Cn
Ilustración de Santiago Robles (detalle).

Entender al otro no es un problema de metodología sino de empatía

Columna 27.06.2018

Santiago Robles

En su columna para Revista Código, Santiago Robles revisa el libro El fin de los Montioc. Tradición oral de los huaves de San Mateo del Mar, Oaxaca.

La poeta, socióloga y traductora Elisa Ramírez Castañeda (Ciudad de México, 1947) se presentó por primera vez en el territorio oaxaqueño de los ikoods (también llamados huaves) debido a que estaba por inaugurarse la Casa de la Cultura en Juchitán, de la cual es fundadora. Elisa llevaba una invitación para que los músicos de San Mateo del Mar se presentaran a tocar en dicho evento; sin embargo, no fue bien recibida por venir de fuera, por ser mujer y joven. Al principio tuvo que recurrir a un intermediario para comenzar a establecer un diálogo con las autoridades, y una vez que fue aceptada trabajó con la comunidad de distintas formas desde principios de los setenta hasta principios de los ochenta: visitándola, entrevistándola e intercambiando cartas.

El resultado de estos años de diálogo se materializó en el libro El fin de los Montioc. Tradición oral de los huaves de San Mateo del Mar, Oaxaca, editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1987. Este año, gracias en parte a una iniciativa de Abraham Cruzvillegas, el libro se ha vuelto a publicar bajo el sello de Alias Editorial. A propósito de esta segunda edición, platiqué con Elisa Ramírez acerca de la transformación de la cultura ancestral de los ikoods, del proceso de reconstrucción que atraviesa la región tras el sismo de 8.2 ocurrido el pasado septiembre y de las repercusiones históricas que ha tenido esta publicación.

Libro. Huaves.

Fotografía cortesía de Alias Editorial.

—¿De dónde proviene el término huave?, ¿qué quiere decir?

Cómo se llaman los pueblos a sí mismos ha cambiado muchísimo a partir del movimiento zapatista. Anteriormente y sin ningún problema, las personas de San Mateo del Mar y de los poblados que se encuentran entre las lagunas [Laguna superior, Mar Tileme y Laguna inferior, Düic Timebai] se denominaban como huaves. Así los designaron los zapotecos —de una forma despectiva, pues se dice, aunque no se sabe con certeza, que quiere decir «lodo podrido» [encontré también el significado «gente que se pudre en la humedad», el cual es muy cercano al que menciona Elisa]. En los setenta, cuando estaba conformando el libro, las personas de San Mateo se hacían llamar mareños. Mucho tiempo después eligieron de forma consciente el término ikoods, que quiere decir «los que hablamos», entonces es como decir «nosotros». Al decir ikoods uno se está refiriendo a los hablantes de una lengua.

Actualmente y de forma esencial, ellos siguen siendo los mismos, viven en el mismo lugar: la costa del Istmo de Tehuantepec, en la Laguna Superior. Tienen tierras específicamente marcadas junto a la playa y eran de los pocos pueblos en la zona que se dedicaban exclusivamente a la pesca —aunque esto ha cambiado.

Fotografía de la comunidad de los huaves.

Fotografía de Elisa Ramírez Castañeda. Cortesía Alias Editorial.

—¿Qué es un montioc?

Los montioc son los que tienen doble de nube. Entre los huaves, las personas tienen dobles, una contraparte llamada nagual. En otros pueblos de Oaxaca las personas tienen un nagual, pero los huaves tienen tres: uno de tierra, uno de agua y uno de aire. Si una de estas existencias paralelas era un rayo o una nube entonces la persona era un montioc, es decir, alguien honesto, recto y estrictamente apegado a la tradición y a las normas. Actualmente ya no existen los montiocs porque los antiguos ya no cuidan al pueblo y porque el pueblo ya no cumple con ellos.

Hace treinta años que yo estuve trabajando allá, ya no se creía en los montioc. Actualmente no podría decirte cómo ni cuánto han cambiado las cosas, pues este libro no se refiere en lo absoluto a lo que está sucediendo ahora sino a la investigación que realicé en aquel entonces. Para esta reedición agregué nuevos elementos [versos de la tortuga, la fiesta de Corpus bajo el título «Bajtin tropical», cartas], pero todo es material que recopilé en esos años.

Dibujo de fauna silvestre. Huaves.

Ilustración de Santiago Robles.

