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Vista general de la exposición de Fernanda Gomes en el Museo Jumex. Fotografía cortesía del museo.

Fernanda Gomes en el Museo Jumex

Reseña 16.08.2018

Manuel Guerrero

Revista Código analiza la exposición de Fernanda Gomes en el Museo Jumex, en la que establece una relación con las condiciones específicas del espacio.

La exposición de la artista brasileña Fernanda Gomes —que el Museo Jumex presenta actualmente— sigue un proceso similar al que realizó en muestras previas dentro de galerías y museos de Brasil y parte de Europa: establecer una relación estrecha entre sus intenciones plásticas y las condiciones del espacio donde trabaja. Este último aspecto podría parecer algo recurrente en el trabajo de otros artistas: por ejemplo, Sol Lewitt utiliza los muros de los lugares donde expone para realizar obra de sitio específico. Pero Fernanda Gomes le da a esta estrategia un matiz particular: pues las cualidades de temperatura interna, el suelo, la iluminación, la forma y composición del lugar donde está exponiendo son aspectos fundamentales para la artista.

Una característica de la exposición de Gomes en México es la ausencia de fichas técnicas: un dispositivo clave del trabajo museográfico. Sin el título, año de realización, técnica o contexto, el objeto artístico pierde sentido. Con esta estrategia, Gomes apuesta por el reconocimiento de las relaciones que cada una de estas «cosas» establece con las otras; y también posibilita una relación diferente con el público.

Así, el cuerpo de trabajo de Fernanda Gomes produce un cambio en la concepción e interacción con los espacios de exhibición para el arte, ya que el «cubo blanco»1 moderno es superado como ese espacio circunscrito a un sistema de valores hermético, que enaltece las cualidades esenciales de una obra.

En favor de un espacio significado a partir de sus cualidades tangibles, Fernanda Gomes subraya la poética contenida en las condiciones arquitectónicas del interior de la Galería 1 del Museo Jumex: por ejemplo, la artista, a partir de un suelo volado —compuesto por placas de mármol— utiliza madera, varas de canela y nueces para plantear un juego de color.

Vista general de la exposición de Fernanda Gomes en el Museo Jumex. Fotografía cortesía del museo.

En otra pieza, las corrientes de aire provenientes del sistema de calefacción permiten el débil movimiento de pliegos de plástico; así, la artista sugiere una atmósfera apacible, en la que —a pesar del contexto urbano en el que todo sucede a gran velocidad—impera la calma.

Pero, ¿a dónde nos lleva la significación del espacio con las sutiles —hablando en términos visuales y espaciales— intervenciones de Gomes? En una reflexión inmediata, al centrar, la artista, su proceso creativo en las cualidades materiales, ¿no está también enalteciendo la figura del «cubo blanco»?

Entre la economía de recursos y las condiciones acústicas de la Galería 1 del Museo Jumex, Gomes propone un espacio de excepción ante un violento panorama visual caracterizado no solo por su contenido, sino por la velocidad a la que se producen las imágenes.

Vista general de la exposición de Fernanda Gomes en el Museo Jumex. Fotografía cortesía del museo.

En la actualidad, es difícil mantener la figura del «cubo blanco» como una simple especificidad física en el espacio-tiempo, que teje sus propias redes simbólicas apartada del mundo; las exposiciones que llevan las coyunturas de ciertos contextos sociopolíticos —al grado de subvertir los esquemas de exhibición y los límites de representación— no son una novedad. Sin embargo, en medio de las pulsiones que orillan a los artistas a dar cuenta de su violento contexto actual, como una necesidad urgente, ¿no es también un síntoma del frenesí de los tiempos buscar espacios que suspendan —aunque sea por un breve lapso— la «indigestión» cultural a la que estamos expuestos?

No es extraño que, para entrar a esta exposición, Gomes solicite al público mantener a raya la interacción con el teléfono celular o cualquier otro dispositivo. Dicha petición, con la dinámica adoptada por otros museos que alienta la interacción digital entre el público y sus exposiciones alojadas, es inusual pero no reaccionaria: esta gran instalación confeccionada por Gomes implica observar y localizar los detalles ínfimos. Con la lógica del fotógrafo de smartphone —la cual privilegia los fenómenos asombrosos y visualmente llamativos— es complicado advertir las particularidades si uno está a la cacería de imágenes que incrementen los likes en redes sociales.

