exteriores y el vestíbulo para crear una permeabilidad entre las obras, la arquitectura y la ciudad. La exposición es extremadamente política, casi todos los artistas realizan un comentario sobre un tema actual: desigualdad de ingresos, calentamiento global, racismo, brutalidad policíaca, inmigrantes o lo políticamente correcto. Muchas de las obras son de gran formato, oscuras en su color y contenido, y ruidosas: los videos suenan alto y varias galerías albergan esculturas lo suficientemente grandes para que los visitantes puedan recorrerlas. Es fácil perderse algunas piezas, como Triggers (2017) de Puppies Puppies, que se muestra alrededor de la exhibición cuestionando el problema de la violencia armada, así como la idea de una amenaza de disparo.

Aunque hay una buena cantidad de obras explícitas y potencialmente ofensivas, sólo hay dos advertencias específicas: una que explica la restricción para mayores de edad y la naturaleza del video de realidad virtual Real Violence (2017) de Jordan Wolfson, y otra que advierte de los efectos estreboscópicos ala posible desorientación en A Very Long Line (2017) de Postcommodity. Pero los espectadores tienen la opción: mientras una joven abandonó la fila para la pieza de Wolfson, argumentando que estaba demasiado asustada para verla, otra mujer hizo un baile rápido para grabar su propio video frente a la proyección de Postcommodity.

Tan eficaces, intensas y emotivas como muchas de las obras en la bienal, los espectadores no siempre las toman en serio, lo que da mayor razón para mantenerlas, al igual que la mayor diversidad y la presencia de más artistas que utilizan sus plataformas para abordar problemas políticos y sociales del presente. En cualquier caso, la Bienal prueba que el arte, desde muchas perspectivas, es esencial.

—Celeste Wilson es artista, escritora y maestra con sede en Brooklyn. Cuenta con una licenciatura en Bellas artes por la Escuela de Diseño de Rhode Island (RISD). Sus principales temas de interés son la pedagogía experimental, las problemáticas sociales y el desperdicio en el comercio y manufactura global.

Traducción del inglés de Andrea García Cuevas

[21 de Abril de 2017]

 

Celeste Wilson

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