Juan O’Gorman, el arquitecto que se volvió pintor: 10 momentos claves de su obra
Lista 03.07.2020
Jaime Durón Aguirre
Para conmemorar su vida y obra, hacemos un recuento de los momentos más relevantes en la carrera de Juan O’ Gorman.
Juan O’Gorman (Ciudad de México, 1905-1982) es considerado uno de los artistas más completos e importantes de la escena mexicana del siglo XX. De espíritu rebelde, sarcástico, inquieto, progresista, revolucionario y crítico, plasmó estas experiencias en su obra pictórica y arquitectónica.
Si bien es principalmente conocido por su trabajo plástico y por ser el sucesor de los grandes muralistas mexicanos, O’Gorman fue también un destacado arquitecto, considerado incluso como el primer funcionalista de nuestro territorio. Influenciado por Le Corbusier, pugnaba por la creación de una arquitectura que respondiera de manera precisa a las necesidades de su momento, con el mínimo de gasto y esfuerzo por el máximo de utilidad, introduciendo así los preceptos de la arquitectura funcionalista en México. Más tarde recibió la influencia del estadounidense Frank Lloyd Wright, complementando su obra arquitectónica con tintes más orgánicos.
El próximo 6 de julio se conmemora el nacimiento del artista y arquitecto, por lo que en Revista Código repasamos diez momentos clave en su vida y obra.
Desde pequeño Juan O’Gorman mostró aptitudes excepcionales para el dibujo y la pintura, probablemente de su padre, Cecil C. O’Gorman, un ingeniero químico metalúrgico y pintor aficionado, irlandés radicado en México desde 1895. Estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de 1921 a 1925, de donde se graduó con notas impecables. Posteriormente, complementó su formación como arquitecto con estudios de ingeniería. La pintura, a la que recurría durante sus primeros años para llenar sus ratos de ocio, se volvió, de a poco, la ocupación habitual hacia el final de su vida.
Perteneciente a una familia vinculada con la élite cultural de la época, Juan O’Gorman desarrolló una visión radicalmente moderna y tomó el reto de construir la primera obra racionalista en Latinoamérica. En 1929, en el número 81 de la calle Palmas, en San Ángel, proyectó y construyó para sus padres una vivienda estrictamente funcional, inspirada en los postulados de Le Corbusier, donde la forma derivó completamente de la función utilitaria. Como dato curioso: la vivienda nunca fue habitada por los padres de O’Gorman, aunque sirvió como su carta de presentación para proyectos venideros.
Una vez O’Gorman le mostró a Diego Rivera la casa que había construido para sus padres en San Ángel que, pese a haber sido diseñada con base en la idea de que la forma sigue a la función, el maestro la apreció mucho estéticamente. Según el arquitecto, en ese momento Rivera inventó la teoría de que la arquitectura realizada con el rigor del funcionalismo era también una obra de arte e, inmediatamente, le encomendó una casa y un estudio. Así, entre 1931 y 1932, O’Gorman diseñó y construyó la casa-estudio para Diego Rivera y Frida Kahlo en el barrio de San Ángel. Conformada por dos volúmenes independientes que se conectan por un puente que representa —según algunos— el amor que se profesaba la pareja.
Entre 1925 y 1926, habiendo concluido sus estudios universitarios, O’Gorman recibió el encargo de realizar una serie de murales decorativos en algunos establecimientos de la ciudad. Se dice que el trabajo realizado en la pulquería Los Fifís le valió cierta popularidad que, a su vez, derivó en su asignación como profesor no numerario de la entonces recién creada Escuela Técnica de Maestros del Instituto Técnico Industrial. En 1932 fue nombrado titular de la cátedra de arquitectura y contribuyó a la consolidación de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del ahora Instituto Politécnico Nacional.
De 1932 a 1934 trabajó como arquitecto construyendo al menos tres docenas de escuelas primarias y técnicas para la incipiente Secretaría de Educación Pública. Atraído fuertemente por la corriente funcionalista, que buscaba la satisfacción de las necesidades funcionales y el máximo aprovechamiento de los recursos económicos y materiales, O’Gorman concebía la arquitectura como una adaptación a las exigencias sociales. Así, las obras se caracterizaron por el empleo de cemento armado, exteriores asimétricos y una constante búsqueda de aire y luz.
Aunque comenzó como una actividad lúdica en sus momentos de ocio, la pintura se convirtió poco a poco en la ocupación habitual de O’Gorman. A través de su obra pictórica, donde intercala elementos realistas y fantásticos con alto grado de detalle, refleja sus inquietudes sociales y nacionalistas. Entre sus obras de caballete destacan Monumento fúnebre del capitalismo industrial (1943), La Ciudad de México (1949) y Autorretrato (1950). De sus murales, con los que Juan O’Gorman quería conseguir una comunicación directa con el pueblo de México, se pueden mencionar Historia de la aviación (1937) —que se encuentra en el AICM—, Alegoría de las comunicaciones (1953) —en la sede de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes—, Cuauhtémoc redivivo (1956) —en un hotel en Taxco, Guerrero— y Retablo de la Independencia (1960-1961) del Museo Nacional de Historia.
Entre 1949 y 1951 Juan O’Gorman proyectó y dirigió la construcción de la Biblioteca Central en la Ciudad Universitaria de la UNAM, edificio que recubrió completamente con un mural de cuatro mil metros cuadrados hecho de fragmentos de piedra natural, donde se pueden leer el pasado prehispánico, la época colonial, el mundo contemporáneo, la Universidad y el México actual. Sin lugar a duda, actualmente la Biblioteca Central es el edificio más reconocible de la Ciudad Universitaria por su composición pictórica y grado de integración plástica.
En 1956 O’Gorman diseñó y construyó su propia casa-estudio en la calle San Jerónimo, en los limites del Pedregal de San Ángel. Inspirado en las ideas organicistas de Frank Lloyd Wright y en la arquitectura emocional de Mathias Goertiz, diseñó cada espacio en respuesta al sentimiento que pretendía inspirar, consiguiendo alcanzar uno de sus mayores anhelos estéticos: la unificación pictórica y arquitectónica en un mismo marco artístico. Lamentablemente, la casa fue derruida años después.
Diego Rivera siempre tuvo la intención de rescatar la herencia artística ancestral mexicana. Junto con O’Gorman, entre 1944 y 1945 diseñó el Anahuacalli (la casa del Anáhuac), edificio dedicado a preservar y exhibir una de las colecciones de piezas precolombinas más grandes de México. Ubicado en la delegación Coyoacán, el museo está inspirado en los teocallis o templos mexicas y fue construido a base de piedra volcánica, con la intención de encontrar la esencia de la arquitectura mexicana a partir de la riqueza prehispánica. Con la muerte de Rivera en 1957, O’Gorman quedó a cargo de la construcción del museo, que concluyó en 1963 y se inauguró un año después.
Juan O’Gorman trabajó exitosamente como arquitecto, pero al notar su conversión —no premeditada— como contratista, y al estar en desacuerdo con la comercialización de su profesión, decidió cerrar su estudio para dedicarse de lleno al desarrollo de su vocación como artista plástico. En 1972 recibió el Premio Nacional de Artes por su aportación al arte, la pintura y la arquitectura. Finalmente, O’Gorman se quitó la vida un 18 de enero de 1982, a la edad de 76 años, víctima de depresión por motivos personales, dejando un legado artístico, pictórico y arquitectónico invaluable para el pueblo de México y el mundo.
Jaime Durón Aguirre
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