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Miguel Ángel Salazar, Forgotten Landscapes, 2018. Cortesía de Laboratorio Arte Alameda.

Otra visita a la escultura en el Laboratorio Arte Alameda

Reseña 02.08.2018

Manuel Guerrero

A través del trabajo de artistas nacionales e internacionales, la exposición plantea un cuestionamiento sobre la práctica artística contemporánea desde lo escultórico.

«Otra visita a la escultura», exposición presentada en el Laboratorio Arte Alameda, propone una revisión de la escultura como concepto y disciplina artística a través de una curaduría realizada por Violeta Horcasitas, en la que reúne el trabajo de 14 artistas nacionales e internacionales de México, Estados Unidos y Canadá. La selección de Horcasitas, si bien parte de lo escultórico como eje, presenta obras en varias manifestaciones relacionadas con el video, el GIF y la instalación a través de nociones como el error y el acierto.
Al entrar a la primera sala, destaca la presencia de obras como Dodecaedro de Lina Mazenett y David Quiroga; además de Escritura de tiempo, de Verónica Gerber Bicecci, cuyo montaje propone al público una aproximación más cercana a lo bidimensional. Postradas sobre la pared, como imágenes planas, es perceptible un planteamiento más pictórico que escultórico, por lo que surge una pregunta: ¿Cómo estas piezas en particular plantean esa otra visita a la escultura?

Lina Mazenett + David Quiroga, Dodecaedro , 2015. Cortesía de Laboratorio Arte Alameda.

En el caso de Dodecaedro, las doce placas pentagonales de madera cubiertas con minerales y brea funcionan como una deconstrucción horizontal del sólido platónico que nos permite visualizar todas las caras desde un solo punto de vista. Sin embargo, las particularidades de los materiales empleados permiten observar juegos de luces que nos recuerdan el comportamiento de las estrellas y ofrecen una visión panorámica que excede el contorno de la pieza y que, de manera imaginaria, nos invita a reconstruir su volumen. En ese sentido, la condición escultórica de una obra de este tipo queda patente, aunque una situación distinta ocurre con Escritura de tiempo: a pesar de la referencia matérica, significada con los planos de color en escalas de grises con los que se definen las vetas de la madera, lo escultórico resulta ambiguo.
Quizá he empezado este texto al revés, hablando primero de las piezas y no de la cualidad escultórica que subyace a la selección de obra, pero entrar a la sala de exhibición y encontrarse con estas dos obras genera preguntas —por las circunstancias descritas.

Verónica Gerber Bicecci, Escritura de tiempo, 2005. Tomada de la web de la artista.

Lejos de apostar por algún espíritu reaccionario que catalogue cada producción artística basada en una genealogía plástica por simple capricho, considero que es importante examinar el planteamiento escultórico de esta exposición por el peso que esta disciplina tiene en su eje curatorial. Más allá de la escultura como el arte-técnica del modelado y la talla, la perspectiva que se gestó durante el siglo XX marcó una ruptura con las pretensiones pigmaliónicas con las que actualmente valoramos este tipo de obras; de convertir el mármol o barro en el objeto real.
Con ello no se desacredita de ninguna manera la producción escultórica clásica, que estuvo acompañada de profundas reflexiones por parte de sus creadores —desde Miguel Ángel hasta Camille Claudel—, pero es necesario despejar de nuestro juicio perspectivas arcaicas, como si la Endless Column de Constantin Brancusi o Maman de Louise Bourgeois no plantearan un problema escultórico por el hecho de que no representan seres vivos en el canon clásico. Si algo se puede decir sobre el valor artístico de la escultura moderna y contemporánea no es en razón de los materiales utilizados, sino en la pregunta que plantean sobre las condiciones corporales que se establecen entre los individuos, el objeto en cuestión y la significación que él mismo entreteje con el espacio.
En la escultura, la forma en la que el público se aproxima y la invitación que la obra propone tienen una relevancia considerable para articular una lectura integral de su discurso: acercarse, rodear, agacharse —en suma— explorar la obra en cada detalle y desde cualquier perfil posible, son condiciones de recorrido que importan y abonan a la experiencia.

