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A 10 años de la guerra contra el narco: 6 artistas opinan

Reporte 11.01.2017

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¿Cómo han abordado las artes visuales la «guerra contra el narco»? Consultamos la opinión de 6 artistas mexicanos que la han hecho parte de su obra.

Se sabe: la guerra contra el narcotráfico iniciada por Felipe Calderón en 2006 ha causado estragos profundos en distintos estratos de la sociedad. ¿Cómo han abordado las artes visuales esta problemática? ¿Cuál es la perspectiva de los artistas frente al fenómeno? Consultamos la opinión de 6 artistas que residen en diferentes regiones de México y que a través de su obra han abordado las implicaciones de esta guerra a diferentes niveles.

1. A 10 años de la guerra contra el narco, ¿qué piensas sobre esta estrategia que implantó Felipe Calderón?

—Edgardo Aragón

La guerra de Calderón nació muerta porque nunca hubo una estrategia. Así como la mayoría, creo que uno de los aspectos por los que se desató la militarización del país fue por la forma fraudulenta en la que llegó a la presidencia. Otro aspecto es que hay una desinformación enorme y mucha ignorancia en las mal llamadas élites políticas mexicanas, que no solo lo llevó a no medir la fuerza con la que se enfrentaba, sino que también le permitió ponerse una camisola militar talla grande cuando visitó Michoacán y lanzó su guerra. Al final, es un gesto muy predecible en las mentes fascistas que habitan el espectro político. La presencia militar en el país ha disminuido muy poco desde la guerra sucia, y la guerra de Calderón trataba de hacer creer simbólicamente que el Estado tenía el control como en los viejos tiempos del sistema, cuando los carteles eran una invención desde el Estado.

—Adela Goldbard

Más que una estrategia, es un plan macabro repleto de intereses políticos y económicos. Una conflagración entre el narcogobierno y las trasnacionales, que desde hace muchos años consideran a los integrantes de la población civil no como ciudadanos, sino como clientes a los que se les puede engañar, como cuerpos desechables o daños colaterales. Esta «guerra» es un claro ejemplo del uso del poder para dictar quiénes deben morir: la necropolítica que vivimos actualmente.

—Jonathan Hernández

Desde hace ya un buen rato, los gobiernos de este país se dedican a la improvisación haciendo de la política una máquina de corrupción y miseria. El narcotráfico lleva más de tres décadas operando en México, jamás se ha atendido el asunto desde la raíz, desde las causas que lo generan. Que un tonto con suerte se haya envalentonado no significa nada: ni estrategia ni nada, le tocó bailar con la más fea y, lo que es peor aún, sin saber bailar. Tan solo fue víctima de su circunstancia, como lo son todos los falsos bailarines que siguen bailando al ritmo de ese vals, de esa máquina de putrefacción normalizada.

—Fritzia Irízar

No le daría la categoría de estrategia. En mi opinión, responder a una organización criminal con una historia de casi un siglo de actividad ininterrumpida con una declaración de guerra, tiene simplemente el estatus de reacción.  Y de una reacción equivocada que desgraciadamente produjo graves consecuencias.

—Enrique Ježik

Por un lado, fue un intento por legitimar a un gobierno cuya elección había sido muy cuestionada, al tiempo que se intentaba cohesionar a un sociedad dividida por esta misma razón. Obviamente, ambos intentos fallaron. Eso también respondió a la intención de alinearse con los postulados estadounidenses que se manifestaban en el Plan Mérida. Pero no me parece que pueda llamarse «estrategia» a esa directiva irresponsable que, definitivamente, fracasó.

—Yoshua Okón

La llamada «guerra contra el narco» no ha sido más que una cortina de humo para encubrir la violencia de las políticas neoliberales de la administración de Felipe Calderón, y ahora de la de Peña Nieto.  Es decir, estos gobiernos no han gobernado para el interés público, sino para intereses privados con costos enormes a nivel ambiental y social. Esto, por supuesto, ha producido mucha pobreza extrema y muchas violaciones a los derechos civiles y humanos. Y frente a las protestas y activismo que naturalmente han surgido, el gobierno ha respondido con violentas represiones y desapariciones de gente.  Siempre ha resultado muy conveniente culpar «al narco», cuando en realidad la mayor parte de la violencia viene directamente de las corporaciones o del gobierno defendiendo intereses comerciales (la mitad del territorio mexicano ha sido concesionado a mineras y fracking). El caso de Ayotzinapa es un perfecto ejemplo de cómo este gran teatro se está desplomando: se sabe que la razón por la que asesinaron a los estudiantes es porque, como mucha más gente de zonas rurales, ellos estaban protestando a raíz de violaciones y desplazamientos que han generado intereses mineros, es decir, intereses comerciales. Aunque esa es la razón por la que los mataron, como siempre, y por supuesto, culparon «al narco».

 

2. ¿Cuáles crees que podrían ser las soluciones para terminar con la violencia generada por esta guerra?