Además de invitarnos a reconocer que cada espacio puede habitarse y es posible reconfigurarlo por encima de uso preconcebido, la exposición de Fernanda Gomes plantea una reflexión sobre la condición que dicta cuando una obra está terminada. Una buena parte de los elementos que conforman la muestra incluyen remanentes de los materiales utilizados en piezas «más grandes», con lo que definen el discurso museográfico desde la propia realización de cada una de las «cosas». De la economía de recursos materiales emerge una consideración formal afín a las ideas contenidas en Wabi-Sabi, un binomio importante en la estética japonesa desde el cual advertimos la imperfección de las cosas que nos rodean no como defectos, sino como atisbos que nos permiten comprender el paso del tiempo en cada muesca, alteración en los colores derivada de una degradación natural y, en general, dentro de una ambientación modesta.

Vista general de la exposición de Fernanda Gomes en el Museo Jumex. Fotografía cortesía del museo.

Otro aspecto fundamental en el planteamiento de esta exposición es la relación de escalas, la cual aporta otra lectura de las «cosas» dispuestas en la sala. Sin exceder la relación con las proporciones humanas, Fernanda Gomes confronta elementos centimétricos con estructuras de madera forradas en lienzo, capaces de alojar a un individuo de pie o tendido en el suelo. Los juegos entre el tamaño de objetos como esferas de vidrio o madera, frente a la altura a la que están colocados lienzos u hojas de papel, propone un participación del público como testigos de relaciones dispares —en cierto modo—, monstruosas, aunque la magnitud del contraste sea inversamente proporcional al tamaño de los objetos.

Vista general de la exposición de Fernanda Gomes en el Museo Jumex. Fotografía cortesía del museo.

La vena japonesa que exploramos antes, respecto a la consideración de los materiales, nos permite comprender cuán significativo puede ser un fenómeno dentro de su discreción. Pensemos en uno de los haikús más conocidos del poeta Matsuo Bashō:

 

Un viejo estanque:

Salta una rana,

Ruido de agua.2

La ruptura en la estabilidad de todo un ambiente con algo tan delicado como el chapoteo de un cuerpo de agua no es algo distante de lo que Gomes crea para la galería: una ruptura con el sistema simbólico de la ciudad y con la propia estructura de exposición asociada al espacio museístico a partir de sobrios gestos matéricos, espaciales y visuales.

El ascetismo presente en la exposición de Fernanda Gomes es, en buena medida, una forma de suspender la percepción caótica del mundo contemporáneo creada a partir de cientos de miles de imágenes. Si bien el formato de exposición basado en el esquema del «cubo blanco» sigue presente, la artista brasileña procura darle un giro al apropiarse de él. No solo por sus cualidades simbólicas, sino por las circunstancias técnicas envueltas en su configuración. En el público, cada uno de esos detalles influyen en el entendimiento y relación que mantienen con el espacio, pues subraya su particularidad y entabla una cierta empatía con el lugar mismo y con las personas que lo habitan de manera casual.

En este sentido, los objetos empleados para configurar la instalación no son el fin sino el medio que nos permite comprender que, por debajo del ruido mediático del contexto actual, donde cientos de opiniones se publican segundo a segundo, palpita una urgencia por activar nuestra percepción en entornos callados —en términos sonoros y visuales. Como en el yīn y el yáng del taoísmo, la calma y el cambio son indisociables de las transformaciones que suceden en el mundo. Esa es nuestra circunstancia.

 

—La exposición de Fernanda Gomes puede visitarse en el Museo Jumex hasta el 14 de octubre de 2018.

 

1 Descrito por Brian O’Doherty en 1976 en su trabajo Inside the White Cube: The Ideology of the Gallery Space.

2 Trad. De Octavio Paz y Eikichi Hayashiya para la versión castellana de Oku no Hosomichi, de Matsuo Bashō.

 

 

 

 

Manuel Guerrero

Ha participado en más de quince exposiciones colectivas y encuentros de arte sonoro en México, Reino Unido, Japón y España. A la par de la producción artística, ha escrito para más de doce plataformas dedicadas a la reseña y crítica de arte.

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