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24 Hour Psycho, de Douglas Gordon

10.02.2014

Dentro de la sección “Imperdibles”, Ambulante exhibió del 1 al 2 de febrero en el Museo Jumex la instalación 24 Hour Psycho (1993) de Douglas Gordon. En ella, el artista escocés se apropia de Psicosis (1960), de Alfred Hitchcock, y la interviene para extender su duración hasta 24 horas, proyectándola a dos cuadros por segundo y privándola de sonido. Esta pieza es un referente de lo que se conoce como “cine expandido”, así como de la relación entre lo audiovisual y el arte contemporáneo. Asimismo, encaja perfectamente con el concepto-tema de esta edición de Ambulante: el tiempo.

En el inicio de Sans Soleil (1983), de Chris Marker, la narradora menciona que mientras el tema del siglo XIX fue el espacio, el gran tema del siglo XX es el tiempo. Y el cine, una de las artes más representativas del siglo pasado, se ha encargado de reformular nuestras ideas sobre la experiencia temporal. Consciente de ello, Douglas Gordon plantea en su instalación varios enfoques de reflexión sobre la imagen y el tiempo, particularmente sobre la duración.

24 Hour Psycho nos recuerda que el cine dotó de duración a las imágenes. Sin embargo, al encontrar una fórmula de proyección que se asemeja a la visión humana (24 cuadros por segundo), dicha experiencia temporal ha quedado relegada la mayoría de las veces a la temporalidad narrativa, provocando que descuidemos la conciencia de la percepción.

Los gestos de los personajes, los parpadeos, los pequeños movimientos mudos, aparecen ante nosotros con un aire de extrañeza porque nos muestran eso que Walter Benjamin llama “inconsciente óptico”: la tecnología de registro y reproducción de las imágenes permite que tengamos acceso a configuraciones visuales imposibles en la cotidianeidad. Nos enfrentamos a la imagen como imagen, con características materiales específicas propuestas por el artista. De esta manera, la historia de la película pasa a segundo término. El acontecimiento más importante es la proyección misma: poder mirar la imagen de frente, por detrás, entrar, salir, permanecer, durar.

Alrededor de una década después de su primera exhibición, la presentación de esta pieza en Ambulante detona, como lo indica su propuesta, que indaguemos sobre el potencial del cine para “reformular el tejido de nuestra época”. Algunas preguntas quedan en el aire: ¿qué significa para la época actual y para un espacio como la ciudad de México —que están cada vez menos relacionados con conceptos como la espera— un enfrentamiento con la duración?, ¿cuánto ha cambiado en 10 años nuestra sensibilidad frente a las imágenes y frente al tiempo?


[10 de febrero de 2014]

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