—Edgardo Aragón

Las soluciones todos las conocemos: reconstruir el tejido social y terminar con la corrupción. Si se mira el problema como lo hizo José Mujica en Uruguay, podremos ver que  es netamente económico, y por lo tanto, hay que usurpar ese mercado desde el Estado. La legalización es imposible en México debido a su alto impacto económico y político. Más de uno está involucrado, el lavado de dinero es uno de los pilares de la nación. Sin embargo, el proceso de sanear una sociedad sin educación, con las fuentes de empleo en el narco o en los Estados Unidos, con el Estado quebrado por el saqueo de los gobernantes y con su potencia demográfica en bolsas de plástico o fosas clandestinas,  llevaría demasiados años para reconstruir, tantos que a nuestra generación no le tocará ver.

—Adela Goldbard

No creo que esa pregunta pueda plantearse de manera tan simplificada, eso es seguirle el juego a quienes nos han llevado a esta situación. La violencia que se vive en el país se debe a un cúmulo de factores y decisiones, se trata de una problemática compleja en la que existen muchos componentes e intereses económicos, políticos, sociales, ideológicos y ecológicos implicados, tanto nacionales como internacionales. No hay soluciones en contra de la violencia si al mismo tiempo no se analizan y atienden muchas otras problemáticas, como son las carencias económicas, la falta de seguridad social, la criminalización de la protesta social y un largo etcétera.

—Jonathan Hernández

Sería necesario entender que una guerra es un negocio muy lucrativo no sólo en términos económicos, la violencia no sólo es una consecuencia irremediable del negocio, es el negocio. Aquí los buenos y los malos representan las dos caras de la misma moneda, el Estado y el crimen organizado van de la mano como uña y mugre, son empresas gemelas que funcionan a la par. Las supuestas soluciones sólo han generado devastación y descomposición del paisaje social. Un gran problema ha sido concebir las soluciones a gran escala, las posibles soluciones se podrán generar en pequeña escala a través del simple hecho de repensar las formas de vida de una sociedad.

—Fritzia Irízar

La solución de este problema dependerá de la solución de muchas otras complicaciones que tiene este país, nunca podrá ser una problemática atendida de manera aislada. La integración masiva de nuevas generaciones a las filas del crimen depende del nivel de educación y cultura a la que la juventud tiene acceso. Por desgracia, el nivel de educación en nuestro país está ligado al nivel socioeconómico, y la desigualdad económica es cada vez mayor a causa de seguir con sistemas económicos que promueven esta polarización. Esto genera un campo fértil para que el crimen, la violencia y la desintegración social puedan desarrollarse a una velocidad superior a la de las ingenuas respuestas combativas de los últimos 10 años. Así, de haber una solución, se tendría que empezar por asumir la responsabilidad acerca del tiempo perdido y la dirección equivocada, intensificar la apuesta y atención a las generaciones futuras mediante la educación y la recuperación de la justicia social, así como mantener una mentalidad creativa, abierta, pero, sobre todo, antibélica en la generación de estrategias de su combate.

—Enrique Ježik

El prohibicionismo claramente no funciona. De alguna manera, la producción y venta de drogas debería ser legalizada y controlada por el Estado para que su provisión clandestina deje de ser el negocio que es. Al mismo tiempo, hay que acabar con el lavado de dinero y con la corrupción gubernamental que lo solapa. Además, no se puede seguir hablando de «narco», como si el único problema fuera el tráfico de drogas, los carteles son organizaciones con múltiples negocios criminales entretejidos mediante corrupción con negocios «lícitos» y con el ejercicio del poder. En esto coincido con especialistas como Edgardo Buscaglia: hay que cortar las fuentes de financiamiento de los cárteles y combatir la corrupción en el gobierno.

—Yoshua Okón

Un primer paso sería empezar a enmarcar la violencia como producto del sistema neoliberal y dejar de pensarla como violencia del narco. Después, la cuestión sería volver a reconstruir las instituciones del Estado que tanto han sido erosionadas por estas políticas neoliberales.

 

3. ¿Le exigirías a uno de los candidatos a la presidencia de 2018 alguna propuesta para cambiar esta guerra?

—Edgardo Aragón

Por sentido común, todos —incluido la «Calderona»— están obligados a responder con propuestas concretas, pero sabemos que es el sentido menos común en la zoología de la política nacional. Difícilmente las fuerzas neoconservadoras van a tocar el tema, ya que a estos grupos les beneficia en gran medida el control militar del país, no entienden de otra manera lo que ellos llaman democracia. Nuevamente veremos más campañas sucias y violencia desde estas esferas a fin de minar a los adversarios. ¿Cómo hablar de acabar la violencia si ellos generan las guerras?

—Adela Goldbard

Las propuestas de los candidatos son siempre maniqueas, simplificadas y fraudulentas, repletas de intereses personales. En este momento, no creo que exista ningún partido político que quiera o sea capaz de plantear una solución al respecto. Esta guerra, aunque con su retórica política desgastada quieran hacernos creer lo contrario, beneficia a muchas personas cercanas al poder que no están dispuestas a ceder o dejar su situación de privilegio.