—Lo cual me permite preguntarte de dónde surge el interés por reeditar esta obra.

Que tú tengas un libro listo y que haya un editor que quiera volver a publicarlo es una cuestión providencial. El volumen es un referente que la gente solicita, consulta y que aún cita; es un clásico. Por otro lado, al ser una edición compuesta de fragmentos permite que todo mundo pueda tomar de ella lo que quiera.

La idea detrás de esta reedición es colaborar con la reconstrucción de un lugar que fue destruido por causas naturales, por el sismo del septiembre pasado [véase aquí, por ejemplo]. Una de las discusiones que se llevaron a cabo entonces fue si la reconstrucción se debía realizar con materiales de la zona, pero para eso debes promover también una reconstrucción cultural, un conocimiento de cómo son las cosas. Pensamos que el hecho de que la parte física de la región estuviera tan lastimada era una oportunidad para volver a publicar este libro, el cual serviría como un apoyo para hacer una reconstrucción a partir de materiales de reúso cultural que fueran lo menos hostiles con la población originaria. La gente puede acudir nuevamente al volumen para decidir qué le sirve, qué no le sirve y qué puede reusar para impulsar una reconstrucción de identidad paralela y complementaria a la material.

 

—El libro, debido a sus características, es de difícil clasificación: ni literatura ni etnografía. ¿Cómo lo concibes a treinta años de haberlo conformado?

Muchas personas dicen: «Este libro no es antropología», «yo voy a indagar la verdadera antropología», «yo sí voy a recoger lo que es real». Pues incluso a esas personas el libro les ha servido como guía. Ahora me resulta claro lo que encontré gracias a él: mi interés por reunir más que por interpretar, por escribir las voces más que por escribir cosas propias. Aprendí a escribir detrás de la voz de los interlocutores y a escuchar de una forma particular. Todo esto continúa teniendo vigencia en mi labor actual.

Dibujo de iguana sosteniendo un violín. Huaves.

Ilustración de Santiago Robles.

—Hay una sección en la obra en la que recopilas cuentos para hacer reír, y aunque algunos de éstos contienen cierto grado de picardía, no son lo que muchas personas möl (quienes no somos ikoods) entendemos como «chistes». Un rasgo tan cotidiano como éste me lleva a pensar en qué tanto somos capaces de entender a esta cultura. ¿Consideras que es inabarcable la posible brecha que nos separa?

Nunca vamos a saber todo, es imposible. No tiene caso querer saberlo todo. Entender al otro no es un problema de metodología sino de empatía, de afecto, de estar allí, de querer saber quién es el otro y de tener la plena consciencia de que no existe el conocimiento absoluto. ¿Para qué entenderlo todo?

A veces otras personas me preguntaban: «¿Y cómo sabes que ellos no te están diciendo mentiras?», a lo que yo respondía que no importaba, que me decían cosas que no entendía y que si me estuvieran mintiendo yo de cualquier forma no me hubiera dado cuenta. Este libro es para ellos y para los antropólogos, literatos, actualmente para los arquitectos, tejedores y músicos. Para quien le sirva.

 

—Y aunque en algún momento te hubieran estado mintiendo no importaría porque lo estarían haciendo bajo sus propios términos, enmarcados en su forma particular de ver el mundo, lo cual también configura un testimonio.

El libro no pretende descubrir ninguna verdad ni revivir a nadie, está conformado a partir de pláticas entre amigos.

Ilustración de Santiago Robles.

 

—Las mujeres ikoods no podían ir a la mar porque era considerada sagrada, los hombres no podían ir al mercado a vender o comprar. ¿Todas estas tradiciones que recopilas están desdibujadas actualmente? ¿Qué se mantiene?

Nada se pierde completamente. Este libro lo hicimos porque pensamos que ya todo se había extraviado, porque ya a nadie le importaba lo que a nosotros nos interesaba en aquel momento, pero resultó que de pronto tienes un resurgimiento imprevisto debido a que las cosas no son lineales; más bien son complejas, dialécticas, se mueven de ida y vuelta. En esos años casi sentíamos que estábamos haciendo arqueología con personas vivas porque no habíamos entendido que las culturas no desaparecen así nada más. Ni se ausentan ni se salvan. Nadie recupera algo que los propios usuarios no quieren rescatar. No hay héroes ni villanos; hay procesos históricos muy largos.