Lorna Mills, Fireball, 2016. Tomado de la web del artista.

Por esto, retomando las piezas de la exposición, las piezas de artistas como Lorna Mills trabajadas en el GIF; la videoinstalación de Sabrina Ratté y la participación de Rick Silva nos hace preguntarnos de qué modo estas disciplinas audiovisuales plantean un problema escultórico si están limitadas a los bordes de la pantalla. En efecto, los trabajos que se encuentran en la sala construyen un espacio, pero se requiere un nuevo enfoque teórico-curatorial para aclarar cómo la escultura es una disciplina pertinente para las formas de producción de imágenes en la actualidad, orientadas a un entorno virtual del que, a pesar de nuestra condición humana y efímera, formamos parte y habitamos.

Es necesario mencionar que los recursos técnicos empleados hoy, sin un cuestionamiento crítico sobre sus posibilidades, no pueden subsanar la brecha entre tecnología y arte: el proceso denominado como impresión en 3D y los programas utilizados para la creación de gráficos tridimensionales, por sí mismos, sólo son una reconversión en los procesos técnicos. Piezas como Das Ding de Lindsay Lawson, o Forgotten Landscapes de Miguel Ángel Salazar destacan por sus atractivas cualidades visuales, como ejemplos de las capacidades de estas tecnologías para proyectar formas, sin embargo—más allá del asombro— la ausencia de un vínculo con las circunstancias de sus contextos culturales específicos es notoria.

Otro aspecto a analizar es el papel del error en el proceso de las piezas presentadas. ¿Qué relación existe entre estos campos? En buena parte, la presencia de esta idea en la exposición proviene de la pieza de Roberto García Hernández titulada Otra visita de bulto con El Escultor, que a su vez basa en una historieta del caricaturista Don Martin llamada Another visit with the sculptor, en la que muestra la impresión de un coleccionista por un atisbo de mármol dejado en el suelo del estudio del artista, y el asombro del escultor por la indiferencia ante lo que él considera su opus magnum.
La instalación de García Hernández comprende una reproducción de la tira de Martin y 365 esculturas de yeso colocadas sobre un anaquel: restos de una búsqueda por producir esa obra maestra durante el mismo número de días que tiene un año.

Roberto García Hernández, detalle de Otra visita de bulto con El Escultor, 2017. Tomada de Notimex.

En este punto, el error desde la escultura se conjunta con las equivocaciones que los medios digitales son capaces de producir, como lo demuestra Throwing pixels de Jason Ronallo y The Rick Silva Field Guide to Birds of a Parallel Future, del artista brasileño, Rick Silva. ¿Qué tipo de acercamiento poético revelan los fallos en un programa? Más que presentarse como desaciertos o situaciones que estrictamente no deberían estar ahí, estas cualidades en el arte revelan un sinfín de caminos para reinterpretar el contenido original que se corrompió o no estaba previsto.

De acuerdo con palabras de la curadora en referencia a la muestra, «más allá de etiquetas, la práctica artística puede generarse desde cualquier disciplina y oficia»; una postura acertada no sólo en esta exposición, sino en otras alrededor del mundo, pero que arroja una interrogante crucial: ¿Por qué tomar a la escultura como punto de partida si los proyectos exploran otras plataformas —más cercanas a sus propios intereses creativos? «Otra visita a la escultura» diluye su propósito en medio de un considerable número de proyectos y temas, gestados en circunstancias políticas, sociales y culturales diferentes.

Otra visita a la escultura podrá visitarse en el Laboratorio Arte Alameda hasta el 2 de septiembre del 2018.

Manuel Guerrero

Ha participado en más de quince exposiciones colectivas y encuentros de arte sonoro en México, Reino Unido, Japón y España. A la par de la producción artística, ha escrito para más de doce plataformas dedicadas a la reseña y crítica de arte.

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Lina Mazenett + David Quiroga, Dodecaedro , 2015. Cortesía de Laboratorio Arte Alameda.

Verónica Gerber Bicecci, Escritura de tiempo, 2005. Tomada de la web de la artista.

Roberto García Hernández, detalle de Otra visita de bulto con El Escultor, 2017. Tomada de Notimex.