Colin Ellard —neurocientífico interesado en la influencia que tiene el diseño arquitectónico en la psique de los individuos— escribió que hoy,¹ con más fervor que en otros tiempos, los habitantes de las ciudades muestran gran interés por comprender el funcionamiento de los lugares construidos por la mano del hombre, a la par de que expresan su disposición a participar en los cambios que posibiliten un mejor ambiente, —uno en el que tanto la supervivencia como la salud mental estén garantizadas. Considero que la reconfiguración de los ejes que permiten un modo de vida pleno no se limita a los conjuntos arquitectónicos por sí mismos; si se quiere apuntar a una reconversión para un bien colectivo, es imprescindible también un estudio riguroso de las estructuras políticas y económicas sobre las que subyace la vida cotidiana.

Los complejos arquitectónicos de distintas épocas evocan sentimientos y recuerdos: conmocionan nuestra corporalidad con sus dimensiones constitutivas, sus juegos de luces y sombras, al grado de permitirnos recorrerlos sin temor alguno o cohibirnos de golpe. Por ello, no hay que perder de vista —especialmente si somos individuos poco entendidos en la historia y procesos de la arquitectura— que la construcción de determinado lugar está sujeta tanto a fines prácticos como a una agenda política particular. ¿Qué nos dice esta edificación, tanto de su propósito como de la época en la que fue levantada? Si en distintos edificios alrededor del mundo se pueden reconocer aspectos en común, aunque la geografía y las diferencias culturales los aparte por kilómetros, ¿cómo se pueden leer dichas afinidades en un contexto global, durante un periodo de tiempo específico? Y, aún más importante para nuestra circunstancia histórica actual, ¿cuáles son las implicaciones históricas de su persistencia o desaparición en el paisaje?

La exposición COMUNES del artista Israel Martínez (Guadalajara, 1979), que se presenta en las instalaciones de Casa del Lago, se compone de piezas desarrolladas en el campo del video, el sonido, la fotografía y la instalación, sin dejar de lado la experimentación interdisciplinaria entre cada uno de los recursos anteriormente mencionados. La exposición muestra el proceso de investigación desarrollado por Martínez «que parte de un análisis comparativo entre el presente del Conjunto Urbano Nonoalco Tlaltelolco y una serie de unidades habitacionales de Europa del Este y La Habana, Cuba, con las que comparte similitudes históricas, arquitectónicas y paisajísticas».²

Conjunto Urbano Nonoalco Tlaltelolco. Fotografía de Israel Martínez, cortesía de Casa del Lago.

A lo largo de la muestra se esclarecen las similitudes que existen entre países que, en un examen superficial, parecen inconexos. El conjunto que detona el interés del artista se relaciona arquitectónica y políticamente con el modelo de la unidad habitacional, composición urbana planteada por Le Corbusier cuyo propósito fue atender a las urgencias de vivienda originadas por los destrozos de las guerras mundiales en Europa.³ Dicho modelo de residencia multifamiliar, acorde a las notas de Martínez, sentó un precedente para el desarrollo de las figuras de los bloques o microdistritos más ambiciosos dentro de los cuales era posible hacer las compras y acceder a servicios de recreación, educación y salud, entre otras amenidades —mismos que resultaban atractivos tanto para los proyectos de desarrollo de distintos países (comunistas o no), por su replicabilidad a bajo costo, como para los habitantes en potencia, ya que era posible acceder a ellos con un porcentaje mínimo del sueldo.⁴

Por mucho tiempo, los bloques —estas miniciudades dentro de las grandes urbes— representaron la forma del progreso por antonomasia. Sin embargo, lo que es perceptible desde que se inicia el recorrido por la exhibición con la obra Sólo un sueño es que, precisamente, la ilusión entusiasta no pudo durar lo suficiente. A partir de las imágenes e información que se proyectan en un par de pantallas y con una impresión en vinil de gran formato, empezamos a vislumbrar el resquebrajamiento del ideal de vanguardia que se trató de asociar con tales arquitecturas, cuando dejaron de ser formas de progreso y se convirtieron en escenarios de masacres, como la perpetrada en la Plaza de las Tres culturas en 1968, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz; o bien, en focos rojos de violencia alimentados por un intenso repudio contra extranjeros, como sucedió en Marzahn- Hellersdorf, un distrito de Berlín, Alemania, durante la segunda mitad del siglo XX.