Este libro nos permite actualmente constatar cómo han sido los cambios después de una generación, de un movimiento zapatista, de un movimiento de la COCEI que fue tan importante en el istmo, después de una serie de reflexiones. Nada de esto se ha terminado sino que se ha reciclado, se ha vuelto a decir, se ha vuelto a poner en escena. Es decir, nada se crea, nada se destruye, todo se transforma.

Fotografía de Elisa Ramírez Castañeda. Cortesía Alias Editorial.

—¿Cuáles son las repercusiones que ha tenido este libro?

El fin de los montioc se ha tomado como base para realizar diversas interpretaciones, aparece en prácticamente todos los libros sobre el tema que se han editado después, que son por lo menos una centena. Es una fuente, y en ese sentido ha cumplido su propósito con creces.

Este texto hay que tomarlo como una conversación; no se lee de principio a fin, se puede comenzar a leer por donde sea y se puede no acabar de leer. Recopilé datos útiles: cuentos, mitos, historias, leyendas, canciones, curaciones que son hermosas y es un volumen en donde se puede ver en todo momento que hay una concepción del mundo completamente distinta a la nuestra pero que está viva, vigente, que nos puede ensanchar el tamaño del universo en el que vivimos. Nos puede ayudar a pensar que los límites son sólo aquellos que nos imponemos. Acercarse a esta cultura equivale a agrandar el tamaño de nuestro corazón.

Ilustración de Santiago Robles.

 

 

Debido a las elecciones federales que están por llevarse a cabo en nuestro país y con la finalidad de ensanchar el tamaño del universo en el que vivimos, a manera de conclusión transcribo del libro algunos fragmentos relacionados con las autoridades y las responsabilidades civiles de los ikoods de San Mateo del Mar:

 

[Entre los huaves] existe una compleja organización que implica obligaciones y vinculaciones vitalicias con la comunidad, trabajo obligatorio no remunerado, mayordomías, jerarquías que cumplir, las cuales distribuyen el prestigio, el poder, y la riqueza del mismo modo como se reparte la enfermedad entre todos cuando las hojas usadas en una curación se llevan a la calle para que todos las pisen y la hagan disminuir al regarla por todos lados y tomar cada uno parte de ella.

 

*

 

Además de los deberes que implica cumplir con un cargo, todos los hombres adultos deben participar en trabajos colectivos: techar con palmas nuevas la capilla de las campanas, el antiguo mercado; arreglar el camino; y cuando las autoridades se declaraban incapaces de hacer justicia, hacerla ellos mismos.

 

*

 

Los cargos de alta jerarquía, en particular las mayordomías, implicaban enormes gastos que impedían la acumulación excesiva. Las obligaciones impuestas eran aceptadas sin discusión. Antes, las autoridades eran montioc (personas con tono nube), honestos y rectos, estrictamente apegados a la tradición y las normas. Los cargos se distribuían rotativamente entre las distintas secciones, las elecciones eran universales y en asambleas abiertas, los cargos indeclinables y las decisiones de las autoridades, finales.

 

*

 

Cada año el alcalde pide la lluvia a orillas del mar, a donde los topiles lo llevan cargando para que no pise el agua. De su pureza y sinceridad dependen la pobreza o abundancia de toda la comunidad, la lluvia y la pesca. Al asumir el encargo, reciben el sagrado libro donde constan los nombres de todos los que los precedieron desde principios de siglo. Él habla con el mar, con el cielo, con los habitantes y con el que da la vida a todos.

 

*

 

En el caso de las elecciones y los cargos, por ejemplo, los relatos de entonces hacen del sistema huave la más puntual predicción de los conflictos y aciertos que sufrirán quienes hoy en día se rigen por usos y costumbres [sistemas normativos propios].

Fotografía de Elisa Ramírez Castañeda. Cortesía Alias Editorial.

 

Santiago Robles

Artista visual. Este año tendrá exhibiciones en Viena, España, Bélgica, Cholula, Querétaro y Mexicali.

siguiente

Newsletter

Mantente al día con lo último de Gallery Weekend CDMX.

Ilustración de Santiago Robles.

Fotografía de Elisa Ramírez Castañeda. Cortesía Alias Editorial.

Ilustración de Santiago Robles.

Fotografía de Elisa Ramírez Castañeda. Cortesía Alias Editorial.