El discurso arquitectónico sobre los espacios destinados a la cultura está asociado, generalmente, con las grandes bibliotecas, las salas de concierto, los centros culturales, los auditorios e, incluso, los centros comerciales. El caso de las bibliotecas es particular, quizás por el debate generacional y económico sobre la vida y la muerte de los medios impresos. Y aunque parece haber un horizonte renovado para la memoria de papel, hemos dejado de apreciar los espacios para el relato y la palabra contemplativa.

Ése es un buen pretexto para reflexionar sobre las diversas lecturas de los edificios como metáforas de otra metáfora espacial. Sin atender a un ánimo comercial, ni a la oferta o posicionamiento de novedades, vale la pena preguntarse: ¿dónde leemos?, ¿cómo elegimos un libro?, ¿qué nos provoca leer?, ¿qué librería nos invita a pasar? y, sobre todo, ¿qué librerías nos sugieren estar?

La búsqueda de un libro tendría que ser toda una experiencia de deleite. En La estructura de las revoluciones científicas (1962), Thomas Khun afirmó que un texto es una construcción armada con ladrillos, donde el leguaje termina de dar los acabados. Así lo ha hecho Gandhi, con su notable campaña de «Publicidad que hace leer». Pero la lectura, con o sin acabados de mercadotecnia, se puede provocar desde su posicionamiento con la arquitectura y la ciudad.

Una librería no sólo tiene una función formal y utilitaria. Su espacio debe ser icónico, contar una buena historia, mostrar una imagen reconocible y entablar un diálogo con su entorno, barrio o enclave urbano. La afinidad de su contenido y su contenedor, más allá de narrar lo que Manuel Larrosa llama «periodismo arquitectónico» en su libro homónimo, corresponde a la construcción de edificios donde se han escrito —y donde se escribirán— los avatares de las ciudades y las personas.

Son pocas las excepciones en que un edificio lleno de libros abandona su realidad material para transformase en una figura del lenguaje o para condensar un archivo impregnado en el espacio, en el tiempo, en los hechos y en sus personajes —como lo narra Edward Hollis en La vida secreta de los edificios (2012). Y, así, lograr invitar al lector a buscar, encontrar un buen título, tomarse un café o perderse entre libros y portadas.

La siguiente lista reúne librerías que provocan e invitan a leer. Lugares que no son simples contenedores apilados sino apropiaciones del espacio —a veces atiborrado o tapizado— que ofrecen una experiencia distinta, tanto por su selección editorial como por el contexto de su ubicación. Allí, los libros por delante y la arquitectura como telón de fondo.

 

—Centro Cultural Elena Garro

Diseñado por Fernanda Canales y el despacho Arquitectura 911sc, su arquitectura busca entablar un diálogo entre lo «viejo y lo nuevo». El objetivo era destacar la casona existente y hacer de la librería un espacio abierto.

Fernández Leal 43. Col. La Concepción, Del. Coyoacán, Ciudad de México.

—Centro Cultural Rosario Castellanos

Con una extensión de 2 800 metros cuadrados y un catálogo de 250 mil volúmenes, es una de las librerías más grandes de América Latina. En su interior también se encuentran el Cine Lido y la Galería Luis Cardoza.

Tamaulipas 202. Col. Hipódromo Condesa, Ciudad de México.

—El Péndulo (Polanco)

Considerada como una de las diez librerías más bellas del mundo por el diario inglés The Guardian, su arquitectura destaca por su estilo ecléctico y su relación con la naturaleza.

Alejandro Dumas 81. Col. Polanco, Ciudad de México.

—EXIT, La Librería

Su espacio está diseñado para recibir a estudiantes, investigadores e interesados en las disciplinas creativas. Es una librería especializada en arte contemporáneo, fotografía y arquitectura.

Río Pánuco 138. Col. Cuauhtémoc, Ciudad de México.

—Librería del FCE Octavio Paz

Su remodelación, a cargo de la arquitecta Frida Escobedo, contempla una ampliación de 2 mil metros cuadrados, para albergar alrededor de 170 mil volúmenes.

Miguel Ángel de Quevedo 115. Col. Chimalistac, Ciudad de México.

—MUMEDI

La librería del Museo Mexicano de Diseño se ubica en el antiguo Palacio de Hernán Cortés. Su facha actual fue diseñada por un discípulo de Manuel Tolsá a finales del siglo XVII. Su catálogo es especializado en diseño.

Francisco I. Madero 74. Col. Centro, Ciudad de México.

—Librería EDUCAL Alejandro Rossi

Ubicada al interior de la Biblioteca de México, cuenta con dos áreas independientes y simétricas en su diseño: una destinada a los adultos y otra a los niños. Cada una cuenta con 11 libreros giratorios que emular el cambio de página en un libro.

Plaza de la Ciudadela 4. Col. Centro, Ciudad de México.

—Librería del Museo Tamayo

Cuenta con un centro de documentación especializado en artes plásticas, y en la vida y la obra de Rufino Tamayo. También alberga una Librería Educal, con títulos de diseño y artes visuales.

Paseo de la Reforma 51. Bosque de Chapultepec

—Librería del Museo Universitario Arte Contemporáneo

Forma parte del espacio diseñado por el arquitecto Teodoro González de León, y sus vitrinas constantemente son intervenidas por diseñadores mexicanos. Su catálogo está especializado en arte y pensamiento contemporáneos.

Insurgentes Sur 3000. Centro Cultural Universitario, Ciudad de México.

—Librería Porrúa (Chapultepec)

Inaugurada en 2011, su arquitectura conjuga ambientes urbanos y naturales. Sus espacios de lectura ofrecen vistas al Lago de Chapultepec.

Paseo de la Reforma s/n. Frente al Museo Nacional de Antropología.

 

 

 

Juan José Kochen