Conjunto urbano ubicado en Berlín. Fotografía de Israel Martínez, cortesía de Casa del Lago.

Comunes y Movimiento Colapso forman una mancuerna simbólica que articula el sentido de toda la muestra: en medio de un espacio iluminado por el sutil resplandor de las ocho pantallas en las que se muestran tomas de las distintas unidades habitaciones registradas por el artista, y ambientado por un paisaje sonoro conformado por sonidos urbanos que evocan el movimiento de la vida contemporánea, se alcanza a leer sobre un muro la frase «Es inevitable escuchar su movimiento y colapso». Y no es casual: conforme avanzamos entre los monitores, las tomas nos muestran imágenes de conjuntos deteriorados, pintura añeja y, en general, un estado sobrio potenciado por clima y el movimiento de las nubes que modifican la iluminación. En el caso de los bloques situados en Europa del este, la presencia de anuncios publicitarios de trasnacionales subrayan la ironía, tomando en cuenta que —en otros tiempos— esos edificios fueron una apuesta por un modelo político y económico diferente. Sin perder una poética fotográfica, los videos se tornan un documento relevante para comprender el destino que tuvieron aquellos proyectos comunistas.

Todo lo anterior carecería de sentido sin la apuesta central de cada proyecto: la imperiosa necesidad por reconocer las afinidades, lo que posibilita la vinculación, en contraste con la ideología que da prioridad a las diferencias y el individualismo. De esta postura se desprenden piezas como Imagen Pública, Sigilo Murmullo y Retinencia, enfocadas primordialmente en representar las formas en las que el «Apoyo mutuo» —principio político ideado por Piotr Kropotkin, medular en distintas organizaciones sociales basadas en la cooperación y el trabajo en equipo— representa una estrategia de organización social que elude las lógicas capitalistas. Estas obras, encuentran una salida formal a través de fotografías, acciones y calidades sonoras discretas.

A Israel Martínez, en sus palabras, le interesan los «COMUNES, los puntos de encuentro, las confluencias. Si no para integrarnos, por lo menos para respetarnos».

Detalles de la obra Imagen Pública. Fotografías de Natalia Gaia, cortesía Casa del Lago – UNAM.

1 Para el tiempo en el que publicó su libro Psicogeografía: La influencia de los lugares en la mente y el corazón, corría el año del 2015.
2 Fragmento del texto de sala escrito por Víctor Palacios, curador de la muestra, y publicado en la página de Casa del Lago – UNAM.
3 Andrew Kroll, Clásicos de Arquitectura: Unité d’Habitation / Le Corbusier. Trad. De Natalia Yunis. Disponible en ArchDaily.
4 «La posibilidad de albergar a una gran cantidad de familias, de pagarse con un porcentaje mínimo del sueldo del trabajador, de proveer los servicios a corta distancia, incluyendo la educación de los hijos y las áreas de recreación, hicieron que se apostara por estos proyectos en distintos países, comunistas o no, en periodos de bonanza o prospección económica, periodos que no lograron concretarse o se vinieron abajo, desde el Milagro Mexicano hasta el comunismo de Europa del Este». Israel Martínez, Comunes. Publicación realizada por Israel Martínez y Emicel Mata en los primeros meses de 2018, con motivo de la exposición homónima y como parte del Programa conmemorativo por los 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968 (M68). Apartado 9.

La exposición COMUNES de Israel Martínez estará abierta al público en Casa del Lago UNAM del 10 de marzo al 1 de julio de 2018.