—Jonathan Hernández

Nunca he votado ni pienso votar a futuro. Hoy en día, exigirle cualquier cosa a un político puede ser un ejercicio de ingenuidad infinita. Jugar a la democracia es una pérdida de tiempo y energía irresoluta. Creo que el camino está por otro lado, sí es que lo hay.

—Fritzía Irízar

Exigiría un proyecto económico, social y cultural que produzca bienestar social sostenible a largo plazo, con programas descentralizados e incluyentes, que, promuevan la diversificación de la educación y la cultura, volviéndola accesible, casi inevitable. Una verdadera guerrilla.

—Enrique Ježik

Como extranjero no puedo participar ni interferir en el proceso electoral. Sin embargo, creo que obviamente la ciudadanía debería exigir, a todos los candidatos, propuestas de cambio en la política belicista, junto con el combate a la corrupción y más controles a las fuerzas de seguridad.

—Yoshua Okón

Si, les exigiría un cambio de dirección en el modelo económico. El capitalismo no funciona a rienda suelta, se necesitan instituciones fuertes que lo regulen y que aseguren el bienestar común.

 

4. ¿De qué manera crees que han participado las artes visuales para discutir el tema?

—Edgardo Aragón

Las artes visuales, en su mayoría, no lo han usado para hablar del tema, más bien se han servido de él. Y quien no [lo ha hecho], ha tratado de descalificarlo como si no fuera parte de la vida del país. La mayoría de los detractores se ubican en la Ciudad de México, se empeñan en seguir creyendo que nada pasa por ahí; voltear hacia otro lado es una de las razones por las que no va terminar la violencia en mucho tiempo. Los grandes temas del país no se tocan o  manosean, por las implicaciones políticas que acarrea. Ha faltado centrar la mirada para no perderse en el confeti o las chispas que genera la violencia tanto de Estado como de los grupos del crimen organizado. La médula del tema sigue ahí, y pocos se atreven a ensuciarse las manos.

—Adela Goldbard

Las artes visuales se han encargado, en algunos casos de manera más exitosa que en otros, de problematizar y complejizar los discursos falaces del gobierno y de los medios de comunicación. El arte, más que plantear soluciones, puede contribuir a visibilizar y a provocar una reflexión crítica en los espectadores al respecto de temas complejos como lo es éste.

—Jonathan Hernández

En septiembre pasado hice una exposición que se tituló Extinción de Dominio en la galería kurimanzutto. Mostré una serie de obras realizadas a partir de bienes incautados al crimen organizado, con la intención de hacer un retrato del país; un ping-pong entre materia prima, lugar y contexto atravesaba la relación entre legalidad e ilegalidad, una disección a la asimilación y estandarización de lo ilícito dentro del poder económico y cultural. En este terreno, el mercado del arte sí que tiene vela en el entierro, es parte del problema, todos somos parte del problema. En la última década las transacciones dentro del mercado del arte se convirtieron en uno de los mecanismos con mayor capacidad de especulación y blanqueo de capitales en la economía mundial.

Extinción de Dominio fue una autopsia al paisaje nacional y al mismo tiempo una reflexión crítica al arte y su entorno. Las reacciones que generó fueron muy sintomáticas, desde la negación constante de la realidad a través del comentario ñoño de «¡que bonita expo!», hasta la propuesta de matrimonio de un galán a su novia encaramados en una obra titulada Vacíos de Estado (un escenario vacío con un boquete en el muro como telón de fondo). Más claro ni el agua.

—Fritzia Irízar

El tema se ha mantenido en el interés de los artistas por muchos años, especialmente desde que las víctimas dejaron de estar sólo en lugares remotos, como en la ahora mítica Culiacán. Pero como en todos lo ámbitos, algunas veces el simple interés o la popularidad no siempre es sinónimo de una interesante aproximación, análisis u opinión; incluso, muchas veces la popularización de un tema provoca su normalización a niveles que neutraliza los cuestionamientos más profundos.

Sin duda, muchos artistas han logrado indagar en aspectos de gran importancia acerca de esta problemática, encontrando en su producción artística un vehículo útil para la protesta y la conciencia social. En mi caso, he apostado más a estudiarlo y atenderlo desde sus entrañas u origen, desde aquí en Sinaloa —en donde vivo—, de la que ahora ya casi todos pueden contar una buena historia acerca del bien y el mal. Sin embargo, lo evito a manera de tema, creo que en mi trabajo existe inevitablemente como significado, como materia, como fantasma.

—Enrique Ježik

Desde las artes visuales se puede incidir en ese sentido. Aunque a veces hay demasiada estetización disfrazada de ironía, por otro lado hay propuestas catárticas que intentan respuestas inmediatas a algo que acaba de suceder. Personalmente, prefiero tomar cierta distancia reflexiva para tratar de entender y luego hacer un planteamiento. Me parece que la reflexión y la discusión sobre la terrible situación de violencia en que se encuentra el país son materia urgente.

—Yoshua Okón

En el medio cultural hemos caído en el paradigma mediático del discurso oficial y en el sensacionalismo del «narco», y nos ha faltado ser más críticos. Nos ha faltado hacer un análisis más estructural y a fondo de la gran crisis que vivimos.

 

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